Es hermoso hablar de las maravillas que Dios hace en las vidas de las personas, cómo Jesús demostró su amor en nuestras vidas y nos rescató de situaciones muy difíciles, grandes cosas de las que él nos libertó y nos restauró, por ejemplo, tristeza, dolor, rencor, depresión, intento de suicidio, problemas nerviosos, sanidad en nuestros cuerpos. Problemas en muestra mente, cuerpo y corazón, etc, etc.
Estos y muchos más son los testimonios que Dios hizo en nuestras vidas con su poder y amor hacia nuestras vidas, cosas que ni siquiera imaginamos, pero que Jesús las hizo posibles. Por qué Dios nos mostró de que NADA ES IMPOSIBLE PARA ÉL.
A partir de ese gran obra de parte de Dios en nuestras vidas, queremos hablar a otros de estas grandes cosas que vivimos, hablamos del amor de Dios ¡Anunciamos esta buena noticia! Que Cristo vive, que Dios amó al mundo de tal manera que dió su único hijo para que todo que en él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna. Jesús ama al mundo y no quiere su perdición.
También cumplir con la tarea que Jesús nos encomendó que es predicar el evangelio a toda criatura.
Esto sin duda es maravilloso y muy hermoso, debemos cumplir con esta tarea, pero hay algo que debemos de tener en cuenta. No solamente debemos de hablar del amor de Jesús (que está absolutamente bien) sino que también debemos demostrarlo con nuestros actos y/o acciones.
Por ejemplo, ayudando al prójimo, demostrándole amor, ayuda, comprensión, dándole lo que necesite, etc. porque muchas veces nuestras acciones hablan por nosotros mismos.
No olvides que debemos ser de testimonio para otros y que reflejamos a Jesús y su amor.
Mira lo que dice la palabra de Dios:
29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:
¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús respondió:
—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.
—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.
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Dios quiere que hablemos de él a los que aún no le conocen, pero también quiere que accionemos en amor hacia mi prójimo. Tal y cómo lo iso Jesús.
Dios te bendiga!
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