siete

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Remus Lupin siempre había sido algo así como la mamá del grupo, era quien ponía el orden cuando todo se descontrolaba y la mayor parte del tiempo evitaba los desastres —aunque no siempre lo lograba—.

Sin embargo, era un chico bastante tímido y poco seguro por todo lo de su situación. Prefería esconderse detrás de un libro y aunque sus amigos lo defendían contra cualquiera que intentara burlarse o algo por el estilo, seguía sintiendo inseguridad. 

Claro que le encantaba pasar tiempo con sus amigos, después de todo, ellos lo entendían y lo habían aceptado pese a todo.

Pero. Siempre había un pero que arruinaba todo. Remus Lupin había estado enamorado de Jane Potter desde hacía tres años y se negaba a aceptarlo. 

La chica Potter siempre había sido muy amable y amistosa con él, aunque no tardó en descubrir que era así con todo el mundo y eso le gustó aún más. Al castaño le encantaba verla cuando la tenía más o menos cerca, le divertía la forma en que hablaba con gran pasión y los exagerados movimientos que hacía. 

Aquellos momentos cuando la morena le hablaba eran sus favoritos, podía tenerla muy cerca. Aunque nunca intentó nada más, pues después de todo, era la hermanita de uno de sus amigos más cercanos. 

James le arrancaría la cabeza si supiera que gustaba de su hermana menor y por el momento, prefería tenerla sobre los hombros. 

Ciertamente le fastidiaba mucho cuando, ese año, Sirius comenzó a ser muy cariñoso con ella. Sabía que al hombre sólo le atraía físicamente la chica y no entendía cómo James le permitía acercarse de esa manera a ella. 

En algún momento, se había establecido un acuerdo no verbal entre los cuatro amigos para ahuyentar a cualquier chico que se le acercara a la pequeña Jane y hasta el momento había funcionado. 

El castaño entró a la sala común con gran cansancio, había sido un día muy pesado y lo único que deseaba en ese momento era descansar. 

James y Sirius se habían ido a quien sabe donde y como siempre, Peter había ido detrás de ellos. Remus prefirió regresar y descansar. 

Apenas se adentró a la sala cuando notó que estaba muy vacía. Sólo algunos estudiantes esparcidos, cada uno metido en sus asuntos, pero también notó que Jane estaba sentada en el sillón. Sonrió emocionado mientras tomaba con fuerza el asa de su mochila, quería acercarse a ella y conversar un rato pero tenía miedo y muchos nervios. 

La chica levantó la vista y rápidamente se encontró con la mirada del hombre. Remus tembló y se encogió en su lugar, Jane le dirigió una cálida sonrisa pero él no lograba reaccionar. 

Tomó aire y se armó de valor para acercarse a la chica. 

—¿Está… está ocupado el asiento?— preguntó temeroso, señalando con la cabeza el asiento libre. 

Ella negó rápidamente. 

—Puedes sentarte. 

Se dejó caer en el sillón, aún con las manos temblorosas y el corazón latiendo de manera muy acelerada. 

—¿Qué tal las clases?— se animó a preguntar, aún sin poder mirarla a los ojos. 

Definitivamente, no era bueno con todo ese asunto de las chicas. A veces, le gustaría tener la confianza de Sirius y James. 

—Muy bien, de hecho hoy en clase de encantamientos...— se detuvo al notar que su acompañante tenía el rostro de un intenso color rojo— ¿Estás bien, Remus? 

—¡Sí!— su voz había sonado más fuerte de lo que planeaba, cerró los ojos con fuerza— lo siento, ¿no te parece que hace mucho calor? 

Jane dejó salir una suave risa. 

—La verdad, no creo. Aunque una vez leí un libro de medicina muggle, fue muy interesante. Había un capítulo que hablaba sobre los cambios de temperatura corporal. 

Remus la miró con atención, poco a poco se comenzó a calmar y la escuchó hablar con gran emoción sobre lo que aquel libro de medicina muggle le había enseñado. No pudo evitar sonreír. 

Se acomodó en el sofá. Podría estar allí durante horas y no le importaría en lo absoluto seguir escuchando la dulce voz de Jane Potter. 

《Es la hermana de James. Es la hermana de James. No te puede gustar la hermana de James》 se recordaba mentalmente, tratando de evitar que su corazón se acelerara por la emoción que sentía al tenerla tan cerca. 

Y lo mejor de todo, es que estaban solos. Debía dejar de pensar en ella antes de que fuera más tarde.

Pobre Jane. No tenía ni idea de lo que le esperaba.

Jane consideraba a Remus un buen amigo, alguien con quien podía hablar durante horas e intercambiar información. Porque claro que Lupin sabía sobre muchísimas cosas y le emocionaba contarle sobre cualquier cosa.

Ambos pasaban largas horas hablando y lo cierto es que lo disfrutaban muchísimo. Cuando Remus dejaba de sentirse nervioso, podía comenzar a reír y bromear con la chica.

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Tightrope ⇝ Regulus Black ✔Where stories live. Discover now