Capítulo 27

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—Hablé con el detective Ortigoza en San Rafael—dijo Juan, cerrando la puerta del estudio detrás de Gabriel.

—¿Que tienen ellos?

—El fiscal está de acuerdo con él. Están emitiendo una orden de arresto contra Daniel, en las próximas veinticuatro horas.

—Puede estar en Puerto Valdés,  o también puede estar en Chile. —Gabriel se sentó en una silla, con un dolor de cabeza palpitante detrás de sus ojos—. La extradición, entonces… eso va a ser un quilombo.

Se dio cuenta de que Juan no le estaba respondiendo, y cuando miró a su amigo, vio la expresión de su cara y entró en pánico.

—¿Qué pasa?

—No tuvimos una oportunidad para hablar de todo, pero cuando estaba en San Rafael, Ortigoza y yo desarrollamos una teoría —murmuró Juan—. Acerca de cómo Daniel consiguió meter a esas chicas en su auto, por qué siempre Tamara le podía proporcionar una coartada.

El estómago de Gabriel se cayó.

—Crees que está involucrada. En contra de su voluntad, tal vez, ella lo dejó...—protestó.

—O sus padres interrumpieron su propio
divorcio...

Gabriel recogió la trama.

—¿Y qué? Se divorcian, ella recibe el dinero.

—Recibe la mitad de todo.

Una amarga sonrisa se deslizó por el rostro de Gabriel.

—La mitad de lo que sus padres no le dejan que toque. Como los fondos fiduciarios.

—Pueden mantenerlo alejado de lo que quieran.

—Pero no pueden mantener a Tamara de forma legal. — Juan dio una patada al objeto más cercano, un sofá de cuero resistente que tembló bajo la fuerza del golpe.

—Puta madre.

Gabriel no tenía idea de cuál era su siguiente paso.

****

Julián lanzó su libro sin leer en el sofá, rodando la cabeza sobre sus hombros hasta que su cuello crujió.

Juan y Gabriel estaban escondidos en el estudio del ático, discutiendo frenéticamente cosas de las que él no estaba al tanto. Lo cual, en un buen día, era molesto como la mierda.

En el otro extremo de la vivienda, Angela y Agustín estaban teniendo una conversación seria en la terraza acristalada.

Incluso la bebé estaba dormida, dejando a Julián con sus dispositivos electrónicos.

El trabajo se detuvo, la boda se detuvo, su vida estaba detenida y no se podía hacer nada al respecto.

Casi llamó a su padre, pero ¿qué podía decir?

—Estoy en una situación difícil y estoy considerando solicitar un trabajo en ¿Lacoste?

Aburrido y agitado, Julián se levantó del sofá y vagó por el ático.

Pasó por delante del estudio dos veces, dando un paso en la tabla del suelo que sonaba solo porque sí. En la tercera pasada, Juan abrió la puerta y sacó la cabeza, y Julián fingió estar sorprendido.

—Entra. Queremos hablar con vos.

En el estudio de Agustín, decorado seriamente… solo faltaban las alfombras de piel…, Julián se sentó en el sillón.

Gabriel se sentó en la silla del escritorio y Juan tomó la silla más cercana a su prometido.

—¿Que está pasando?

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Where stories live. Discover now