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contenido sexual leve(?
Eran finales de mayo, casi entrando en junio. Lo que significaba que las clases estaban por terminar igual que el año escolar.
Terminaría el quinto año de Jane y en algunos meses comenzaría con el sexto y penúltimo año antes de concluir con el colegio. Ella aún no decidía si eso le emocionaba o no.
Desde navidad y hasta la fecha, las cosas con Regulus habían estado de maravilla. No se la pasaban pegados todo el tiempo cual uña y mugre pero disfrutaban muchísimo de sus momentos juntos y a solas.
Su relación era bastante sana y ya no han habido peleas entre los hermanos Black, para fortuna de muchos. Aunque sin duda, Jane aún no le perdonaba y probablemente nunca lo haría. Sirius no dejaba de insistir, pero también se había resignado y trataba de compensar a la chica de alguna manera.
Pero en cuanto el mayor de los hermanos Black aparecía en el campo de visión de Jane, ella simplemente corría y desaparecía del lugar.
Era sábado, aquel día estaba programada una salida a Hogsmeade (la última del año), pero la pareja había decidido quedarse en el castillo y disfrutar de que no había tantas personas y poder recorrer los pasillos juntos sin necesidad de esconderse cada vez que escuchaban a alguien acercarse.
Jane hablaba con gran emoción sobre el último libro que había leído mientras caminaban lentamente con sus dedos de las manos entrelazados sin que sus palmas se tocaran. Regulus escuchaba con atención y de vez en cuando comentaba algo al respecto.
Sin querer, habían llegado al séptimo piso, donde por supuesto, sabían que sólo era un pasillo. Sin embargo, en aquella ocasión la pareja quedó perpleja al encontrarse con una gran puerta.
Ambos se miraron con el ceño fruncido y ligeramente confundidos. Estaban seguros de que esa puerta nunca antes había estado allí.
La curiosidad era una gran característica de Jane Potter, por lo que fue la primera en dar un paso al frente y abrir un poco la puerta. Miró con cuidado y cuando descubrió que no había nadie ni era peligroso, entró por completo. Regulus la siguió de cerca, también interesado en lo que pudiera haber del otro lado.
Ambos miraron con impresión el interior. No era tan grande la habitación, pero de alguna manera, lucía perfecta.
Había una gran alfombra de peluche color gris claro, varias almohadas y un par de mantas de aspecto suave. Todo esto, junto a una chimenea con fuego bajo.
Jane -con su notable inocencia- corrió hasta la alfombra y se recostó mientras abrazaba una de las almohadas blancas, descubriendo que era una almohada de plumas bastante suave.
