Un nuevo propósito

110 36 24
                                    

Un nuevo propósito


Evan comenzaba a abrir los ojos cuando fuertes golpes se oyeron en la sala principal. Enseguida se percató de que alguien había entrado con rapidez a la cabaña, por lo que se puso de pie y estiró su mano hacia el mueble donde descansaba Ostio, cuando dio dos pasos hasta el origen del ruido, hubiese preferido ver a la mismísima Yoxu de pie frente a él, en vez de lo que en verdad estaba allí.

—¡¿Qué ocurre?! —exclamó aterrado alzando la voz.

—No importa ahora, pero necesita ayuda —le respondió Gia, que estaba junto a Elijah que llevaba en brazos a un muy débil Joseph.

Evan sintió un temor extraño, pues nunca se había imaginado que Joseph podría terminar en un estado tan deplorable.

—¿Qué ha pasado? —gritó mientras sus brazos temblaban de pánico.

—No te preocupes por eso, no ocurrió nada malo… pronto te explicaremos —intentó calmarlo Gia.

Evan meditó sobre estas palabras y mil preguntas cruzaron por su mente, sin embargo, se limitó a decir:

—Recuéstenlo aquí. —Señalando el sofá de mimbre, similar al que se encontraba en la cabaña de los jóvenes.

Elijah, con sumo cuidado, depositó el cuerpo inerte de Joseph. Cuando se apartó, observó su rostro, arrugado, pálido y esquelético, con una extraña particularidad, parecía que una penumbra reinaba en él, como si una nube gris estuviera pasando por sus ojos en aquel momento.

—¿Minos? —preguntó Evan mientras observaba aquella imagen perturbadora y sentía que la misma lo golpeaba con ahínco.

—Siguió el camino, pensamos que Francis tal vez sepa que hacer, estamos desesperados —le respondió Elijah con la voz angustiosa.

Los jóvenes guardaron silencio y se propusieron atender a Joseph.

Al comienzo lo recostaron boca arriba y le colocaron almohadas por debajo de la cabeza, para que esta permaneciera levantada. Gia palpó su frente y creyó que ardía de fiebre, por lo que colocaron un paño húmedo sobre ella. Mientras Gia realizaba esto, los jóvenes intentaron buscar alguna señal de vitalidad, por suerte, no tardaron mucho en encontrarla. Su corazón latía, lento y tardío, pero latía, intentaron también notar su respiración y esta era preocupante, pues los jóvenes percibieron que eran muy cortas y distanciadas entre ellas.

De repente, se oyó un crujido y luego Minos entró a la habitación.

—He traído ayuda —se limitó a decir y Francis y Elián cruzaron la puerta.

—¿Qué ocurre…? —decía Francis antes de detenerse tras ver a Joseph—. Es peor de lo que creí, mucho peor.

—¿Puedes hacer algo, Francis? —le preguntó Evan.

—No lo sé, nunca vi a alguien así. Pero déjame estudiarlo mejor y te diré.

Los jóvenes se apartaron a un lado mientras Francis y Elián revisaban diversos factores del cuerpo casi sin vida del viejo Joseph. Al cabo de unos minutos, Francis se dirigió a Evan:

—Mira, no sé lo que ha pasado —dijo y Evan sintió que su cuerpo era oprimido—. Pero tengo fe en que no morirá.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó con un hilo de voz.

Los PrivilegiadosWhere stories live. Discover now