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Dedicado a VanessaMarano4

Al día siguiente...

01 de junio...

Chūya había sacado a pasear a Ryū mientras que Dazai se había quedado en casa organizando los tres meses del segundo cumpleaños de su hijo. Cada mes lo festejaba, y esta vez, Chūya estaba con ellos.

El pelirrojo traía al niño sobre un carrito de supermercado, sentado en el lugar para niños pequeños. Echaba varios juguetes que regalaría a Ryū.
El pequeño azabache estaba muy emocionado con sus regalos. En especial, con una sonaja que tenía luces de colores y llamaba su atención. La agitaba y sonreía al verla.

— Ryū-kun, ¿estás seguro que quieres llevarlos todos? Son demasiados juguetes...

Preguntó Chūya con curiosidad. Miraba cómo el menor se divertía con todos aquellos juguetes que llevaba en el carrito.

— ¡Shii! ¡Juguetesh! ¡Todosh!

Respondió energético, agitando más su sonaja. Chūya sonrió.

— Bien. Entonces llevaremos todos. Debemos apresurarnos. Dazai nos espera con tu pequeña fiesta de dos años y tres meses. Ya eres un niño más grande, Ryū. ¿Te gustaría ahora tener dos hermanitos? Quizás... ¿Atsushi-kun?

Los ojitos de Ryū se llenaron de lágrimas, y pronto negaba con la cabeza varias veces. Odiaba la idea de tener un hermanito y mucho más si Atsushi pudiera serlo. Él quería ser el único de mamá, su consentido, sin ningún otro niño que tuviera la atención de Dazai.

— ¡No! ¡Hemanitosh no! ¡Ñunca!

Chūya sonrió, esperando esa respuesta.

— Vamos, Ryūnosuke. Creo que sería lindo ser tres hermanos. Tú serías el mayor...

El azabache soltó el llanto molesto y triste por el comentario. Podía comprender un poco más de palabras que le decían y ese comentario de Chūya no sonó para nada bien.

Minutos más tarde, ambos regresaban de sus compras. Además de comprar juguetes, Chūya compró ropa, sombreros de su estilo, zapatos, pañales y leche para Ryū, ahora sólo quedaba que Dazai lo vistiera elegante para la celebración.

El niño fue hacia Dazai para abrazarlo en cuanto llegó a casa. Parecía como si no lo hubiera visto en meses.

Dazai correspondía al tierno abrazo del menor y lo llevaba hasta la cama, donde podría vestirlo de mejor manera para las fotografías. Chūya los siguió.

Sobre un mueble de la habitación, había una caja de pastillas de las que Chūya tenía conocimiento, ya que en más de una ocasión, el jefe de la Port Mafia, Mori, por alguna razón las había ingerido y le dijo para qué servían. Era extraño que Mori consumiera eso.

— Dazai... ¿Acaso tú... Tomaste la pastilla para no quedar embarazado?

Preguntó triste y nervioso. Se quitaba su sombrero, mientras Dazai cambiaba de pañal a Ryū.

— Así es. Yo no podría tener otro bebé, Chūya. No ahora. Te dije que hasta los veinte años tendré otro niño. Cuando Ryū tenga cuatro o cinco años y pueda aceptar mejor a los hermanitos.

Respondió sin temor. El gesto de Chūya se tornó serio y triste. Él en verdad quería un hijo suyo con Dazai, sin importar que sean tan jóvenes. Se esforzó mucho en su primera vez, pero ahora sentía que Dazai en realidad no estaba muy interesado en él ni en su hijo inexistente. Ni siquiera en Atsushi. Su vida (de Dazai) sólo se enfocaba en Ryū, su corazón estaba en mil pedazos.

Chūya apretó los puños y fue hacia la puerta de la habitación, conteniendo sus ganas de llorar. Notando lo mucho que su pareja disfrutaba estar con el hijo de esa rata Rusa.

— Tuviste a Ryū cuando tenías dieciséis años. Al hijo de ese Ruso. ¿Por qué es tan difícil darme un hijo a mí? Quizás... ¿Porque mi estatura es baja y crees que ese niño podría salir chibi como yo? O porque simplemente no está en tus planes tener una familia conmigo.

Sus lágrimas salieron.

Dazai terminó de vestir a Ryūnosuke y fue hacia Chūya. Estaba avergonzado, pero él sabía porqué había tomado esa decisión.

— No es eso, Chūya... Seré el jefe de la Port Mafia y no puedo estar embarazado... Sería problemático...

Respondió serio, bajando a Ryūnosuke de la cama.

— ¿Problemático? Creo que tienes preferencia por los espermas Rusos. Sé que era una posibilidad del embarazo y no un hecho pero no esperaste esa oportunidad sabiendo que yo lo quería, sólo pensaste en tí. Fuiste egoísta, Dazai. Yo no puedo seguir con una persona tan egoísta como tú. Terminamos.

El castaño volteó sorprendido ante esa última palabra. ¿Terminar? ¿Tan pronto? Se sentía culpable por eso, pero también debía respetar sus sentimientos y su decisión, él tenía en pensamientos de que Chūya no lo comprendía, y con Chūya era lo mismo.

A decir verdad, seguían siendo un par de niños, de jóvenes de dieciocho que sólo pensaban en sus caprichos. Conocían el amor, sí, pero no de una manera sería y responsable.

Chūya se fue indignado, a su casa, triste y decepcionado de todo lo que había vivido. Estaba bastante molesto consigo mismo y con Dazai.

Por otro lado, el chico del vendaje festejaba en soledad a su pequeño azabache. Le había comprado un pastel de chocolate de los que a Ryū le gustaban.

Bailaron y cantaron canciones infantiles, jugaron, se divirtieron mucho.

— ¡Ryū! ¿Te divertiste?

Preguntó mostrándose feliz, aunque en su interior estaba destrozado, nuevamente.

— ¡Shii! ¡Divetido!

Contestó alegre, seguido de un bostezo. Estaba agotado de todo el día. Tenía sueño.

— Si Chūya estuviera aquí, seguramente hubiera sido más divertido... Fui muy grosero con él...

Habló serio. Un par de lágrimas salieron de sus ojos. Ryūnosuke notó la tristeza de su madre, y se acercó a él para abrazarlo y darle consuelo.

— Mami... No llodes...

Sus ojitos grises derramaron lágrimas. Se aferraba al pecho de Dazai, recargando su cabeza en él.

El mayor acariciaba la espalda del niño con delicadeza. Lo abrazaba y ahora los dos estaban llorando, después de un día "feliz".

— Odasaku... ¿Crees que estuve mal?

Más tarde el siguiente!


RYŪ EL HIJO DE DAZAIWhere stories live. Discover now