Una cálida amiga

595 112 70
                                    

Una cálida amiga


Los destellos luminosos entraban sin cuidados por la rústica ventana de madera y se acoplaban dentro de la acogedora habitación en donde Elijah se encontraba terminando de colocarse el uniforme para afrontar el día que le deparaba, cuando, sin previo aviso, alguien golpeó la puerta. El joven escuchó sin problemas aquel golpeteo, pues su cabaña era pequeña y con pocas habitaciones.

Caminó extrañado hacia la entrada y al llegar y abrir la puerta, igual de rústica que la casa. Observó algo, o más bien a alguien, por el cual sentía un gran desprecio.

—Hola… eh… —dijo el hombre envejecido mientras mostraba su asquerosa sonrisa.

—Elijah —respondió cortante al director del cuartel.

—Claro… Elijah, seguro te sorprende verme —agregó con aires de grandeza.

—Sí, eso creo.

—Eso pensé —respondió con rapidez—. He venido a visitarte por un motivo de suma importancia. ¿Me invitarías a pasar, Elijah?

—Claro… claro, pase… —Abrió la puerta de par en par y se hizo a un lado.

El directorio Torec entró con confianza y caminó hasta un sillón individual de color rojo, en dónde Minos se había sentado la noche anterior.

—He venido para hablar sobre lo ocurrido el día de ayer. —Elijah asintió y el señor continuó—. ¿Nada para decir? Entiendo… sabes algo que yo no.

—No, no, no sé más que usted… señor.

Este rio por lo bajo y respondió:

—Yo aún no he dicho nada, ¿cómo sabes lo que yo sé? ¿me estuviste espiando? Ahora que lo dices, ayer, mientras iba de camino a mi casa, sentí que alguien me seguía.

—Yo no quise decir eso, no lo estuve espiando.

—Ah, ¿entonces?

—¿Entonces qué? —respondió sin entender.

—¿Cómo sabes lo que sé? —repitió con una voz fría y seca.

—N… no sé, solo fue un decir, pensé que usted estaba al tanto de lo ocurrido ayer, debido a que está aquí ahora.

—Con que es eso… —soltó pensativo—. Está bien, no te preocupes… solo vine a hacerte unas pocas preguntas de rutina, como bien dijiste, estoy al tanto de lo ocurrido ayer.

—Sí, señor, pregúnteme lo que tenga que preguntar, le prometo que no dudaré en responder.

—Me gusta oír eso —dijo con su clásica sonrisa—. ¿Sabes dónde se encuentra tu compañera… esa chica…? ¿Cuál era su nombre?

—Gia.

—Sí, esa chica, Gia. Tengo entendido que se retiró sin permiso de las prácticas, fui a su cabaña para realizarle algunas preguntas, pero no se encontraba en ella, por lo que decidí venir hasta aquí. Por ello mi primera pregunta es: ¿Conoces el paradero de Gia?

El señor había estado hablando como si el hecho le pareciera molestarle y sin importancia, sin embargo, Elijah percibía algo extraño detrás de esa actuación tan cotidiana.

Los PrivilegiadosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang