Danse macabre 3

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Habían pasado tres semanas desde que el calor del pelirojo termino y era claro que algo no estaba bien.

Los ojos rojos que antaño relucian vivazmente parecían cubiertos por un velo de melancolía y aún que se sentía incapacitado para llorar en ocasiones su pecho se contraía presa de un sollozo silencioso y seco, dormía poco y bajo sus ojos empezaban a formarse ojeras tan oscuras como las pesadillas que acosaban sus pocos sueños, la comida tampoco tenía cabida dentro de el y aún que era obligado a tomar desayuno y cena está siempre terminaba vertiendose en el lavado cuando el peliverde no estaba atento finalmente sobre la pálida piel aparecían todas las mañanas nuevos moretones causándos por la brusquedad que el omega se duchaba, mucha veces tallando hasta hacer sangrar la piel que era cubierta con una pijama.
Pero poco importaba eso a los betas que trabajaban en aquella casa, que se limitaban a verlo en el sillón encogido tanto como podía ese cuerpo alto mientras miraba, o fingia mirar, alguna serie anime que pasaban en televisión, creía que era solo depresión post-celo y tal vez el alfa hubiera pensado lo mismo de no haberse despertado aquella noche con una punzada en la espalda baja y el grito de dolor del omega a su lado que se retorcía llorando entre las sábanas.

No está bien.

Se incorporó en la cama sintiendo un dolor sin precedentes que emergia desde su abdomen hasta ahogar en su garganta, un sudor frío bajaba por su espalda nunca se había sentido tan enfermo estiró su mano para buscar el celular en la mesa de noche debía llamar a una ambulancia se creía incapaz de conducir en ese estado, miro al pelirojo revolverse en la penumbra sollozando entre maldiciones y juraría que sus ojos estaban tan fuertemente cerrados que dolían. Se obligó a salir de la habitación para hacer la llamada puesto que las quejas del omega no le permitían escuchar nada al otro lado de la línea, apoyándose en la pared con el corazón terriblemente agitado dió su dirección y los síntomas a la par que escuchaba la confirmación de alguien un dolor tan agudo le hizo doblarse con las pupilas completamente contraídas mientras un largo grito era callado de golpe en la habitación, colgó abriendo la puerta y encendiendo las luces.

La cama estaba vacía, desde donde se encontraba solo eran visibles sus pies sobresaliendo del otro extremo del mueble, se acerco para verlo tendido en el suelo con la cara pálida y una mueca de dolor estaba inconsciente, presumiblemente por un golpe en la cabeza pies una pequeña mancha de sangre adornaba la mesita de noche le levanto con cuidado para ponerlo de nuevo sobre el colchón la herida no era tan profundo pero un golpe en la cabeza no podía ser pasado por alto, busco un cambio de ropa para después vestirlo y esperar la ambulancia.
Los paramédicos llegaron quince minutos después, les miro subirlo a una camilla mientras el respondía algunas preguntas o hacía el intento pues desconcia todo de el: ignoraba si tenía alergias, o alguna enfermedad crónica de hecho no sabía su edad exacta menos aún ningún otro dato que pudiera ser de ayuda, se limito en observar como ataban al omega a la camilla para llevarlo al elevador, la próxima vez que le vería sería en el hospital aún que sabia que podía subir con el a la ambulancia no lo hizo nisiquiera se movió de la puerta mirando el pequeño pasillo que llevaba al elevador, un pensamiento desagradable se apodero momentáneamente de su mente, un deseo obseno que le repugnaba a el mismo: quería que se muriera, no volver a verlo nunca más y ser libre, cortejar al omega del que estaba enamorado y tener una familia con el.

Trago saliva sintiendose terriblemente sucio por lo que había cruzado por su mente dudando si debía verlo temia que el omega lo sintiera con su vínculo como le destrozaría aquello además si algo le pasaba probablemente sería su culpa le obligó a estar con el, le trajo a la fuerza y le encerró en aquel lugar. Finalmente se obligó a bajar al estacionamiento, atravesó la oscura carretera y entro al hospital esperando noticias del pelirojo por horas hasta que finalmente, junto a los primeros rayos del sol, un médico se acerco a el para escoltarlo a su oficina, aquel médico trato de hacer una charla amena hasta que el pelirojo en una bata de hospital y ayudado por una enfermera se sentó a su lado.

Luces en la ciudadWhere stories live. Discover now