XVIII•Long Live Minerva

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///Advertencia: Bastante largo y con algunas descripciones desagradables al final///

Larga vida a Minerva.

Mientras el pequeño demonio volvía de su lugar secreto, escuchó unos murmureos en el pasillo. Le pareció extraño ya que eran unas altas horas de la noche y no se suponía que hubiera alguien despierto. Podía reconocer las voces de sus padres, mas las otras le eran desconocidas. Asomó su vista y vio a un niño como él siendo acompañado por 2 demonios vestidos en batas de laboratorio. No definía bien que hablaban y no creía que sería importante, así que continuó su camino hacia su habitación. No podía esperar a escribir las nuevas cosas que había descubierto sobre los humanos en su libreta.

En la mañana, sus padres le presentaron a las visitas, eran quienes había visto por la madrugada. Le informaron que se quedarían por unos días por negocios, en fin, cosas que no entendía. El niño que venía con ellos lo miraba fijamente sin decir una palabra, aquella actitud le perturbaba y así se pasó todo el día, no podía salir de él, casi no tuvo un instante a solas. Por más que protestó por esto, sus padres no le hicieron caso. Para él, aquello era un problema mayor. ¿Cómo se suponía que le llevaría comida a la humana si no se quitaba al extraño chiquillo de encima?

Al fin fue la hora de dormir. Para su suerte, él dormía en un cuarto diferente así que, sin hacer mucho ruido, salió de su habitación como todas las noches. Después de recorrer el camino hasta su lugar secreto, el demonio suspiró de alivio. Allí estaba ella, sentada leyendo frente a la oculta puertecita.

- ¡Buenas noches! – saludó, entrando al espacio y sentándose de espalda a la entrada

- Hola, Kooji. ¿No viene Luka hoy? – preguntó ella, hambrienta, mirando el envase que tenía el chico en sus manos

- No. Hoy había visita en casa. – dijo sentándose en el suelo y abriendo dicho envase, para luego extendérselo a la niña – Había un niño raro que no paraba de vigilarme, me daba escalofríos. –

- Ehh, ¿y por qué estaban en tu casa? – preguntó antes de dar el primer bocado a su pan

- Bah, ¡qué sé yo! Problemas de adultos seguro. – se rascó la nuca, ahora pensativo

Se quedaron en un silencio cómodo, mientras ella terminaba su comida. El pelirrojo maldijo el no ser capaz de brindarle sus 3 comidas diarias, como le correspondía a una buena dieta humana, se tendría que conformar con una porque si no, los descubrirían.

- ¿Eh? – la humana miró lo que había detrás de Kooji – Ehm… ¿quién es él? –

El niño, confundido con sus palabras, volteó su rostro hacia atrás y lo que vio lo hizo maldecirlo todo. Era el mocoso que no dejaba de mirarlo en el día.

- E-ey, ¿q-qué rayos haces aquí? – se notaba el nerviosismo en su voz

- Podría preguntar lo mismo. – al fin se dignaba a dirigirle la palabra

- ¿Qué te crees? Tú a mí no me conoces de nada. ¿Por qué me hablas con esa osadía? – replicó el pelirrojo

- Así que tienes una humana aquí, ¿eh? – afirmó este, ignorando por completo lo antes dicho por el otro

- E-ella… -

- ¡Por favor, no digas nada! – suplicó la pequeña – Si dices algo… Kooji será castigado y “ellos” me encontrarán… - sus ojos se aguaron – ¡No quiero que me coman! –

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now