XVI•Even the tiniest spark can ignite a fire

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Incluso la menor chispa, puede producir un fuego.

Era el momento de seguir adelante, con dolor en el pecho, pero anhelando un futuro resplandeciente. Gracias a su amiga, la raza de los demonios inteligentes no se había extinto, ahora solo quedaba lograr la convivencia con ellos, lo cual resultaba una tarea complicada, pero Emma seguro tenía cierta noción sobre lo que hacer, ¿verdad?

Luego del debate ocurrido ese fatídico día, la pelinaranja optó por mostrarle a Kooji y Luka el cuerpo de la fundadora. Ambos se encontraban cenando junto al resto de la villa, cuando vieron el rostro devastado de Emma, recordaron la confesión de Bárbara y supieron a qué se debía. Ella los llevó al sótano para enseñarles el cuerpo de su amiga. El estado de ánimo de ambos cayó por los suelos, no era lo mismo saber de su muerte, que verla por sí mismos. La joven abrazó a ambos demonios, jurando que cumpliría con el legado de Mujika. Lograría la convivencia, la paz y la coexistencia. Protegería a ambas razas como si fuese una sola. Eso siempre fue lo que más quería hacer.

Una vez terminada su emotiva charla, Emma decidió consultar sus pensamientos con la almohada, sin embargo, no pudo pegar ojo en toda la noche. A la mañana siguiente, se encontraba cansada, hasta exhausta, no parecía poder con tanta conmoción. Siendo engañada por sus dos mejores amigos, Mujika había muerto, los demonios los odiaban... A pesar de lo que había dicho el día anterior con tanta determinación, mientras más pensaba en una solución, más dificultades y errores le encontraba. Su mente comenzó a disolverse en un torbellino de incertidumbre y no paraba de llenarse de dilemas. Después de 9 largas horas a oscuras, con nadie más que sus propias angustias mal-hablándole incesantemente, concluyó que quizás... solo debía rendirse otra vez...

La puerta de su habitación se abrió estruendosamente de par en par, provocándole un susto a la chica.

- ¡Buenos días, Emma! – sonó una voz conocida por ella de hace pocos días - ¡Levántate que tenemos trabajo que hacer! –

- Idiota, no tienes la confianza con ella como para entrar en su habitación sin permiso. – le regañó su amigo

- Buenos días, Kooji, Luka... - dijo un poco soñolienta, pero con una pequeña sonrisa al verlos

- ¿No le vas a decir nada? – preguntó el pelirrosa con respecto a la conducta del médico

- Está bien, una sorpresa era justo lo que necesitaba. – afirmo levantándose de la cama – Ahora salgo, denme unos minutos para cambiarme. –

- ¡Bien! Te esperamos en el salón de reuniones del sector oeste. – Kooji informó para luego cerrar la puerta. - ¿Dónde era eso? – Emma escuchó su voz en el pasillo

- Tonto, Ray nos acaba de decir. – respondió Luka y pudo notar como el sonido de sus voces se iba atenuando, indicando que se alejaba

"Ray..." recordó ella "¿Estará ahí con el resto?"

Ella sabía la respuesta. Por más que él le hubiese ocultado la verdad sobre Mujika por tanto tiempo, Emma sabía que nunca tuvo malas intenciones al hacerlo, por el contrario, todo lo que hace Ray tiene el objetivo de hacer feliz a Emma, teniendo en cuenta los deseos de ella. Aun así, algo en la mente de la chica le hacía recordar "Él te mantuvo al margen de todo, ¿realmente puedes confiar en él?".

"Claro que puedo..." se decía, pero se contradecía "Aunque... si me ocultó algo tan importante, quién sabe qué otras cosas no me ha dicho..." y otra vez "¡No, no! Ray es mi mejor amigo, mi pareja, a quien le profesé mi amor y fui correspondida..."

¿Cómo no iba a confiar en él? El pelinegro desde siempre ha estado a su lado, incondicionalmente, ambos podían leer al otro como un libro abierto, sus sentimientos, emociones, pesares, todo era compartido entre ellos. Su mente no podía evitar inundarse de recuerdos de su imagen, sus palabras, sus acciones; las sonrisas que le brindaba, los gestos que demostraban que le importaba, su voz pronunciando las palabras más dulces...

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now