Epílogo

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Dejaron sus sacos del esmoquin en la encimera de la cocina entre las botellas de champán vacías y los restos de preparación de la empresa de catering para el buffet. Julián se quitó los zapatos en el pasillo, tirando de Juan hacia la última puerta a la derecha.

Este era la única la habitación donde no se permitió la entrada.

Esto era un secreto hasta que Fátima la entregara y Juan y Julián pudieran traer a su hija aquí por primera vez.

—¿No es un poco raro beber champán en un cuarto de niños? —preguntó Juan cuando Julián abrió la puerta.

—Solo si vas a compartir con el bebé.

Una pequeña lámpara en forma de un conejo de cerámica era toda la luz que permitía Julián. Abrió las cortinas blancas de las tres ventanas para que las luces de la recepción de la boda crearan patrones en los pisos de madera pulida y en la alfombra de color rojo oscuro. Se sabía toda la sala de memoria, el papel pintado de flores cerezo, la cuna de madera clara y combinando con una cómoda y la mesa para cambiar pañales. La ropa de color rosa pálido y el surtido de conejos en cada superficie.

Todo estaba listo y esperando por Carolina Guilera Cerati o Cerati Guilera… todavía estaban negociándolo-.

—Te amo y estoy contento de haberme casado con vos. —murmuró Julián, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de su marido, apoyado en sus hombros—. Y también estoy feliz de que mi hermana y tú estén teniendo nuestro bebé, lo que no suena raro en absoluto.

Ellos compartieron una risa.

A través de las ventanas llegaron los sonidos de la música y la conversación, sus familias y amigos mezclándose entre sí.

—Tenemos que decir gracias y buenas noches — suspirando, Julián se acurrucó en los brazos de Juan, pensando en la cantidad de llamadas de disculpa que tendrían que hacer si no se movía.

—Sí, debemos hacer eso —dijo Juan, buscando el champán junto a ellos—. Justo después de bebernos esta botella.

Había tanto que celebrar, la boda, el bebé, que sus vidas se habían asentado de una manera como nunca antes.

Julián se movió lo suficiente para que Juan pudiera hacer estallar el corcho con las dos manos.

—No tenemos vasos —señaló Julián cuando el corcho saltó y Juan convenientemente utilizó su boca para succionar la corriente que salía de la botella—. Ahhh, no importa — agregó cuando Juan hizo cosas groseras a la boca de la botella.

—Nuestro primer brindis —dijo Juan, lamiéndose los labios.

—Nuestro primer brindis —dijo Julián, tomando el control de lo que quedaba del champán—. Para mi héroe, Juan Guilera. La mejor persona que he conocido en mi vida.
Precioso, atractivo, inteligente y sorprendentemente valiente. Me haces un ser humano mejor y espero que nuestra Carolina resulte exactamente igual que vos en todos los aspectos. Excepto en el cabello.

Juan se pasó una mano defensiva sobre su pelo rapado, todavía aferrado a su color.

—¿Qué pasa con mi pelo?

—Bebé, no te cortes el pelo tan rapado solo por mí. — Julián se inclinó hacia abajo, moliendo sus caderas lentamente.

—Mmmm. —Juan tomó la botella, Julián oyó el tintineo contra el suelo, y envolvió ambos brazos alrededor de su cuerpo—. Carolina debe tener tu hermoso cabello —murmuró
Juan, frotando las manos calientes en la longitud de la espalda de Julián.

****

—No puedo creer que nadie se haya dado cuenta de esto —murmuró Renato al oído de Gabriel mientras giraban alrededor de la pista de baile.

Gabriel apretó sus brazos alrededor de la cintura de Renato, encajándolos juntos de una manera que bordeaba lo sucio.

A Renato no le importaba.

—Especialmente ya que son unos hijos de puta entrometidos.

Se movieron lentamente, intercambiando a quien conducía como si fuera una segunda naturaleza. Se estaban haciendo buenos en esto, el dar y recibir, dejando al instinto
ser su guía, en lugar de pensar demasiado.

Renato sabía, en el silencio del momento, que este era su verdadero secreto. Cómo hicieron que esto funcionara, les hizo funcionar.

Confianza.

Dejando ir.

—Deja de pensar tan fuerte. Esto es romántico —susurró Gabriel, poniendo fin a sus palabras con un beso en la curva de la oreja de Renato.

Era romántico, acunado en los brazos de Gabriel, maravilloso en la noche que se asentaba al alrededor de ellos.

—Podríamos hacer un anuncio —dijo, pensando en la emoción de los niños, en el apoyo de Juan y de Julián, en el entusiasmo de Minerva y de Tomás.

—O podríamos mantenerlo en secreto, como
acordamos. —Gabriel movió su cabeza lo suficiente para darle una mirada a Renato.

—Está bien. —Renato apoyó la cabeza en el hombro de Gabriel. Un secreto solo para ellos. Sí, eso parecía correcto.

El DJ cambió las canciones pero no el ritmo: una clásica canción de Ed Sheeran, Perfect, que invitó a más parejas a la pista de baile.

Renato vio el amor en cada etapa, desde los adolescentes ruborizados a las personas agradecidas de tener un momento íntimo lejos de los niños, a los movimientos de baile suave de los que habían estado haciendo esto durante décadas.

Esta no era la forma en que su vida se suponía que iba a ir, pero era exactamente donde decidió estar.





•○●~FIN~●○•

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें