IX•Farewell

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Despedida.

Todo había ocurrido de forma precipitada. Ray justo le había dicho a Emma que saldría en la misión de exploración. Luego había venido Phil para rectificarlo, afirmando que Emma iría también y explicándole a esta en qué consistía. Después de que concluyera su charla con los sorprendidos mayores, el pequeño se retiró de la habitación, por supuesto, despidiéndose de la pelinaranja primero. Ray lo acompañó a la salida con tal de conseguir algunas respuestas.

- Bueno, ¡hasta mañana, Ray! –

- Un momento, Phil. Creo que me debes una explicación. ¿Qué es eso de qué Emma vendrá y tú te quedas? –

- Oh, perdón, tienes razón. – el chico de piel oscura arrastró al mayor más lejos de la puerta- Logré formar una estrategia lo suficientemente buena como para ganarle a Norman. Lo enfrenté y lo hice ceder. ¡Lo convencí de enviar a Emma! ¿No es grandioso? – una amplia sonrisa era visible en su rostro

- ¿¡En serio!? – su expresión era incrédula, pero esperanzada

- ¡Sip! Logré acorralarlo ante sus errores. Puse sus propios ideales en su contra, justo como él hace y funcionó. -

- ¿P-por qué hiciste eso? – Ray se agachó un poco para estar a su altura

- Emma tiene derecho de saber la verdad. Ella es quien más merece saberla. Quizás de esa forma, su melancolía desaparecerá y podrá iniciar desde cero. Además, no podía permitir que siguiera siendo injusto con ustedes, chicos. ¡Emma y tú deben ser felices! –

El joven pelinegro soltó un suspiro aliviado. Estaba tan feliz que sentía que lloraría. Tomó por sorpresa al pequeño cuando lo abrazó fuertemente.

- Gracias, Phil… No creo que tengas idea de lo agradecido que estoy por lo que hiciste. –

- Jaja, Ray, no vayas a llorar ahora. – le devolvió el dulce abrazo de hermanos que compartían

///

La casa estaba lejos y bien escondida, más que la propia villa. Poch había confiado en él para guardar el secreto, incluso de su mejor amigo y así hizo. Hasta ese día. Bajo toda esa lluvia, pasaban por el intrincado y peligroso bosque. La luz de su lámpara de aceite se mantenía viva apenas y las capas que los cubrían, no evitaban que el agua los empapara. Por fin, después de una larga caminata, llegaron a su destino. Luka quedó sorprendido cuando vio la puerta oculta en las piedras y las ramas. Kooji, seguro de lo que hacía, dio unos cuantos toques. Su acompañante se preguntaba la necesidad de dar tantos. “Toc” “Tic” “Toc” “Toc” Era como un patrón. Luego de varios golpes, abrieron la puerta. La joven de piel oscura y cabellos rubios recibió al médico con una sonrisa, pero en cuanto vio que venía acompañado, se alarmó.

- Esta bien, Ayse. Podemos confiar en Luka. – trató de tranquilizarla y a pesar de eso, no bajó la guardia

- Supongo que algo debe haber cambiado para que vinieras aquí. – habló la chica con desconfianza

- No. Es precisamente porque nada ha cambiado que estoy aquí. – el médico se quitó su capa mientras entraba en la casa subterránea - Necesito que me ayudes a esconder a alguien. Es humana. – aclaró Kooji

- ¿Cómo la encontraron? – preguntó la rubia curiosa
- Es una larga historia…- se quejó Luka quien entraba detrás de su compañero

- ¿Crees que puedas compartir esta casa con ella? -

- Creo que puedo hacer algo incluso mejor. – Ayse fue un momento a su habitación y trajo algo consigo

- ¿La máscara de Myzha? – se cuestionó el amigo del médico
- De hecho, yo siempre he sido Myzha. Mientras me mantenga con la túnica, la máscara puesta y no hable, no me descubrirían. Ella también puede usarla. No notarían mucho la diferencia. –

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora