III• Sing me to sleep.

5.2K 448 1.1K
                                    

///Pequeña advertencia antes de empezar el capítulo: descripciones crudas y algunas un poco gore. (las pesadillas de Emma no se las deseo a nadie)///

Cántame hasta dormir.


Silencio y una expresión de sorpresa.

- ¿C-cómo lo...? – fueron las palabras que pudo formular

- Cuando estaba buscándote hoy, los encontré hablando. No pude escuchar que dijeron, pero te veías frustrado. – Emma tomó la mano derecha del chico como un gesto de comprensión – Y me preocupa, Ray. ¿No estarás guardándote todo para ti mismo de nuevo, o si? –

- Emma... -

El chico pelinegro miró hacia un lado, como analizando que diría. Sus ojos recorrían la cueva de arriba abajo, buscando una solución a su actual problema.

"De mi boca no saldrá ni una palabra." Había dicho, pero cuando ella lo miraba realmente preocupada, él no podía evitar querer contarle. Nunca hubiera querido ocultar nada a alguien tan especial para él como Emma, sin embargo, debía hacerlo. Una opción sería decirle que todo estaba bien, que no era nada importante, sabiendo que ella no le creería. Por lo tanto, su única alternativa era expresarle lo que sentía con respecto a lo hablado.

- Emma, lo que Vincent y yo hablamos es algo... confidencial. – por fin miró a su amiga a los ojos – Por más que quisiera decírtelo, no puedo. Sabes que no me gusta mentirte, por eso, te digo con sinceridad que es mejor que no se sepa todavía. – sus manos ahora tomaron la de ella – ¿Me dejarías cargar con esa información yo solo? Es solo por un tiempo. Cuando pueda, prometo que te lo diré. Lo oirás de mí y de nadie más, ¿ok? –

Emma lo entendía, y más cuando los orbes oscuros del chico le reafirmaban lo dicho. A Ray le dolía no decirle nada, pero no podía. Simplemente no podía.

- Está bien, lo comprendo. Confío en ti, Ray. Confío que un día, cuando te sientas más tranquilo, me dirás. – su rostro tenía una sonrisa triste, tratando de calmar a su amigo.

- Gracias por ser tan comprensiva, Emma. No te merezco. – dijo mientras suspiraba aliviado.

- Esa es mi frase, Ray. – ambos se sonrojaron un poco.

El pelinegro pensó que lo mejor sería cambiar de tema de nuevo, por lo que soltó sus manos y comió lo que quedaba de su pizza de un bocado, sorprendiendo a la de cabellos naranjas.

- ¡Vamos a pescar! Así contribuiremos con comida a la villa. – Ray buscó la caña de pescar y carnada de su mochila.

Ambos se sentaron en la orilla de nuevo, y mientras el chico pescaba, hablaron y hablaron olvidándose de sus preocupaciones. Ray le contaba de los libros que había leído últimamente, o de como Chris cada vez se volvía más estudioso y estaba leyendo más, probablemente para imitarlo. Emma no ponía los temas de conversación, eso era más tarea del pelinegro; ella solo opinaba y aprendía con él. Para la pelinaranja, no había mejor manera para pasar el tiempo que escuchar a Ray hablar con emoción sobre las cosas que le gustaban.


///


Después días y días, semana tras semana, al fin se había acostumbrado al olor de los libros viejos. Su compañero, en cambio, conocía este aroma mejor que nadie, de hecho, lo hacía adentrarse más en su lectura. Por más y más contenido se metieran en sus cerebros, nada les servía en su propósito. Nada era realmente útil. No había pista, señal, sugerencia, rumor, solución: nada.

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now