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Ryūnosuke le había tomado mucho cariño a la rata Rusa. Aunque en un principio Fyodor fue un abusivo con Dazai y sólo quería dañarlo, ahora lo único que le importaba era hacer feliz a Ryū, en el tiempo que les quedaba a los dos.

Lo había llevado al parque y se hallaba jugando con él, esperándolo en la parte de abajo del tobogán, cuidando que no se lastimara.

— ¡Papi, midá! ¡Muy alto!

Dijo con diversión, estando sentado en la parte de arriba del tobogán.

— Sí, estás muy alto, Ryūnosuke. Ahora, debes bajar.

Lo sostenía mientras lo ayudaba a resbalar. Ryū traía un peluche de su habilidad y lo dejó caer accidentalmente. Estiró sus bracitos hacia el Rashōmon de peluche que estaba sobre el césped.

— ¡Nu! ¡Dashōmon! ¡Ven!

Fyodor bajó lentamente por la resbaladilla al niño hasta llegar a la parte baja. Le dió la oportunidad de ir a recoger al peluche. Fue en ese momento cuando oyó unos aplausos y risas muy conocidas que se acercaban a ellos.

— Vaya, es la primera vez que te veo criando a un niño. Te ves chistoso.

Pronunció el albino, agachándose para contemplar al pequeño azabache que jugaba con su Rashōmon. Le parecía un niño adorable y muy tierno. Miraba a Fyodor y miraba a Ryū varias veces, comparándolos.

—Es igualito a tí.

Añadió risueño.

— Gogol, deja de hacerme perder el tiempo y ayúdame con Ryūnosuke. Debo cuidarlo todo el día en lo que Dazai-kun se presenta para la Port Mafia.

Dijo con cansancio. Levantó al menor en brazos y lo acomodó mejor.

— ¿Yo? ¿Ayudarte? No fui yo el que le fabricó un niño a Dazai-kun. ¿Por qué debería ayudarte?

— Porque ese enano de la gravedad nos ayuda con el niño como si fuera su hijo. No estaría mal que tú lo hicieras.

Contestó, mientras miraba que Ryū estaba algo soñoliento y lo cubría con una mantita para que no le molestara el Sol.

Caminaron con destino a un bar, con el niño dormido en brazos. No podían negarles la entrada puesto a que ya eran un par de adultos y peligrosos.
En cambio, con Dazai y Chūya aquella vez en el bar fue diferente. Por más que insistieron a Dazai de no entrar con un niño pequeño, éste simplemente ignoró a los encargados del lugar y entró.

— ¿Tenemos una razón para venir aquí, Gogol? No es un día especial. Además, debería estar yendo a casa para recostar a Ryūnosuke, él está dormido.

Se quejó el azabache, teniendo acurrucado a Ryū en sus brazos mientras tomaba asiento en un banco de la barra del bar. Recién les servían sus copas de vino tinto y pronto empezarían un brindis dedicado a algo que Fyodor desconocía.

— Por supuesto que tenemos un día especial. Dos-kun.

Acercó su copa a la copa del Ruso de manera repentina, confundiéndolo un poco. Gogol sonreía confiado.

— Oye, si crees que pasar el día con mi hijo es un día especial, ¿Eso no convierte a todos los días especiales? Digo, no sólo hoy soy padre...

RYŪ EL HIJO DE DAZAIWhere stories live. Discover now