Capítulo 3

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Julián Cerati caminaba con las piernas temblorosas hasta la entrada de la casa. Lo que sea que existiera más allá del agotamiento total, bueno, lo estaba sintiendo desde hacía dos semanas sin poder superarlo por completo. La filmación había terminado y la postproducción estaba en marcha, por fin Julián podía volver a casa.

A las tres y media de la madrugada.

Temblando con el aire de la noche, dejó caer su de mano y sus valijas en los escalones de la entrada. Necesitaba las dos manos para buscar a tientas la llave y la cerradura, y le costó tres intentos hacer que sus dedos cooperaran.

En el cuarto intento, sonó un clic y se abrió la puerta.

Juan, enmarcado por la puerta e iluminado desde atrás por la lámpara de araña de la entrada, le sonrió mientras Julián trataba de no estallar en un ataque de histeria.

Lágrimas o risas, no tenía ni idea de lo que saldría si abría la boca.

—Hola —se las arregló para decir antes de que Juan le extendiera la mano y tirara de él hacia su hogar, entre sus brazos.

Juan, lo llevó hacia la sala de estar y directo al sillón. Julián se extendía sobre las almohadas y se cubría con las mantas. Se dio cuenta un segundo después de que Juan lo había estado esperando allí.

Julián estaba ahí, Juan estaba ahí y toda la distancia casi había desaparecido.

***

Luego de treinta y seis horas de reconexión con Juan, Julián se sentían dispuesto a volver a encender su celular. Sólo 111 mensajes, correos electrónicos y mensajes de voz. Se consideraba afortunado.

En el viaje a las oficinas de Agustín, Juan conducía mientras Julián manejaba su vida con su celular. Intentó hablarle al mismo tiempo, muy consciente de la creciente tensión que venía del asiento del conductor.

—Casi terminado —dijo alegremente—. Sólo un poco más.

Remitió cosas, delegó, puso reparos y retrasó. Todo de lo que quería presumir se murió en su lengua. Julián no se perdió la ironía de que el caso que lo había llevado al amor de su vida estaba ahora abriendo un agujero de tirantez entre ellos.

—Dios, estoy tan contento de estar de vuelta—dijo Julián con entusiasmo, respondiendo a otra pregunta del coordinador de medios de comunicación de la película.

Juan asintió en acuerdo.

—Tenemos un montón de cosas que hacer, así que esperó que tu agenda esté libre. Planes de boda, por supuesto, y tenemos que terminar ese baño —divagó—. ¿Tal vez pasar un fin de semana en la casa de mi padre?

—Una de tus hermanas me dijo que iba a un viaje con el grupo de jubilados —dijo Juan, cambiando de carril al pasar veloz hacia la ciudad.

—¡Ahhh! Ahora lo recuerdo. A mi padre nunca le gustó viajar. Estoy seguro de que es por alguna dama de ese famoso grupo.

***

Juan aparcó en el garage subterráneo del edificio, donde se alojaban las nuevas oficinas de Agustín Casanova.

¿Cuál era la necesidad de trasladar las oficinas una vez más, incluyendo una renovación completa?

Bueno, Juan no tenía ni idea.

Mientras que el dinero llenara las arcas de su negocio, le daba lo mismo. Lo que sea. No era su dinero.

Julián finalmente terminó su trabajo en el teléfono y lo guardó en su bolsillo, algo por lo que Juan estaba agradecido. Tirarlo por la ventana mientras pasaban por el puente había parecido una buena idea en aquel momento.

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Where stories live. Discover now