Capítulo 15

194 22 2
                                    

Renato dejó a Camila a cargo una vez más, y tomó el subte a la comisaria.

Gabriel no estaba contestando el teléfono, un hecho que impulsó los pasos de Renato a su comisaria, estaba más nervioso que si se hubiera bebido toda la cafeína del mundo.

Había tomado la indirecta. Necesitaba ser algo más que una llamada de teléfono. Pensó que podía entrar en su oficina, cerrar la puerta y dejar el mensaje con la mayor disculpa del mundo, esperando que Gabriel le devolviera la llamada.

Por supuesto, sus planes mejor trazados cayeron en la basura cuando entró por la puerta.

La comisaria, con la tasa de criminalidad más baja de la ciudad, estaba de repente a tope con un asalto y un robo en un local de ropa de alta gama. Su teléfono comenzó a sonar tan pronto como se sentó y siguió sonando hasta casi las cinco. Cada vez que agarraba el celular para dejar un mensaje a Gabriel, otra persona se presentaba queriendo cinco minutos de su tiempo.

En un momento dado, tomó su celular en el baño de hombres y tecleó un mensaje.

Te quiero. Lo siento. Llamaré a las seis. Por favor contestame.

Esperó una hora, pero finalmente su teléfono sonó de nuevo.

Bueno.

****

A las seis, Renato cerró su puerta, apagó la luz y corrió las cortinas. Solo su lámpara de escritorio permanecía encendida, mientras presionaba el nombre de Gabriel en su celular.

El teléfono sonó y esperó.

Al tercer timbrazo, Gabriel contestó.

-Hola-dijo fríamente.

Renato dio unos golpecitos con los dedos sobre el escritorio.

-Hola, ¿cómo está todo con Juan y Julián? ¿Angela está bien?

-Está bien, bueno, no está bien. Todo el mundo está hecho mierda en este momento -dijo Gabriel finalmente.

Sonaba exhausto.

-¿Necesitas algo? Puedo, um, puedo conducir hasta allí si necesitas ropa o lo que sea.

-Me traje un bolso.

Renato sintió que el mundo se inclinaba un poco.

-¡Ah! Bueno, yo... quería disculparme por lo que pasó ayer por la mañana. Fui un pelotudo por dejarte todo a cargo e irme igual.

Gabriel no respondió. Renato tomó una respiración profunda.

-Camila se encargó de todo, pero uhhh... ella no debería tener que hacerlo. Su carrera esta en un momento importante...

-Pero no es tan importante como la tuya.

-Gabriel, nunca dije...

-No, no tenés que decir las palabras, tus acciones hablan solas.

-Tenés razón..., mis acciones dijeron que ese no es mi problema, que vos lo manejes. Y me avergüenzo de mi comportamiento.

Podía oír la respiración de Gabriel, podía sentir su ira a través de la línea y por un momento, Renato pensó en colgar.

-Está bien, lo sentís. ¿Qué pasa la próxima vez? Los dos sabemos que la habrá.

Renato sintió la frustración saltar.

-¿Querés que renuncie? Porque esa es la única manera en que puedo garantizar que esto no vuelva a ocurrir.

Nada.

-Me empujaste a hacer esto. Estabas a favor de que tomara el ascenso.

-Espera, así que ¿esto es culpa mía? -El tono de Gabriel sonaba totalmente incrédulo-. Te digo que aproveches una gran oportunidad, y ¿decidís que es un permiso para ser un pelotudo?

-¡Eso no es lo que estoy diciendo! -Renato sabía que esto iba mal. Su irritación se encendió incluso cuando se dijo así mismo que se callara-. Pero los dos sabíamos lo que significaba antes de decir que sí.

-Por lo tanto, debería haber estado preparado para que me jodas como lo hiciste con tu esposa.

Algo doloroso explotó detrás de los ojos de Renato.

-No podés hablar como si la conocieras.

Gabriel rio, frío y amargo.

-No la conocía, pero estoy empezando a entender su vida.

La línea se cortó.

****

El impulso de romper algo por la mitad con las manos desnudas abrumó a Renato. Después de todos sus años juntos, algunas cosas todavía estaban fuera de los límites. Los niños, Agustina, nunca eran armas ni peones. Los problemas que tuvieran juntos, los mantuvieron entre ellos. Esto era diferente. Feo.

Debido a que la peor parte, era que Gabriel tenía razón.

****

Cuando Renato llegó a casa, Camila estaba acomodando la mesa del comedor. Ella no dijo nada cuando se negó a cenar a favor de derrumbarse en el sillón.

***

Había soñado con Agustina y Gabriel, fríos y duros, negándose a hablar con él cuando se disculpó y les pidió una segunda oportunidad.

En el desayudo, Isabella se quedó mirando la silla vacía de Gabriel, negándose a participar en el intento de Camila por entablar una agradable conversación.

Esquivo las miradas inquisidoras de Guillermina. Ella quería hablar a solas con su padre, pero el le prometió que a la noche más tranquilos. Incluso Emilia estaba nerviosa por la ausencia de Gabriel.

Cuando Bruno se fue sin decir adiós, Renato sabía perfectamente bien del lado de quién estaban sus hijos.

-Él va a volver, ¿verdad? -preguntó Emilia mientras estaban en la puerta principal.

Renato se metió las llaves en el bolsillo, con los ojos apartados.

-Sí. Nosotros solo... solo necesitamos unos días para solucionar algo.

Emiliia cruzó los brazos sobre su pecho. Cuando Renato la miró, confusión y tristeza atravesaban sus rasgos. Se sentía como si Agustina estuviera juzgándolo. Se sentía como una advertencia terrible.

-Está bien -dijo finalmente, raspando sus zapatos contra la alfombra de la entrada-. Sería horrible que la familia se rompiera de nuevo. Me refiero a que los chicos no necesitan, ya sabes...

Renato se tragó un nudo en la garganta y atrajo a Emilia a sus brazos.

-Gracias, mi amor. No quiero que se rompa tampoco.

Renato envió dos mensajes en el metro, mientras se sostenía firmemente a un poste y escribía con una sola mano.

Lo siento.

Por favor, volve a casa para que podamos hablar.

No obtuvo una respuesta.

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Where stories live. Discover now