Alguien me interrumpe empujándome hacia un casillero - Mía - Dice con voz fuerte y grave - Solo mía - ¿Y a este que le ocurre?
- !Oye depravado mental te puedes quitar¡ - Digo tajante .
- Mi mate , mi luna - Este chico fuma demasiada hierba - Mi to...
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Maratón 2/2
–¿Ya?–Esa pregunta ha salido de mis labios más de cinco veces en menos de diez minutos.
–Aún no, pequeña.–Y esa era la única respuesta que he escuchado.
–¿Por que vendarme los ojos antes de llegar al lugar?–Pregunto confundida.
–Por que ese semáforo era la última oportunidad de vendarte los ojos.
–¿Y era necesario vendármelos?
–Ya llagamos–Siento como me da un cálido beso en mi mejilla.–Ahora espera que te habrá la puerta.
Yo asiento–Corre que me estoy desesperando con esta cosa.
Escucho como se abre su puerta y como se cierra. Suelto un suspiro y una sonrisa se escapa de mis labios. ¿Que estará tramando esta vez? Unos minutos más tarde mi puerta es abierta haciendo que una ráfaga de aire frío se cole haciéndome estremecer. ¡Rayos! Debí haber traído un abrigo.
–Ven vamos, dame tu mano.–Mi mano se entrelaza con la suya ayudándome a bajar del carro, mis pies pisan con inseguridad y me pego un poco al cuerpo de Warner.–Te voy a guiar, ¿Esta bien? Confía en mi.
–Pues no tengo de otra.–Digo con mi sonrisa intacta.
–Cierto.–Siento como da un leve tirón en mi mano haciéndome caminar a su lado.
Si me preguntan si tengo alguna idea de donde estoy, realmente no sabría que contestar, Warner era tan impredecible que me podría esperar cualquier cosa, buena, de él. Escucho como unas puertas eléctricas se abren a nuestro paso y eso me confunde aún más, ¿Donde estamos? Caminamos un poco hasta que detiene su paso.–¿Escaleras o elevador?
–Tengo una bendita venda en los ojos Warner, obvio que por elevador.
No obtengo respuesta, en cambio solo tira de mi. Escucho el tono del elevador cuando llega, agarra mi cintura un poco más para guiarme dentro de él. Siento como me suelta para, seguramente marcar el piso.
–¿Ya me dirás que es?
–Dame un minuto y sabrás que es.
–Y por que no acortamos el minuto y me dices.–Las puertas del elevador se abren cortando mi frase.
Siento como Warner se posiciona atrás mío y me da un leve empujón, obligándome a caminar. Me detiene tan solo unos pasos y siento como el agarre en mi cintura incrementa.
