Nocturno op 9 n°2

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Día con dia las cosas se estaban volviendo más difíciles, una de las jóvenes abandono el lugar alegando que no iba a permanecer en un prostíbulo haciendo que sin dos bailarines el trabajo aumentaba exponencialmente, pese a que habían cambiado la jaula por una caja de cristal antibalas, pagado del bolsillo de aquel alfa, no pasaba desapercibido la tensión entre los de por sí cansados omegas.
Por su parte no se encontraba bien y eso era claro para cualquiera que le mira pálido y lánguido sentado en el comedor perdido en un pensamiento al azar que la mayoría del tiempo olvidaba a los pocos minutos soportando en silencio el malestar generalizado que le causaba toda aquella situación, últimamente dos pensamientos se aferraban furiosamente a su cabeza:

¿Y si el alfa termina abandonandome con el bebé? ¿Y si soy una carga tan grande que me corren de aquí? ¿A dónde puedo ir con un hijo? ¿Tendré que realmente prostituirme?

¿A quien podía contarle esas dudas cuando todos estaban tan ocupados y estresados? Había cierta brusquedad hacia el que la sensibilidad de sus síntomas sentían como grandes agravios en su contra, un insulto tal vez, pero la verdad es que era normal que le tratarán asi los había metido en ese lío con esa idea suya y lo peor es que no ayudaba mucho dado su situación apenas se dedicaba a hacer la comida y una que otra labor sencilla en el lugar, aquel inusual abandono que había adoptado ahora me hacía hablar con el apenas perceptible bulto en mi vientre con el que me quejaba o reía sobre alguna idea estúpida que corría rápidamente por mi cabeza aveces demasiado random que me hacía soltar fuertes carcajadas.
Supongo que en cierta forma al menos lo tenía a el, acaricie la zona por encima de la ropa por los siete meses restantes seríamos solo nosotros dos o eso me hubiera gustado puesto que su padre empezó a visitarnos una vez a la semana, lo odiaba me negué a verlo durante el primer mes esperando ansioso que se alejara que esperara apartado que yo diera a luz.

- Hanamaki-san- llamo Kunimi un día después del espectáculo en el que me preparaba para ir a dormir, entregándome una nota que le había dado Watari- es de el
- ¿Es una amenaza?- dije riendo con poca sutileza, había cierto sarcasmo en mi tono mientras me sentaba tomando la hoja- ¿Estás bien? ¿Como van las cosas allá arriba?
- como siempre supongo- dijo el mirandome como si esperara que leyera la nota a lo que accedí con poco ánimo.

Sr. Durazno

Ha pasado un tiempo desde que te e visto, realmente parece que vives en una clase de convento por qué nadie quiere darme razones de ti.
No entiendo las razones por las que no deseas verme pero tengo entendido que para los bebés nacidos de Omegas es mejor que este se sienta seguro y acompañado, también e escuchado rumores que cuentan que eres un Omega descarado que gusta fumar mientras ve el espectáculo con el resto de los alfas.
Eso es divertido.

Puedes ser tan descarado como quieras o ser una clase de monja si lo deseas, puedes tener un comportamiento tan irracional pero si sigues rechazando verme podria secuestrarte.

Atentamente, Matsukawa Issei.

Sentí alguna clase de nudo en mi garganta causado por la ira que se albergaba en mi interior.

- escuché- dijo Kunimi al verme arrugar la hoja entre mis manos- que es parte de un grupo mafioso de la zona

Me detuve un momento, recordaba las palabras de Watari de que era peligroso, un suspiro se escapó de mis labios apoyándo mi cabeza en mi hombro no quería pensar que mis acciones tuvieran más consecuencias aún, suspiré un momento afirmando con la cabeza más por resignación que por gusto.

- lo veré la próxima vez... Pero Kunimi... ¿Puedes dormir conmigo hoy?- me miró extrañado- después de todo soy un Omega en cinta

Luces en la ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora