seis

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James y Sirius siempre habían sido muy sobreprotectores con Jane, James más que Sirius. Por ello, su hermano mayor siempre ahuyentaba a cualquier imbécil que se le acercara a su hermanita. Ella era demasiado inocente para notar las malas intenciones de los demás y había muchísimos hombres que se aprovechaban de su amabilidad. 

Sin embargo, ambos hombres eran unos completos idiotas, nunca —o casi nunca— pensaban en las consecuencias que podrían tener sus actos. Ambos eran muy impulsivos y cuando se detenían a pensar, era porque Remus los obligaba a ello. 

Jane estaba en la sala común, sentada en el sillón junto a la chimenea leyendo muy atenta el libro entre sus manos. Lo único que la podía mantener en silencio por más de diez minutos, era la lectura. 

Los merodeadores estaban del otro lado de la habitación, alrededor de una mesa planeando su siguiente broma. James miraba de vez en cuando a su hermanita para asegurarse de que no hubiera nadie molestándola. 

Habían pasado sólo cinco minutos cuando Remus llamó la atención del chico con gafas. 

—Parece que Patrick no le quita la mirada de encima a Jane— habló con precaución el castaño y señalando con la cabeza al susodicho. 

La sonrisa se desvaneció del rostro de Potter y sin el mayor disimulo, miró en dirección a donde Remus había señalado. 

—Yo me haré cargo— habló Sirius poniéndose de pie y dándole un golpe amistoso en el pecho a su amigo. 

Caminó con la espalda erguida y haciéndose notar, una sonrisa de arrogancia iluminaba su lindo rostro mientras pasaba sus dedos por su cabello ligeramente largo para peinarlo hacia atrás.  

Se sentó junto a la chica y rápidamente pasó su brazo por sus hombros. Jane levantó la vista y miró confundida a su contrario. 

—¿Está todo bien, Sirius?— preguntó con una ligera sonrisa para no parecer tan descortés. 

El hombre le dirigió una sonrisa que no mostraba los dientes y con su dedo índice acarició con suavidad la mejilla de su contraria, quitando un mechón de cabello durante el proceso. 

Las mejillas de Jane ardieron al instante por tal cercanía, sin embargo, no fue capaz de desviar la mirada. 

—Sólo tenía curiosidad por saber qué lees— su voz salió tan suave y armoniosa. Ahora entendía por qué las chicas se volvían tan locas por él. 

La pelinegra se quedó en silencio un largo momento tratando de entender lo que Sirius le había preguntado, el chico nunca antes le había hablado de aquella manera. Tan seductora y coqueta. 

Le tomó sólo un minuto más recordar que se trataba del imbécil amigo de su imbécil hermano mayor para regresar a la normalidad. 

Le dirigió una gran sonrisa, pues al menos le podría contar sobre lo que estaba leyendo. 

—De hecho, es un libro de alquimia. Recién llevo cincuenta páginas pero es asombroso— comenzó y regresó la vista al libro que había estado descansando sobre sus piernas. 

Black le dirigió una fuerte mirada de odio a Patrick, el hombre sabía que no podía meterse con Black o todo terminaría muy mal. El hombre dio media vuelta y regresó con su grupo de amigos fastidiado por no haber logrado acercarse a Jane. 

Enseguida, Sirius miró a su mejor amigo y ambos asintieron. Ya no había peligro. 

El ojigris se acomodó en su lugar y se acercó más a la chica, casi como tratando de protegerla con su cuerpo, y la escuchó con poca atención pues parecía más bien embelesado por el rostro de la chica. 

No podía escucharla, toda su atención se centraba en admirar su finos y hermosos rasgos. 

Definitivamente, estaba deseando besarla.

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Tightrope ⇝ Regulus Black ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora