Capítulo 26

204 38 112
                                    

Johann

Me quedo estático viendo las noticias en el televisor.

Abro la boca, sin poder creerlo.

Aprieto mis puños mientras le observo aparecer, tomando una taza de café.

Mi papá no parece para nada asombrado con la situación.

—Esta mañana me llegó el vídeo —Admite—. Suponía que nuestro infiltrado misterioso lo subiría a internet.

Siento mis ojos arder.

—¿Tú lo sabías? Que mamá... —Inquiero, le noto asentir.

—Es una pena —Asegura, entredientes—. Le dije que si la descubrían tendría graves problemas.

Hago una mueca.

—¿Dónde está ella ahora? —Expreso.

—En el lugar donde se le corrige a todo aquel que cometa una acción mala —Responde con seriedad, pasando por mi lado.

Mi corazón se acelera, sabiendo perfectamente de qué se trata.

No puedo permitirlo.

En un abrir y cerrar de ojos, mi mano no demora en parar en su brazo.

Noto como la taza de café cae al suelo, y la mirada de él se mantiene en esta por un momento.

Cuando lentamente va dirigiéndose hacia mí, mis piernas y manos tiemblan, mi corazón se acelera y mi respiración no tarda en volverse irregular.

Le noto sonreír, antes de simplemente acercar su mano rápidamente hacia mi cabello, y tirarlo hacia atrás.

—Con que ahora eres muy valiente —Dice entredientes.

Me mantengo en silencio, sin poder si quiera moverme.

Porque... aunque no tenga ni las manos ni piernas atadas, me siento como tal.

Le escucho reír, algo que logra que un escalofrío recorra completamente mi cuerpo.

Cuando creo que parará, el hombre no duda en golpearme en la espalda.

Pierdo la respiración por varios segundos, en los cuales caigo al suelo agachado, y tratando de volver a respirar.

Escucho un zumbido en mi oído a medida que el dolor continúa siendo presente.

Abro la boca, tratando de decir algo, pero ninguna palabra sale de la misma.

—Eso creía —Le oigo a duras penas.

Con la cabeza agachada, y mi respiración entrecortada, levanto un poco la vista, notando como el hombre pasa justo por delante de mí a pasos lentos.

Le noto alejarse con seguridad, como si nada de esto le importara.

Porque realmente sé que no le importo.

Las lágrimas no tardan en caer por mi mejilla, mientras el miedo no tarda en abundar.

Sé lo que le va a hacer, y no puedo hacer nada.

Hago una mueca, mientras intento levantarme, aún sintiéndome adolorido.

Mi teléfono vibra, y jadeo un poco antes de sacarlo de allí.

Cuando noto de quien se trata la llamada, trato de permanecer lo más seguro posible.

Soltando un suspiro y tratando de que mi voz no suene quebrada, me dispongo a hablar.

Infiltrado || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora