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LLANTOS Y MÁS LLANTOS...

Los llantos del bebé mayor despertaron al pelirrojo que se había quedado a dormir. Además, el bebé de pocos días de nacido también había despertado con los llantos del mayor.

Chūya se levantó del futón, al percatarse de que Dazai no se encontraba dentro del dormitorio. Se preocupó.

Antes de atender a alguno de los niños, salió de la habitación para buscar al castaño. Su mala sorpresa fue que Dazai, estaba haciéndose cortes con un cúter en sus brazos, mientras lloraba y sollozaba algunas cosas relacionadas seguramente a su pesadilla. Chūya suspiró y se acercó a él, alejándole con su habilidad ese cúter.

— ¡Para ya, Dazai!

Se situó frente a él, con los brazos cruzados.

— ¡¿Hasta cuándo vas a dejarlo?! ¡Tienes a Ryū, ahora a Atsushi-kun y yo estoy para tí también! ¡¿Aún no tienes razones para vivir?! ¡¿No somos tus razones para vivir?!

Interrogaba con decepción. El otro joven lo miraba a los ojos, desbordando lágrimas de los suyos. Pronto, se llevó ambas manos para cubrirlos y poder llorar mejor.

— Tengo miedo, Chūya. Tengo miedo de vivir lo que soñé. Le temo a ese maldito.

Respondió entre sollozos. Temblaba levemente y no se le notaban intenciones de levantarse. Ignoraba los llantos de Ryū y de Atsushi, hasta que un golpe doble se escuchó dentro de la habitación, seguido de unos llantos más intensos del azabache.

— Ryū...

Dejó de lado sus lágrimas y las limpió con rapidez, levantándose del suelo y dando un pequeño empujón a Chūya. Se apresuró tanto como pudo, seguido del pelirrojo hasta llegar a la habitación.

Ryūnosuke se había caído de la cuna luego de intentar bajar por su cuenta. Cayó de cabeza y se lastimó la frente y uno de sus ojos. Ya podía notarse la hinchazón y tuvo un pequeño corte en la frente dónde derramaba sangre. Lloraba con fuerza mientras apretaba sus puños y era auxiliado por Dazai, quien lo sentó sobre la cama para hacerle una pequeña curación en su frente y limpiar su sangre.

— Duele...

Decía entre llantos. Chūya atendía a Atsushi, dándole biberón, para que no hiciera juego con el llanto del ojigris. Comenzaba a desesperarse. Pronto comprendía que no estaba preparado para ser padre y ni siquiera entendía porqué había decidido adoptar a Atsushi, cuando Dazai parece no estar interesado en el niño y sólo se enfocaba en Ryū.

— Los rusos son muy llorones.

Murmuró, refiriéndose a Ryūnosuke y mirando que Atsushi ya no quería leche, pero estaba bastante tranquilo en sus brazos.

— Tú eres bastante tranquilo y con buen comportamiento. Buen niño, Atsushi.

Añadió, tocando con ternura una de las mejillas sonrosadas del albino que parece haberle sonreído.

***

— Tranquilo, ya te quité el golpe.

Decía Dazai para calmar a Ryūnosuke. El niño tocaba su frente con una de sus manitas, sobre el parche que el mayor le había puesto. Aún dolía, pero al escuchar que ya le habían quitado el golpe, se sentía aliviado.

En cuanto a su ojo, le quedó un moretón de color morado, pero ya no le prestaba mucha atención. Miró que Chūya recostó al bebé sobre la cama donde él estaba, y no pudo evitar molestarse. Él no quería hermanitos, ni ningún otro niño que pudiera "quitarle" a su papá. Quería ser el único, como siempre había sido. Estaba celoso.

RYŪ EL HIJO DE DAZAIWhere stories live. Discover now