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Dazai preparaba la papilla de manzana que le daría a Ryū para desayunar, pues la noche anterior, el niño se durmió con hambre. Ryū quería alimentarse en el bar pero no le fue permitido, y en casa, el sueño después del baño fue más fuerte que su hambre.

— Mami...

Llamó desde su silla especial para bebés. Esperaba su desayuno, aunque él sólo pensaba en "leche".

Dazai mezcló por última vez la papilla, y se dirigió a la mesa. Tomó asiento, y empezó a acercar una cucharada con papilla a Ryū. El niño se le quedaba mirando con disgusto, sin saber qué era eso que querían darle de comer.

— Mami... Leche... Esho no...

Volteaba hacia otro lado, evitando consumir la cucharada.

— Vamos, Ryū. Tienes que comer otras cosas, ya eres más grande. Aunque Odasaku haya dicho que antes de los tres años... ¡No! Vas a probar la papilla de manzana y te gustará. Si comes este rico desayuno, Ryū, podrás tomar leche más tarde.

Era una oferta bastante buena para Ryū, quien abrió su boquita para aceptar la cucharada.

— ¿Rico, verdad?

Preguntó Osamu, sonriéndole con ternura. Ryūnosuke asintió con la cabeza, sin dejar de ver la nueva cucharada que venía.

— ¡Otro avioncito de Mickey! ¡Abre!

El azabache obedecía bien, disfrutaba de su desayuno aunque "lo detestara", todo sea por esa leche.

Al ver que el niño hacía lo posible por ganarse el premio, sonrió y limpió con un pañuelo las mejillas y boca de Ryū, eliminando rastro de papilla.
Lo levantó, y recostó sobre su regazo, donde puso un cojín para mayor comodidad del niño. Se descubrió parte de su pecho plano, y dejó salir su pequeño pezón. Ryū miraba a Dazai a la cara algo temeroso hasta que...

— Hazlo Ryū. Ayer no te lo permití en el bar. Me moriría si algo malo te pasara y yo no te hice feliz antes de eso...

Ryū no respondió nada, sólo empezó a amamantarse mientras jugaba con una de las vendas de Dazai con una de sus manitas. La doblaba y desdoblaba constantemente.

— Bien. La comida de más tarde serán onigiris. Te gustarán.

Avisó antes de tener desacuerdos con el niño más tarde.

Alguien tocó la puerta de la casa, interrumpiendo su momento. Se levantó cuidadosamente, colocando una manta sobre Ryū y sus hombros, y caminó hasta la puerta para abrirla.

— Tú...

— Sé que no me quieres aquí, pero no me importa. Vengo a ver a mi bebé Ryū. Me lo llevaré a Rusia la semana entrante para que lo conozcan sus abuelos, mis tíos, mis primos y mis hermanos.

Anunció, descubriendo la mantita y logrando ver la cara del azabache. Dazai retrocedió dos pasos, cuidadosamente. Le avergonzaba que alguien más lo viera alimentar a su pequeño, y principalmente el causante de todo.

— No te lo llevarás. Tengo todos los derechos sobre Ryū, no puedes...

— No te lo quitaré. Sólo quiero llevarlo unos días y traerlo de vuelta. Ellos quieren conocerlo. Su familia Rusa.

Insistía. Quería tomar a Ryū en brazos pero Dazai se lo impedía y el mismo Ryūnosuke también. No iba a separarse de Dazai solo porque su papá había llegado.

— Entonces que los Rusos vengan. No pienso exponer a un bebé a un vuelo de horas, Fyodor. Pero si ellos vienen, les permitiré verlo.

Caminó hasta llegar a la silla de antes, sin dejar que el Ruso le quitara a Ryū de los brazos.

RYŪ EL HIJO DE DAZAIWhere stories live. Discover now