IV• It's love and they know it.

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Es amor y lo saben.

Mientras ordenaba los documentos y libros sintió un toque en su puerta. Tan solo con el sonido podía identificar quién era.

- Adelante, Vincent. - habló sin detener sus acciones.

- Buenos días, jefe. - el hombre entró a la oficina - Vengo a informar que la misión de exploración a regresado. -

- ¿Cuál es su estado? - el albino continuó archivando los papeles, ojeando algunos de vez en cuando.

- Están cansados. Trajeron bastantes provisiones. Y también... - el adulto se acercó al joven y murmuró unas palabras, evitando que alguien fuera de la habitación pudiera escucharlas.

- ¡Qué vengan a mi oficina inmediatamente! - ordenó con firmeza y algo sorprendido.

- Enseguida. -

Vincent salió del lugar a paso ligero, dejando a Minerva con sus propios pensamientos.

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Poco a poco recuperaba la conciencia, pero estaba muy cómoda como para levantarse. Además, todo se sentía muy pesado y cálido, contrastando con las sábanas, que se sentían más frescas que nunca y la almohada que abrazaba, que era consistente y aun así tan suave... Un momento... ¿desde cuándo las almohadas se mueven? Entonces, dentro de su propio limbo entre el sueño y la realidad, recordó.

- ¿Ray? – murmuró la pelinaranja en el hombro de su "almohada"

- Buenos días, bella durmiente. – la recibió con una pequeña sonrisa

La primera vez que le llamó así, ella se sonrojó por completo y casi lo bota de la cama. Ya la segunda, le tomó menos desprevenida. Y actualmente, lo consideraba normal. Aun así, su cara estaba roja, ¿sería por eso o...?

- Buenos días. ¿Qué hora es? – abrió por fin los ojos y se encontró exactamente el paisaje que esperó ver.

El pelo del chico estaba todo despeinado, no tenía idea de cómo hacía para que cada vez que se levantara tuviera un desastre en el pelo. Bueno, aunque ella no se quedaba atrás.

El pelinegro movió un poco su cabeza para mirar el reloj de la pared.

- Son las 11 de la mañana. Nos levantamos un poco tarde. –

- ¿Cuánto hace desde que despertaste? – preguntó la chica, separándose de él y levantándose de la cama

- No mucho, solo unos minutos. –dijo imitando a su amiga

La chica fue hasta su armario a escoger la ropa que usaría para el día.

- Ray, muchas gracias por lo de ayer. –

- No hay problema. -

Siempre le agradecía, a pesar de que él le dijera que no era necesario, que para él no era un favor, sino un deber; pero nunca le hacía caso, así que se había rendido.

- Bueno, te dejaré cambiarte. Voy a –

- ¡Achiss! – estornudó la joven

Ambos se miraron por un segundo sorprendidos. Por eso su piel estaba tan caliente, ¿cómo no pudo darse cuenta? El chico retenía una sonrisa y la chica tenía expresión enojada.

- ¡Espero que esto no sea un resfriado, Ray! A-a----¡achiss! – su tono de voz alto y amenazante, fue cortado por otro estornudo y ante esto, el pelinegro soltó una carcajada

- ¡Jajaja! ¡Oh, no! ¡Realmente te resfriaste, jajaja! ¡Pfft! ¡Perdón, perdón, perdón...! – el muy maldito se reía

- ¡Qué malo eres! ¡No te rías! ¡Puede que tú también lo estés! No solo nos bañamos los dos en el lago, sino también dormimos juntos, puede que te haya contagiado. –

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now