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Con ayuda de su desconocida habilidad, Fyodor había logrado viajar a Rusia con Ryūnosuke.

El niño parecía estar más tranquilo después de tres días de haber sido separado de su otro progenitor. Fyodor le había dado su apellido. Ahora mismo se encontraba en su casa, con algunos amigos suyos, reunidos y contándoles sus planes con Ryū.

- Fyodor, somos amigos desde la primaria. Así que, hazme el favor de venderme a mí a Ryūnosuke cuando crezca. Siempre han llamado mi atención los chicos half, sobretodo si son asiáticos. Son más tiernos y lindos y quiero a tu hijo para mí.

Decía uno de los hombres, que traía a Ryū sobre su regazo y jugaba con sus manitas. El niño inocente ni siquiera imaginaba que estaba tan lejos de su padre, ni mucho menos con malas personas. Sólo apretaba con sus manos los dedos del hombre que jugaba tiernamente con él.

Fyodor sonrió.

- Te doy mi palabra, Mike. Ryūnosuke será tuyo, sólo espera que llegue a los trece años.

Respondió el azabache del gorro, bebiendo un trago de su copa de vino. Tomó a Ryū de los brazos del otro hombre y lo sentó sobre su regazo. El niño aún no desarrollaba ningún trauma, afortunadamente. Todo parecía estar bien.

~•~•~•~•~

En cuanto a Dazai, en Japón...

Había avisado a la Agencia de Detectives Armados, y con ayuda de Chūya, a la Port Mafia. Ambas organizaciones enemigas se dispondrían a buscar el paradero de Fyodor, el único sospechoso, para tener a Ryūnosuke de vuelta.

Chūya había detenido más de doce intentos de suicidio de Dazai en los últimos tres días. No podía descuidarlo ni siquiera un segundo.

El castaño estaba bastante mal. Nunca nadie lo vió se ese modo. Tuvo a Ryū siendo muy joven, y sin su consentimiento, pero ahora es parte de su vida y no podría seguir viviendo sin él, sin ese pequeño ser que llegó al mundo a ser su compañía y darle fuerzas para avanzar.

El pelirrojo atendía al pequeño Atsushi mientras que Dazai seguía llorando por su ausencia, abrazando el peluche y una fotografía del niño. Ni siquiera todos sus dolores de antes podían compararse con el que estaba sintiendo en esos momentos. Temía lo peor de parte del violador de Fyodor.

- Dazai, cariño, ¿por qué no vas a dormir? Deberías descansar.

Aconsejaba. Alimentaba a Atsushi con un biberón.

- No puedo dormir mientras mi Ryū pudiera estar sufriendo de alguna manera. Tú no puedes entenderme, Chūya.

Respondió sollozante, cubriendo sus ojos con ambas manos.

- ¡¿Ah?! ¡Si te amo a tí y tu hijo es como mi hijo ahora, ¿Por qué no debería dolerme?! ¡¡Me duele Dazai!! ¡¡Me duele igual que a tí!! ¡¡También Atsushi me duele!! ¡¡Sólo que quiero que estés tranquilo!!

Contestó exaltado, entre gritos. Atsushi se asustó e hizo gestos de llanto. Pronto, el ojiazul lo arrulló un poco y evitó que llorara.

- Encontraremos a Ryū, Dazai. Sólo, ten paciencia...

Dijo más calmado.

~•~•~•~•~

Rusia.

Fyodor había investigado sobre la alimentación de los chinos, aún sabiendo que Ryūnosuke era mitad japonés y no chino. Encontró que entre sus platillos, se hallaban insectos y otra clase de cosas extrañas y exóticas. Tuvo una idea.

Consiguió cucarachas y algunos gusanos. Los mató, y los envolvió en una papilla de durazno que obligaba a Ryū a comer.

El niño negaba con su cabeza. No quería probar tal cosa, podía ver esos bichos ahí, tan asquerosos. Hacía gestos de llanto y empujaba la cuchara con rechazo.

- Anda, mocoso. Come.

Decía paciente, acercando de nuevo la cuchara a la boca de Ryū. Ryū no dudaba en empujarla con su mano.

- ¡No! ¡Leche papá Dazhai!

Sus ojitos grises se llenaban de lágrimas, así como su boca hacía una mueca de que pronto soltaría el llanto.

- Hmm. Ese idiota no está en Rusia. Lamento decirte que jamás volverás a tomar de esa leche, porque nunca verás a tu querido papá Dazai de nuevo.

Dijo con malicia, moviendo la silla con brusquedad y haciendo que el pequeño azabache cayera al suelo y soltara el llanto.

Fyodor rió a carcajadas.

Comenzó a patear al niño y a lastimarlo, hasta dejarlo herido y con algunos hematomas y moretones. Llorando con dolor.

Consiguió un contacto hacia Dazai y le envió un vídeo de Ryūnosuke sufriendo, sólo para complacerse.

Fue el único vídeo y la última vez que Dazai pudo saber de su hijo.

CATORCE AÑOS DESPUÉS...

YOKOHAMA.

- Este lugar me es muy familiar...

Murmuró cierto azabache de piel pálida. Llevaba un par de maletas y caminaba hacia su reencuentro con alguien: su novio de internet.

Tenía que conocerlo, y por eso estaba ahí. Por primera vez.

Todo era desconocido para él, pero tenía un gran deja vu de que ya había pasado por esas calles antes, aunque no lo recordaba con claridad. En su mente se encontraban imágenes borrosas de un joven con vendajes en todo su cuerpo, y de un pelirrojo que usaba sombrero. Nada más.

Después de caminar durante varios minutos, llegó a su destino. Una casa modesta y tradicional japonesa que resaltaba entre las demás. Suspiró, intentando dejar atrás todo el daño que había vivido y los abusos que sufrió en Rusia. Por fortuna, había logrado escapar de los locos que tanto daño le causaron, y pensaba quedarse a vivir en Japón para estar más cerca de su joven novio, Atsushi, de catorce años.

Tocó el timbre de la casa, y cierto hombre de 32 años y cabellera pelirroja, abrió, quedándose sorprendido.

- ¿T-Tú eres...?

- Dostoyevsky... Ryūnosuke.

Respondió serio. Atsushi lo escuchó desde el interior de la casa y nerviosamente, se apresuró a ir hacia la puerta. Quería abrazarlo por primera vez pero Chūya estaba en medio de ambos y fue el primero que lo abrazó. Ryūnosuke estaba confundido.

- ¡Papá! ¡¿Qué estás haciendo?!

Cuestionó el albino con confusión, creyendo que el mayor incomodaba a Ryū.

- ¡Es él!

- ¿Quién?

- ¡Él hijo de... Dazai...!

Se tornó serio.






No llegará a los 20 capítulos, el final está cerca y puede haber giros.

RYŪ EL HIJO DE DAZAIWhere stories live. Discover now