12

799 106 5
                                    

Por "culpa" de Ryūnosuke, Chūya tuvo que irse a su casa a cuidar de Atsushi. No tenía idea de qué haría sin la ayuda de Dazai, pues era el de vendaje el que ya tenía experiencia con niños pequeños y no él. Estaba un poco asustado pero, se esforzaría en la crianza del pequeño albino que tan pronto había robado su corazón.

Con cuidado, había terminado de bañar al pequeño Atsushi y ahora se encontraba poniéndole un pañal de recién nacido, pues el albino ni siquiera tenía las dos semanas de vida.

— Si Dazai pudo con esto teniendo menos de dieciséis años, ¿por qué no podría yo, teniendo dieciocho? A ver, Atsushi-kun, no vayas a llorar. Sólo falta vestirte para dormir.

Decía para tranquilizarse. Atsushi se quejaba, parecía que iba a llorar en cualquier momento y movía sus piernitas y brazos, haciéndole el trabajo más difícil al pelirrojo.

Finalmente Chūya logró vestirlo y ahora era la hora de la cena. Estuvo investigando con Dazai sobre cómo cuidar un bebé, y los consejos estaban resultando bien.

Se sentó sobre su cama, recargado en la cabecera, y subió al niño sobre su regazo y un mini cobertor para brindarle comodidad. Agitó el biberón con la leche preparada para luego acercarlo a la pequeña boca de Atsushi, quien pronto comenzó a alimentarse.

— Me pregunto qué estará haciendo Dazai ahora mismo... Si no fuera por los celos de Ryū, nosotros estuviéramos... Intentando ser una familia de cuatro... Yo quiero darte una familia, Atsushi-kun. No quiero que seas un niño huérfano como lo fui yo, debes ser feliz. Tengo que convencer a Ryū y a Dazai.

♥♥♥

Mientras tanto, en casa de Dazai...

El castaño había preparado leche con un poco de chocolate en uno de los biberones entrenadores de Ryū. Recostó al niño sobre una manta al medio de la cama, con la cabeza en una almohada suave y cómoda. Se recostó a su lado para dar una última agitada al biberón y entregarlo al niño.

— Ryū, esta vez algo diferente. Leche con chocolate. Luego me dices que tal.

Dijo con una sonrisa, controlando a Ryū y viendo cómo probaba ese nuevo sabor.

— Hmm... ¿Quielles?

Acercó el biberón a la cara del vendado, quien sonrió y se lo empujó de nuevo, lentamente.

— No. Ese biberón lo compré para que Ryū-kun deje de alimentarse de mi pecho. Ryū ya es un niño de dos años y debe dejar el biberón y mi leche.

Respondió con ternura. El azabache  dejó el biberón detrás suyo, para aproximarse más a Dazai y abrazarlo, recargando su cara en el pecho del mayor.

— Nu. Leche de mami... Mash dica.

Dijo entre balbuceos y mala pronunciación, jalando con una de sus manitas la camiseta y vendaje de Dazai.

— Nonono, Ryū. Es asquerosa. Está mala. Asco.

Decía para deshacerse de Ryū en ese sentido. Quería acostumbrarlo a beber sólo del biberón entrenador y posteriormente meses después, en un vaso. Pero al parecer, Ryūnosuke no cedía tan fácilmente. Finalmente encontró su alimento favorito, ignorando el biberón que quedó justo detrás de él. Dazai suspiró con cansancio.

— Eres bastante terco, Ryū. ¿A quién sacaste en lo terco? Yo no soy así.

Desde luego que lo era, pero no lo admitía. Besó la frente del pequeño azabache con cariño, para luego disponerse a dormir, aunque muchos pensamientos sobre Chūya invadían su mente.

RYŪ EL HIJO DE DAZAIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora