Para Elisa

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Él sabía que no era atractivo: no tenía esos hermosos ojos de Kenma, el cuerpo flexible de Yaku o la personalidad adorable de Shibayama. Y eso tal vez nunca le hubiera importado de no ser porque quedo flechado por uno de sus compañeros de club cuando entro a la preparatoria, sus ojos se perdieron en su espalda ancha pese a ser considerablemente más alto que el sentía sus rodillas temblarle creyó que su celo se acercaba por lo que apuro sus palabras antes de pedir a uno de los senpai que le disculpara para ir a la enfermería en busca de medicina, su corazón se agito cuando el pregunto si se encontraba bien y sin darse cuenta ya le estaba sonriendo como un idiota e incluso hizo un juego de palabras bastante tonto que de solo recordarlo le daba un poco de vergüenza especialmente por la risa nerviosa que salió poco después de su pequeña boca.

Enamorado, terriblemente enamorado, se dijo cuándo después de una semana no podía sacarlo de su cabeza repitiendo su nombre mientras rodaba en la cama, imaginando sus brazos fuertes sujetándolo con firmeza y se derretía un poco de pensar en qué clase de mirada le dedicaría si el correspondiera sus sentimientos. Cuan terrible se sintió al ver esa mirada con la que soñó dedicada a una mujer alfa, tan hermosa que la sola idea de competir contra ella le hacía retorcer las entrañas se mordió el labio imponente mientras le escuchaba proclamar su adoración por semejante belleza quería desaparecer en ese momento y luchaba, palabra a palabra, por no soltar una lagrima traicionera en medio del monologo del alfa.

- Podrías parar- gruño finalmente Kenma quitando sus ojos de su consola para mirar al alfa, se reunían los tres a comer pese a que iban a clases diferentes siendo el salón de aquel con mohicano la más lejana- solo la has visto dos veces, nunca le has hablado, ambos son alfas y por ultimo Shouyo me dijo que tenía novia

- Todo ello se puede arreglar... son obstáculos que estoy dispuesto a superar no crees que el amor lo vale ¿Fukunaga?

La pregunta le hizo saltar un poco en su asiento mirando desconcertado al alfa, había olvidado como hablar, tomo aire controlándose un poco.

- Es sexy- dijo con un hilo de voz que Kenma noto de inmediato- como Bayonetta

- ¡Exacto! - la exclamación del alfa hizo que los dos compañeros se crisparan en su asiento ante el repentino uso de la Voz de aquel alfa.

- Tu idio- las palabras de Kenma murieron en sus labios cuando se giró y vio unos suaves riachuelos en las mejillas del más alto que abría la boca tomando largas bocanadas de aire- Fukunaga...

- Lo siento me emocione, aun no puedo controlarlo, pero no te pongas a llorar hombre- hizo un ademan de darle una palmada siendo detenido por el otro omega que le pidió que se marchara que él se encargaría- bien... lo siento Fukunaga, siempre olvido que eres un omega

Creyó escuchar un quejido cuando dijo esas palabras y algo dentro de él se oprimió cuando Kenma le limpio la nariz al más alto, debió haber hecho algo imperdonable para que Kenma le volviera a mirar de esa manera: no volveré a usar la voz con ellos, ya no soy un niño tengo que tener autocontrol.

Ese día Kenma le hizo confesarle sobre un amor que llevaba arrastrando durante un año, agobiado por el interés del alfa por una mujer y sabiéndose incapaz de llamar atención.

- Esta loca si cree que va a tener algo con ella- dijo Kenma con una franqueza nerviosa- además tu eres un omega... el debería saberlo, pero es un idiota

- Para el soy un beta

- Bueno entonces a quien le importa el... hay muchos otros que te querrán

Pero él no quería a esos otros, no podía imaginarse con otra persona que no fuera el as de su club. Entonces paso un día de verano en uno de los campamentos que solían tener con los equipos de otros distritos, el calor se le pegaba en la piel de tal modo que no se dio cuenta de una fiebre que emergía desde su estómago se lo habría de atribuir a un mal calentamiento o a comer demasiado durante el desayuno, pero cuando se dio cuenta sintió ese tirón de su vientre en pleno juego de practica errando uno de su tiros y tropezando al tocar el suelo mientras un aroma refrescaste invadió las fosas nasales de todo el gimnasio mientras el trataba inútilmente de levantarse. Escucho como los demás juegos se detenían y alguien del equipo contrario se acercaba para socorrerlo un poco embriagado con ese aroma que parecía decir que saciaría su sed.

Luces en la ciudadWhere stories live. Discover now