Capítulo 14

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—Bueno, esto es una mierda —dijo Juan, sirviendo a Gabriel otra taza de café. Eran las cuatro de la mañana y nadie había dormido nada de verdad en dos días, excepto Samanta, por supuesto, que no entendía por qué nadie tenía la energía
para jugar con ella.

Se hicieron turnos para cuidarla, dejando a Julián tanto tiempo como era posible para hacer frente a una Angela con el corazón roto.

Ninguno se veía bien y no tenían ni idea de cómo solucionar este montón de mierda.

—Deberías dormir un poco. —Gabriel se vertió una cantidad impía de azúcar en el café que le había servido Juan ahora mismo—. La bebé va a estar despierta en unas dos horas.

Juan se sentó en la otra silla de la cocina, moviendo la cabeza.

—No puedo dormir. Entre este drama y el resto, cierro los ojos y todo me da vuelta en la cabeza.

—Hay que llamar a la policía en San Rafael.

—Lo haré.

Gabriel suspiró mientras apoyaba sus codos sobre la mesa. Quería una ducha de agua caliente y diez horas de sueño, y quería hablar con Renato sin sentir la necesidad de gritar. No había llegado a ese punto todavía. No sabía cómo llegar a ese punto.

—Si no vas a dormir, vete a la oficina, empaca todo y envíalo. Porque tenemos otras cosas de las qué preocuparnos en este momento.

Juan puso los ojos en blanco.

—Siento por lo que está pasando Angela, no se puede comparar a una investigación de asesinato.

—Bueno, pero estás retirado, e incluso si no fuera así, esa mierda está fuera de su jurisdicción —espetó Gabriel — Teníamos un trato.

—Y voy a cumplir el trato, tan pronto como tenga un momento para pensar. —Juan se levantó, agarrando su taza de café al mismo tiempo—. Tenés que pelear con alguien, llama a tu maldito novio.

Se fue por la puerta trasera, hacia la oficina en el garage. Gabriel lo vio alejarse con los ojos cansados.

Cuatro llamadas pérdidas de Renato. Ningún mensaje. No hay textos. Gabriel no tiene ni idea de lo que eso significaba, y ciertamente no le ayudó a entender cómo no estar tan enojado.

****

Gabriel tuvo unas cuantas horas de sueño en el sillón antes de un ruido en la cocina lo despertara. Julián tenía a Samanta en una cadera y un teléfono apoyado en su oído mientras intentaba verter leche en una taza.

—Sí, no, no lo sé. —Julián levantó la vista y vio a Gabriel en la puerta, una expresión desesperada cruzando su rostro.

Gabriel se fue por la leche, ya que la niña le estaba dando una mirada sospechosa.

Gracias, pronunció Julián antes de continuar la conversación telefónica.

—¿Hablaste con el tarado hoy?

Después de enroscar la tapa de la taza de plástico, Gabriel se la ofreció a Samanta, que la miró como si estuviera segura de que estaba llena de basura. Julián la tomó y luego se lo entregó a la niña. Quien empezó a chupar inmediatamente.

Gabriel trató de no tomarlo como algo personal.

—Bueno, si lo haces, decile que lo dejó.

Mientras estaba ocupado con una taza de café recién hecho, Gabriel oyó arrastrar los pies y levantó la vista para encontrar a Angela entrando en la cocina, su dolor era evidente en cada línea de su rostro.

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora