Capítulo 32

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Minerva, con un traje negro y unos zapatos de tacón que la hacían tan alta como Renato, leyó la declaración y respondió a las preguntas de la prensa con una expresión vagamente superior. Renato observó a los periodistas rivalizar con su actuación cuando aseguró a los reunidos que Daniel y Tamara estaban retenidos hasta su envio a San Rafael para hacer frente a los cargos por asesinato en primer grado. Recordó a todos que el capitán Quattordio estaba directamente involucrado en el caso, coordinando los esfuerzos para llevar a los Izarraga a la justicia.

—Su reinado de violencia sin obstáculos ha llegado a su fin —dijo fríamente, luego cerró la conferencia. Hizo un gesto para que Renato fuera por delante cuando bajaron del pequeño escenario y salieron de la habitación.

En el pasillo, después de que la puerta se cerrara de golpe, Minerva hizo un pequeño baile de la victoria.

—¡Uhoo!, ¡Dios mío, soy una crack!

Renato levantó su mano para chocar esos cinco.

—Realmente lo sos.

Ella golpeó su palma contra la suya.

—¿Querés decir entonces que me dieron el trabajo?

Mientras enderezaba su corbata, Renato le dirigió una sonrisa.

—Si tengo algo que ver con eso...

Minerva rebotó sobre sus talones.

—Fabuloso. ¿Necesitas algo más?

—No, estoy bien. ¿Te vas?

—Tomás y yo vamos al departamento para pasar el rato con Angela. Entonces creo que iremos conduciendo para ver a Julián y a Juan.

—Saluda a todos de mi parte, ¿dale? —Le apretó el brazo, ya excitado al imaginar que la vería en su día a día de nuevo—. Espero que podamos ir el fin de semana.

—Tomás está comprando una juguetería para Samanta. —Minerva sacó su teléfono del bolsillo—. Llámame si necesitas algo.

—Gracias de nuevo.

Minerva le dio un saludo.

—Es un placer, Subcomisario Quattordio. Te veo mañana.

****

Renato encontró su oficina ocupada por el Sr. Anchorena y el Sr. Argibay. Ni siquiera parpadeó o los reconoció hasta que estuvo sentado en su escritorio.

—¿Vienen a felicitarme? —preguntó secamente mientras los dos hombres intercambiaron miradas ilegibles.

—Se las arregló para contener la situación —dijo Anchorena de mala manera.

—Estoy entregando un par de peligrosos asesinos en serie a las autoridades de San Rafael y ayudando a cerrar varios asesinatos sin resolver.

El Sr. Argibay suspiró mientras se inclinaba hacia delante, con los codos sobre las rodillas.

—Bien. La prensa es excelente y están lo suficientemente contentos para que sigan regresando. Esa mujer…

—Minerva Casero.

—Oficial de policía condecorado y muy hábil para lidiar con el desorden. ¿Querés quedarte con ella?

Renato no pudo contener la sonrisa en su totalidad mientras juntaba los dedos debajo de su barbilla.

—Va a tener que ser cortejada.

Argibay miró a Anchorena, que puso los ojos en blanco.

—Vamos a llevarle una buena propuesta.

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Where stories live. Discover now