XIII•Similar, but different.

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Similares, pero diferentes.

Aquel día, Poch se había ido a la villa a comprar verduras y sus amigos no parecían que irían a visitarla, así que se encontraba sola. Bueno... con excepción de sus tres perros-lobo que la acompañaban y de aquella humana que le habían encomendado "cuidar". Una hermosa joven de cabellos negros y con algunos toques rosa, que usaba una ropa un tanto extraña. Ya llevaba tres días bajo su cuidado y no parecía dar signos de levantarse.

Pero a veces, dichas situaciones ocurren de forma espontánea y sin previo aviso.

- ¿D-dónde...? – murmuró la pelinegra

La chica de piel oscura se tensó. Se encontraba en el salón principal de su pequeña casa cuando escuchó una tenue voz en su cuarto. Tomó un cuchillo de cocina, por protección y lo escondió tras suyo. Al abrir las cortinas que cubrían la entrada a su cuarto, halló a la joven tratando de levantarse con mucha debilidad, lo más probable, por la falta de nutrientes.

Ayse, tomó la medicina que Kooji le había dejado para dicho momento y se las llevó de inmediato.

- Toma esto. – ordenó

- ¿P-por qué... iría a tomar...? – intentó preguntar con desconfianza

- Porque si quisiera matarte, no me costaría nada en el estado en el que estás. Solo quiero salvarte. – explicó

La joven de cabellos rizos entendió y tomó el líquido que le ofrecía la albina, esta última la ayudó a recostarse en el espaldar de su cama.

- ¿Q-quién eres tú? ¿Dónde estamos? – preguntó la pelinegra

- Mi nombre es Ayse. Aquí es donde vivo. –

- ¿Cómo llegué aquí? –

- Cálmate. Primero, dime cómo te llamas, por favor. –

Esta pregunta dejo a la otra chica en silencio por unos segundos, decidiendo si debía contestar o no.

- Bárbara. Soy Bárbara. –

- Mucho gusto, Bárbara. Verás, según lo que escuché, unos amigos míos te curaron de un ataque muy extraño, pero tuvieron que traerte hasta mi casa porque la gente en el pueblo te temía. –

- ¿Me temía...? – se quedó un momento pensando y recordó lo que había pasado – ¡Ah! ¡N-no me digas que fueron esos demonios inteligentes! – se exaltó, pero no consiguió levantarse del todo

- Ellos mismos. Me dijeron que los salvaste antes que un demonio salvaje los devorase, pero que luego te dio una crisis y te desmayaste entre espasmos y pérdida de sangre. -

- ¡No fue mi intención salvarlos! ¡Al contrario! ¡Ellos eran mi presa! ¡No podía dejar que un demonio cualquiera se comiera un par de ejemplares creídos ya extintos! -

"Lo supuse..." pensó la albina

- ¡Ellos no pueden saber que me desperté! ¡No quiero lidiar con esos demonios aún! -

- ¿Por qué? ¿Por qué ellos decidieron salvarte? Yo creo que deberían saber, ellos estaban genuinamente preocupados por ti. ¿No crees que debas perdonarlos? –

Ante la palabra "perdón", Bárbara recordó porque había dejado la villa. Ella sí que había hecho algo imperdonable a su jefe que admiraba tanto. Había actuado sin su permiso y solo provocó que las cosas se complicaran. Resignada a este recuerdo volvió a recostarse en la cama, ahora con una expresión triste y de arrepentimiento.

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now