Capítulo 1

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—¡Papaaaa! —gritó Guillermina, revisando su reloj con un enojado golpeteo del pie exagerado que Gabriel sabía había adoptado de vivir junto a él los últimos años. La sala estaba llena con los niños, además de su familia extendida, Minerva y Tomás. El aire
estaba volviéndose cargado.

—Voy a prender el aire acondicionado —dijo Bruno mientras se iba. No trató de detenerlo ni cuando Emilia se opuso.

—¡No, hace frío!

—Demasiadas personas en la casa, no hay suficiente aire. —Gabriel miró a su reflejo en la pantalla de televisión, apagada, por primera vez. No sabía que podía suceder eso.

—¿Tomo fotos? —preguntó Minerva, mientras que su esposo, Tomás, gentilmente removía la cara cámara de sus manos.

—No, linda.

Hacían una pareja interesante, Tomás con su elegante traje ajustado y corbata verde, junto con un corte de cabello que probablemente costó más que lo que gastaba en un corte para todos los niños juntos, y Minerva en su uniforme azul, rodete acomodado y ajustado. Algo acerca del uniforme le hizo sentir melancolía, sin duda la punta del iceberg antes de pasar un día en la plaza de actos de Asunción, en un océano de azul, con olas de memorias bañándolo.

Y ahora todas esas metáforas de agua le dieron ganas de ir al baño.

—¡Papaaaaaaaa! —volvió a gritar Guillermina.

Una puerta se cerró arriba; entonces, el claro sonido de pisadas comenzó. Tomás se acomodó como un fotógrafo profesional al final de las escaleras, codeándose contra Emilia como si estuvieran luchando por la mejor posición.

Escaló desde ahí con rapidez, la línea de fotos de los niños se tambaleaban contra la pared.

—Las fotos van a salir borrosas —bufó Guillermina desde atrás.

La parodia de pelea paró cuando Renato entró en el campo de visión y Gabriel dejó salir un silbido. El sonrojo en las mejillas de su novio lo hizo valer la pena aún más.

—Wow —dijo, tan bajo y sensual como le era posible.

Renato le sonrió mientras Gabriel se abría camino entre Tomás y Emilia, cerrando la distancia entre ambos.

—¿Te gusta lo que ves? —le preguntó su novio en voz baja.

Pero no lo suficiente, porque los sonidos de arcadas comenzaron a escucharse, empezando por los de Minerva.

Mientras Renato terminaba de bajar, los ignoró a todos y pasó su brazo por la cintura del otro.

—Lo que sea que vayas a decir, no lo hagas —le susurró Renato antes de darle un beso, uno rápido pero lo suficientemente dulce para que se comportara.

—Esa fue una buena toma. —dijo Guillermina en voz alta mientras Isabella se reía.

Renato se inclinó contra él.

—¿Podemos ir al auto ya? Podemos tomar las fotos después de la ceremonia.

—¡Sí, señor! —dijo Minerva, y los niños lo repitieron sarcásticamente.

—No se van a mover, ¿no? —preguntó Gabriel, metiendo su mano por debajo de la chaqueta de Renato para pellizcar su trasero.

—No —respondió Renato mientras las comisuras de sus labios empezaron a temblar.

—Yo me encargo.

Se movió con rapidez porque tenía claro que Renato sabía lo que iba a hacer, no era sutil. Nunca.

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora