VII• Talks that can change it all.

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Charlas que pueden cambiarlo todo.

Unos brillantes orbes color amatista la observaban en la oscuridad. Esa hipnotizante mirada la tenía a su merced. Su expresión tan calmada y al mismo tiempo maliciosa la hacía temblar mientras poco a poco el chico se acercaba a su cama.

- Emma... - habló con una voz suave y susurrante que provocó escalofríos por todo su ser - ...te necesito tanto... -

Sus rudas manos acariciaron dulcemente las facciones de la joven, quien se dejaba llevar por su tacto y no oponía resistencia alguna.

- R-ray... - lo llamó casi con desesperación, su cuerpo temblaba ante la proximidad

El mencionado le respondió con una risita pícara, acercando sus rostros de tal forma que sus narices rozaban con las del otro. Ella trató de de alejarse, pero este se lo impidió, robando la distancia entre ellos con un beso. Y luego otro. Y otro más. Cada vez más profundos y movidos, y cada vez ella no sabía cómo corresponder. Ya no estaba segura de su definición de beso, aquello parecía mucho más. Tanta pasión, tantos sentimientos reprimidos, ah... era como un lenguaje que solo ellos dos conocían.

Al separarse, sus respiraciones eran agitadas. Ver a Ray tan confiado, ver que la deseaba tanto como ella a él, verlo más atractivo que nunca, la hacía derretirse ante toda esa situación. Una vez más, el pelinegro se acercó a ella, esta vez a su oído y fue repartiendo pequeños besos por él, mientras sus manos acariciaban tiernamente su abdomen. Un pequeño gemido dejó los labios de Emma, lo cual hizo reír orgullosamente a Ray, cuya risa volvió a causar en la pelinaranja extrañas sensaciones. Era como un círculo vicioso.

- Nee, Emma... - susurró el joven - ¿...hasta donde piensas llegar para despertar? -

- ¿Eh? – su voz denotaba confusión y al pestañear, quien se encontraba encima de ella, había desaparecido.

De nuevo, se levantaba llena de sudor, esta vez por razones muy diferentes a las usuales. Al caer en realización, sus mejillas se colorearon de rojo y sus ojos miraban a todos lados de la habitación, cerciorándose que el pelinegro no se encontraba cerca. Soltó un suspiro que se debatía entre el alivio y la decepción. El método de Ray había funcionado. Antes de dormir, la pelinaranja no pudo pensar en otra cosa más que en el beso. Se sentía eufórica de que él hubiese sido quién iniciase la moción, pero al mismo tiempo, se recordaba a sí misma que lo había hecho para mantenerla confundida. Y como resultado había tenido un sueño de "ese" tipo por primera vez en su vida. ¡No podría mirar a Ray a la cara hoy! Recordaría al Ray seductor con el que soñó... ah... qué vergüenza... ¡No! Tenía que despejar su mente por un rato. Tenía que olvidarse de ello de una forma u otra.

///

- ¡Buenos días, Vincent! – el niño se dirigía corriendo hacia el adulto con un libro en la mano

- Buen día, señorito Phil. – este lo recibió con una sonrisa

- Muchas gracias por el libro, te lo devuelvo. – el ojiazul extendió el objeto al hombre

- Espero que haya sido de tu agrado. Recuerda guardar silencio sobre esto. No suelo tomar libros de la oficina del jefe sin su permiso. – recordó

- No te preocupes. – evadió el tema – Por cierto, Ray me habló de la misión de investigar la villa abandonada. –

- Ah, sí. El jefe te eligió para mejorar tus habilidades. Él ve gran potencial en ti. –

- Si, pero tengo una duda. Estoy seguro que dada a la inteligencia de Norman él haya pensado en posibles escenarios o problemas que pueda ocurrir con futuros exploradores, ¿no es así? –

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now