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Ya pasaron cuatro días desde que estamos en maldivas, a estás mini-vacaciones les quedan tres días y después todos vuelven a lo suyo.

Al otro día de mi cumpleaños, todo el mundo hablaba de Paulo y Oriana, supuestamente salieron a un lugar y ella lo fue a esperar al aeropuerto. No puedo asegurar si es falso o verdadero, porque no hay pruebas, ni fotos, lo único que me queda es confíar.

-No sé que hacer- salimos con Sofía a tomar helado, porque tenía ganas de helado de limón-. Te juro que no puedo.

-Le preguntaste y el te lo negó, ¿por qué desconfiar?

-Porque todos están hablando de eso, hasta fue tendencia en twitter- suspiro mirándola-. No hay pruebas, pero tampoco quiero salir lastimada, mi última relación fue una mierda, no quiero lo misma para esta.

-Solo te puedo decir, que confíes en él, y si te lastima sabes que tenés a medio mundo apoyándote- sonrió.

-Quiero más helado- cambio de tema para no seguir pensando en eso-. Es el helado de limón más rico que comí en mi vida.

-Exagerada- le tiró una servilleta en la cara.

-No, en serio, proba esto- le ofrezco y ella prueba.

-Boluda es verdad- nos reímos y seguimos hablando de otras cosas.

(...)

Volvemos después de pasear por las playas de maldivas, como ya está anocheciendo todos se pusieron de acuerdo para ir a comer, Sofía se va a su cabaña y yo entro a la mía con Paulo que está en la cama con el celular. Lo saludo con un beso y el sigue en lo suyo.

Me entro a bañar, para salir con los chicos, cuando salgo me seco el cabello y me armo ondas con la planchita. Elijo algo cómodo para ponerme y salgo para la habitación.

–¿Vamos con los chicos?– pregunto mientras acomodo mis cosas, pero no recibo respuesta–. ¿Paulo?

–¿Qué?– levanta la vista del celular y me mira.

–Los chicos se fueron a comer, ¿vamos con ellos?– me siento en la cama para ponerme zapatillas.

–No tengo ganas– vuelve al celular.

–¿Te pasa algo?– lo miro pero está concentrado en otra cosa–. Eu.

–No me pasa nada, no quiero ir– ni siquiera me mira.

–¿Podés dejar el celular dos minutos por favor?– lo bloquea y me mira.

–Ya te dije que no quiero ir, estoy ocupado– me levanto de la cama y agarro el celular y la billetera.

–Bueno, listo, te dejo hacer las cosas en paz– salgo de la cabaña cerrando la puerta fuerte.

Me encuentro con Joaquín que está entrando a su habitación.

–¿No vas con los chicos?– niega con la cabeza.

–No me gusta la comida que fueron a comer.

–¿Querés que vayamos a otro lado? No me quiero quedar y seguro que los chicos ya pidieron.

–¿Paulo?– mira en dirección a mi cabaña que está al frente.

–No me dió bola– respondo y el me mira confundido–. Estaba con el celular, ocupado.

–Me cambio la remera y vamos– le sonrió y el entra a su habitación.

Encontramos un restaurante que por suerte no es comida de mar, porque en estos momentos no tengo ganas de comer eso. Pedimos el menú principal que es carne con algo que no conozco y de postre nos traen un volcán de chocolate.

–¿Queres hablar de lo que está pasando con Paulo o de otra cosa?– tomo un poco de vino.

–No quiero hablar de mi relación, hablemos de otra cosa– asiente y se ríe–. ¿De que te reís boludo?

–Me acordé de la vez que salimos en Buenos Aires después de lo de Bartra y estabas tan en pedo que me tiraste vino en la camisa blanca.

–Que tiempos boludo, extraño eso– mi celular vibra pero no le doy importancia.

–Vivíamos de joda prácticamente.

–Ahora también, solo que nos vemos menos, antes vivía viajando para verlos– me pongo la campera porque me hace frío–. ¿Vamos?

Pagamos todo y nos quedamos caminando por la playa, hablando y riéndonos. Después de un rato cada uno vuelve a su habitación.

Se escucha el agua correr asi que supongo que Paulo se baña, me desmaquillo.

–¿Amor?– pregunta saliendo del baño, no respondo, guardo la ropa que ya use para no dejar un desorden en la habitación–. Te mande mensaje y no respondiste.

–Estábamos cenando, no lo ví– comienzo a sacarme las zapatillas.

–¿Podemos hablar?– lo miro y asiento–. Perdón por lo de hace rato, fuí un boludo y no quiero que nos enojemos por pelotudeces– se sienta al lado mío y deja la toalla a un lado quedando solo en pantalón corto.

–Solo estoy cansada, todos los días me llegan mensajes y me etiquetan en publicaciones, no quiero que todo se vaya a la mierda por culpa de otros– me abraza y apoyo mi cabeza en su hombro.

–Yo también, pero al ser figuras públicas nos la tenemos que bancar por más de que a veces canse– me da un beso y se levanta para secarse el cabello–. ¿Mañana hacemos algo?

–Bueno, mañana nos cambiamos al hotel más grande, para estar todos juntos antes de que nos vayamos– termino de cambiarme y me quedo acostada.

Paulo se sube a horcajadas, llevo mis manos a su pecho, pero el las pone arriba de mi cabeza y me empieza a dar besos.

–Sos hermosa– dice bajando a mi cuello–. Pero tengo hambre– me suelta y le pego con la almohada riéndome.

–Y si no comiste amor– se levanta a llamar para pedir algo–. Pedí helado– me mira negando y hago puchero.












Together | Paulo DybalaWhere stories live. Discover now