El Palacio Real

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Percy ya estaba cansado de ésto, literalmente una vez por semana se la pasaba visitando una maldita prisión.
Gimiendo por dentro, se recordó mentalmente el porqué estaban realmente aquí.
Lo estaban haciendo por su amiga, Mai los necesitaba.

Finalmente desvío su mirada de la estructura que avanzaba frente a él, y la posó en Azula.
Se la veía mejor que hace unos días, había recuperado su compostura normal, y su ya no tan habitual cara seria y decidida.
Pero Percy sabía bien que ella había recaído en su vieja máscara, sin duda culpandose por lo de Mai.

El semidios negó con la cabeza, decidiendo apartar esa conversación para después de lograr el cometido.

Rescatar a Mai.

Sin más pensamientos ni divagaciones, fue el primero del trío en entrar en la prisión de la Ciudad Capital.

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Azula maldijo por primera vez en el día, su suerte finalmente se había acabado, ya que un guardia demasiado familiar los esperaba en el camino a las celdas.

Habían entrado fácilmente en la capital, y sin duda habían flanqueado a las patrullas, sin confiarse en sí su padre sabría la verdad de su traición.
O si Raijin ya había avisado a todos, y ella ahora sería considerada una fugitiva.
Sin pensarlo dos veces, decidió probar ello.

-"¡Guardia!".

-"¿Quién anda ahí?". Preguntó el mismo, pero al ver a quién tenía enfrente, se respondió sólo.

Inmediatamente tomó una postura de pelea, y Azula supo allí mismo que todos lo sabían.
Al final, ella fue marcada ante su nación como una traidora, una fugitiva.

-"Princesa Azula. Lo lamento, pero usted no puede estar aquí. Es una trai...". Exclamó, sólo para ser detenido por la espada de Percy apoyada peligrosamente en su garganta.

-"¿Decías?". Dijo el pelinegro.

-"Ahora, te recomendaría que me digas todo". La princesa ordenó, acercandose amenazante.

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-"Celda 3B". Recordó Ty Lee a sus amigos.

-"Aquí está". Indicó Azula, una vez llegó a la misma.

Sin perder siquiera el tiempo, Percy se abrió paso y congeló la cerradura, para inmediatamente romperla con un golpe seco de su espada.

Dentro, y como ya habían visto, se encontraba Mai, descansando en la cama.
Al examinarla de arriba abajo, Azula notó gratamente que Raijin no le había infringido ningún daño.

-"Finalmente". Exclamó con un tono aburrido y monótono.

-"Con un gracias estaría bien". Llegó la voz de Percy, revoleando los ojos.

Mai se sentó, y enfocó su atención lejos del cuchillo que acababa de manipular.

-"Veo que no te quitaron las armas". Adivinó Azula.

-"Sabes que siempre tengo un juego de repuesto escondido".

-"Dejemos la charla para después". Recomendó Percy.

-"Si. Hay que irnos. Ahora". Urgió Ty Lee.

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Corriendo a toda velocidad, y esquivando con cuidado las patrullas, el cuarteto logró rápidamente llegar al muelle.
Con una aeronave a su disposición, Ty Lee y Mai subieron inmediatamente.
Percy estaba por hacer lo mismo, pero una mirada hacía Azula lo detuvo.
Estaba mirando fijamente el Palacio Real, a la distancia.
El semidios para su completo malestar supo instantáneamente lo que ella estaba pensando hacer.

Percy Jackson And The PrincessWhere stories live. Discover now