VIII•Checkmate

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Jaque mate.

Después de haber preparado la cena, Ray se preguntaba dónde pudiera estar Emma. No la había visto en todo el día. Cuando fue a su habitación, ella ya no estaba. Se encontraba algo preocupado. ¿Tenía que ver con lo que había hecho anoche? ¿Acaso lo estaba evitando? Se golpeaba mentalmente al pensar en eso.

Solo le quedaba un día en la villa, debía prepararse material, física y psicológicamente para la misión. Ya llevaba desde hace 2 días alentándose a sí mismo, para no sufrir después por melancolía o anhelo. Físicamente siempre hacía ejercicios, así que no debía preocuparse por ello. Lo que restaba era el equipamiento. ¿Qué debería llevarse consigo? Se dirigió al cuarto de armas y cuál fue su sorpresa al encontrarse allí a Hayato y a Zack.

- Hey, chicos. ¿Qué hacen aquí? – preguntó confundido

- ¡Zack-san me está ayudando a elegir un arma! Me vio entrando dudoso a la armería y decidió aconsejarme. –

- Oh, ya veo. Quieres aprender a defenderte, eh. – dijo Ray

- Sí. Aunque no me gusta la violencia, tener un arma siempre es bueno. Te sientes protegido, ¿no? Aunque nunca la he necesitado pues mi mejor cualidad es mi velocidad. Gracias a ella siempre huyo de situaciones peligrosas. –

El joven pelinegro observó la expresión preocupada del rubio.

- ¿Y qué han pensado hasta ahora? – preguntó

- Le sugerí una pistola pequeña. – respondió Zack – Es poco pesada, rápida y fácil de manejar. Creo que es lo perfecto para él. –

Ray tomó la pistola elegida en sus manos. Observó la diana que se encontraba al otro lado de la habitación y se colocó en posición de disparo. Hayato miraba sus acciones curioso. Al retirar el seguro, el gatillo del arma fue presionado y una bala fue clavada rápidamente muy cerca del centro de la diana. Tanto el rubio como el chico de piel morena aplaudieron ante esto. El pelinegro detalló la pistola en sus manos.

- ¿Crees poder no entrar en pánico cuando la uses? – le preguntó al hiperactivo muchacho

- No lo creo jajaja, nunca he usado un arma antes, pero, por favor, ¡enséñenme! – el inexperto hizo una reverencia en forma de petición y los otros dos jóvenes aceptaron.

///

Hablar con Norman la había devuelto a su estado de tristeza. Pensar en lo que pudo haber hecho y no hizo siempre la dejaba acabada y ahora que Ray no estaba cerca, debía despejar su mente de alguna otra forma. Mientras deambulaba por los pasillos, encontró a Sherry, quien estaba junto a Nina y Jemina, llevando las ropas recién lavadas a los cuartos. Pensó que sería una buena idea ayudarlas, así que se acercó.

- B-buenas tardes, chicas. – habló con inseguridad

- ¡Emma! ¿Qué tal? – exclamó Jemina, feliz de ver a la mayor

- Rival de amor… - susurró Sherry para sí misma

- ¿Ya te recuperaste del resfriado? – preguntó Nina preocupada

Emma se quedó pensativa. Vaya, ahora que lo pensaba, realmente su resfriado se había ido. Lo de anoche la dejó tan confusa que ni se percató el momento en que dejó de estornudar.

- Si, parece que sí. Ni me había dado cuenta. – sonrió un poco y las niñas se alegraron por esto - ¿Necesitan ayuda? –

- ¡Sí, por favor! Así terminaremos más rápido. – comentó Sherry

Emma tomó uno de los bultos de ropa apiladas y dobladas y caminó al lado de las pequeñas hacia los cuartos.

- Bien, Nina, retomando nuestra conversación… - comenzó Jemina

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now