Tightrope ⇝ Regulus Black ✔

once

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Jane estaba recargada junto a un árbol, acariciando el cabello de Regulus, quien tenía su cabeza recostada en las piernas de la chica y leía un libro. 

La chica estaba inusualmente cayada y Black no paraba de pensar en ello pero no quería sacarla de las profundidades de sus pensamientos. 

Dejó el libro sobre su pecho y miró el rostro de su novia, ella no parecía percatarse de que estaba siendo observada por él, sin embargo, ella seguía acariciando suavemente su cabello. 

—Hoy estás muy silenciosa. 

Regulus fue capaz de ver cómo los ojos de la chica regresaban a la realidad, fue algo curioso. 

Jane le sonrió.

—Lo siento… estoy un poco distraída.

—Por más distraída que estés, nunca dejas de hablar— Black se incorporó y se sentó frente a ella— ¿qué pasa? 

Acarició con suavidad su mejilla. 

Se encogió de hombros.

—Es sólo que… no me gusta mentirle a James. Es mi hermano, siempre ha estado para mi en las buenas y en las malas pero… también sé lo que es capaz de hacerte— frunció el ceño— no eres su persona favorita, además Sirius...—

Se tapó la boca con la mano. 

—¿Jane?— Regulus trató de sonar bastante calmado, pero escuchar el nombre de su hermano precisamente en esa conversación no le gustó del todo— ¿Qué pasa con mi hermano?

Ella negó repetidas veces.

—Reg… eso no es importante. 

—Jane, por favor. Si Sirius te hizo algo...—

—No— puso sus manos en los hombros del ojigris— esto es incómodo y no sé si te guste escucharlo. 

La miró sin comprender y con el ceño fruncido. No quería sentirse molesto pero ya comenzaba a sentir el enojo recorriendo su cuerpo.

—Sirius es un idiota de primera, si él te hizo algo, en serio quisiera saberlo. 

Se removió incómoda en su asiento y mordió el interior de su mejilla. 

—Él… Sirius, ha intentado coquetear conmigo desde hace tiempo. Me dijo que le gustaba, pero en realidad no confío mucho en sus palabras. 

Regulus tenía cara de pocos amigos, se veía más blanco de lo habitual y no parecía muy contento por escuchar las palabras de su novia. 

Trataba de decir algo pero no encontraba las palabras adecuadas. 

—Entiendo— dijo finalmente, se veía más tranquilo de lo que en verdad se sentía— si te hace algo o te hace sentir incómoda, no dudes en decírmelo, ¿bien? 

Ella asintió.

—Bien. 

—¿Lo prometes?— levantó su dedo meñique con una sonrisa.

—Lo prometo— engancho su dedo meñique con el de él.

Se quedaron en silencio un momento, Black volvió a recostarse pero está vez se dedicó a mirar el lindo rostro de su chica. 

—Por cierto, en un mes comienzan las vacaciones de invierno. ¿Estás lista para la fiesta? 

Ella sonrió de inmediato y se inclinó para dar un rápido beso la frente del chico. 

—En realidad no, tu madre me aterra. Fuera de eso, creo que me sentiré bien, sabes que me encanta hablar con cualquier persona, así que lo único que me aterra es conocer a tus padres. 

—Bueno, yo también conoceré a tus padres. 

—Pero estará James… y no podremos estar juntos. 

En realidad, Regulus no había pensado en ello.

—Irán los otros dos amigos de mi hermano— habló con precaución— si están juntos, tal vez sólo piensen en cómo arruinar la fiesta y tengamos aunque sea un momento a solas. 

—Eso suena bien. ¿Cómo harás para que vayan Peter y Remus? 

—Mamá obligó a Sirius a asistir, pero él dijo que sólo iría si sus amigos también asistían y mamá respiró profundamente antes de acceder. Le importa mucho mantener las apariencias y prefiere aceptar que vayan sus amigos a no tenerlo allí. 

—Suena algo complicado. 

—Sólo un poco. Mamá aún tiene la esperanza de que Sirius recapacite y vuelva a creer en las tradiciones. Les afectó bastante que mi hermano quedara en Gryffindor y no en Slytherin. 

La chica ya no mencionó nada al respecto, sabía que era un tema dedicado y no quería abundar más en ello. Cerró los ojos por un momento. Todo iba tan bien entre ellos y temía que algo arruinara su linda relación. 

Lo que la pareja no sabía, era que una persona había visto toda la escena, con una gran sonrisa en el rostro. Disfrutando de la información que ahora poseía.

Definitivamente, todo estaba por ponerse terriblemente mal.