Capítulo 37

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Zabdiel

Realmente... una parte de mí no lo quería creer.

Desde que todo esto comenzó he estado evadiendo aquella duda en mi cabeza, y tratando de justificarla echándole la culpa a alguien más.

Pero... ahora estando frente al chico, no puedo fingir.

Una lágrima cae por mi mejilla, mientras siento mi corazón golpear una y otra vez.

Abro la boca, e intento decir algo, pero mi garganta parece estar completamente cerrada.

Christopher tampoco emite algo, sus ojos se encuentran cristalizados y evita la mirada.

—Realmente —Logro decir, notando que el chico choca la mirada contra la mía—. Esperaba que no sean ustedes.

Cuando suelto aquellas palabras, siento el dolor en mi pecho crecer.

—¿Por qué? —Inquiero, Christopher bufa.

—¿Por qué? ¿Enserio preguntarás eso? —Curstiona—. Tus acciones te llevaron a esto.

Me golpea levemente el pecho, empujándome.

Le agarro de ambos brazos, y noto como intenta zafarse, sin embargo con lágrimas aún en los ojos no le suelto.

—Déjame o gritaré —Expresa—. ¿Ahora me matarás?

Hago una mueca triste al instante, porque... en el rostro de Christopher, solo hay miedo.

Le suelto, y doy un paso hacia atrás rápidamente.

—Yo... —Intento decir, pero nuevamente se me prohibe hablar.

Doy otro paso hacia atrás, notando como Christopher simplemente parece estar en una especie de transe por un momento, mientras espera mi siguiente reacción.

Pero... me es imposible hacerle algo.

Antes de que pueda decir algo, o hasta incluso llamar a Joel, giro sobre mis talones y corro por la cuadra hacia mi vehículo.

Velozmente entro en este, y mi mirada choca contra la de Christopher, quien simplemente cae de rodillas al suelo, y noto como sus manos tocan el mismo.

Y... aunque no emita ninguna palabra, sé que está llorando.

Doy marcha hacia atrás tratando de evitar la mirada, y simplemente salgo de allí.

Mientras conduzco y me alejo con velocidad, mi corazón no para de doler.

Las lágrimas caen por mis mejillas y me nublan la vista, por lo cual debo pasar cada tanto mi brazo de mi rostro.

De un momento a otro, lo único que quiero es acelerar sin parar.

Tal vez... así se me de la oportunidad de en otra vida, tener acciones distintas.

Freno velozmente, moviéndome hacia un costado de la ruta, sintiendo las lágrimas continuar con fuerza.

La furia aparece, mientras la poca tranquilidad que me queda desvanece en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Por qué? —Susurro, sintiendo mi rostro caliente—. ¿¡Por qué tenían que ser ellos dos!?

Golpeo el volante varias veces, sintiendo mis nudillos doler y el ruído de la bocina repercute a medida que lo hago.

—¿¡Por qué de todos...!? —Digo, y luego oculto mi rostro detrás del volante—. ¿Por qué de todos tenían que ser ellos dos?

El solo pensar que venía a la casa de Joel para pedirle algún consejo me atormenta.

Infiltrado || JoerickWo Geschichten leben. Entdecke jetzt