11.

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Volvimos de la terraza sumidas cada una en su mundo, de a poco me iba dando cuenta que lo que sentía por Kara era más que una amistad, no estaba segura si era mi inexperiencia en las relaciones, o si era una verdadera atracción, pero la realidad era que quería besarla, abrazarla y acariciarla. Y por más desequilibrada que esté, tenía bien en claro que eso muy de amigas no era.

Al despertar vi a Kara por primera vez en la habitación por la mañana, no pude más que sonreír, las primeras campanadas por el desayuno ya habían sonado.

-Kara- susurré moviéndola suavemente. -Vamos que es tarde, ya sonaron las campanas, es el último aviso-

-Tengo sueño, no quiero levantarme-

-Hey, sino te levantas y desayunas, tendrás a los médicos detrás tuyo toda la semana- era una realidad, si alguna mostraba algún comportamiento depresivo, como pasar todo el día en la cama, el grupo de profesionales te ponía en la mira y no te dejaban en paz hasta corregir ese comportamiento.

-Ok, ok, ya me levanto, tú ganas- fue abriendo de a poco esos ojos azules brillantes que tiene, no podía hacer más que mirarla. -Hola- me sonrió.

-Hola dormilona-

Agarró mi brazo y me tiró a su lado, me dejó de espaldas a ella, se aprisionó contra mi cuerpo mientras pasaba uno de sus brazos por mi cintura para que terminara sobre mi abdomen, mi corazón se enloqueció.

-Mejor dormimos otro rato- no había nada en el mundo que quisiera más que esto con ella, pero para ella yo era una amiga, y para mi ella era más que eso.

Me zafé con toda la fuerza de voluntad que pude encontrar y tiré de su brazo para levantarla.

-Hay que levantarse-

Me vestí rápidamente y me fuí del cuarto. No iba a ignorarla, ni alejarme, pero tenía que poner un poco de distancia a esos acercamientos, no quería terminar más lastimada de lo que ya me encontraba. Con el drama que era mi vida fuera de aquí, no podía ni quería sumarle también un drama amoroso aquí dentro. Al menos por mi poca salud mental tenía que ser fuerte en esto. Además siendo sincera conmigo misma, era imposible que algo entre nosotras pudiera ocurrir, primero y principal porque ella no me veía de esa manera, y en segundo lugar porque no habría futuro alguno para nosotras en la vida real. Entrar en este juego solo terminaría por destrozarme más de lo que ya estoy.

Sin perder más tiempo me fuí al salón de desayuno, me senté con Alex y Sam, a los minutos se unió Kara.

-¿Todo bien?- me susurró sentándose a mi lado.

-Si claro- no pude mirarla. No quería que ella se de cuenta de mi estado, esto iba a ser muy difícil.

Desayunamos entre risas, y comentarios de lo que nos rodeaba, me había dado cuenta de que la vida del exterior poco importaba cuando estábamos juntas, no se hablaba de lo que nos pasaba fuera de aquí, es como si no existiera, me hacía acordar a las series donde las personas iban presas y toda su vida se resumía a los acontecimientos de la cárcel, aquí era lo mismo, todo lo que hablábamos tenía que ver con el psiquiátrico, no se si era porque ninguna quería afrontar los problemas reales, o porque habíamos llegado al punto de asumir que nuestra vida estaba pasando aquí.

Había días donde extrañaba estar afuera, ver la televisión, poder revisar mis redes sociales, ver gente diferente, pero eso se me pasaba cuando recordaba a Jack, Lionel y la vida miserable que pasaba con ellos.

-Creo que el sábado debemos escaparnos de nuevo- obviamente Alex quería volver a tentar el destino.

-No lo sé, ya tuvimos suerte una vez- reflexionó Kara.

-Yo digo que sí, hay que salir, quiero tequila esta vez- Sam chocó los cinco con Alex. Nuevamente la mirada de las tres caía en mí, como para desempatar.

Lo lógico era que diga que no, pero qué más daba, lo más divertido que había hecho era escaparme con ellas, no me iba a negar a la diversión y la felicidad las pocas veces que golpeaban a mi puerta.

-A las diez y media del sábado, nos vamos- sentencié. Al final las tres sonrieron.

Las campanas con nuevas actividades volvieron a sonar.

-Lena, puedo hablar contigo un momento- Kara se acercó a mi lado. Yo asentí, creo que no le negaría nada de lo que me pidiera, por más mal que esto esté.

-Dime- nos alejamos hacia el jardín, no teníamos mucho tiempo, yo tenía cita con Phil, y creo que a ella le tocaba psiquiatría.

La notaba por demás incómoda, y eso me provocaba ansiedad. Daba vueltas sin hablar, tocando sus lentes y acomodandolos. Me acerqué y tomé sus manos. Me miró, luego su vista fue al piso, tragó saliva, suspiró y al fin habló.

-¿Estás segura de querer escaparte el sábado?- la miré desconcertada, no entendía porque tenía tantos nervios por esa pregunta.

-Si, creo que la pasamos bien la última vez, y un poco de diversión no nos hace mal a ninguna considerando dónde estamos- contesté sin soltarle las manos, por más que quisiera no podía. Ella miró nuestro agarre, cerró los ojos con fuerza y me soltó.

-Ok esta bien... bueno.. yo.. - su estado nervioso volvió hacer acto de presencia y antes de que pueda acercarme, ella ya caminaba de espaldas alejándose. -Me voy, tengo cita con el psiquiatra- y desapareció.

Evidentemente no podía controlarme, lo que me atraía en ella era cada vez más fuerte y seguramente la estaba poniendo incómoda y por eso sus reacciones, me maldije internamente, estaba condenada.

-Lena, buenas tardes, ¿Cómo estamos hoy?- Phil, me hablaba mientras yo tomaba asiento frente a él. Siempre imaginé las sesiones de psicología en un cómodo diván, mientras divagaba de mi vida y el psicólogo dibujaba en su libreta sin prestarme atención. Pero esto era muy diferente a lo que creía. No solo que me sentaba frente a un escritorio en una incómoda silla, sino que Phil estaba atento a cada una de mis palabras, y sus anotaciones eran escuetas.

-Bien- no sabía qué esperar de esta sesión, no tenía ganas de hablar ni de Jack, ni de Lionel ni de mi madre, lo único que pasaba por mi mente era cierta rubia.

-Te veo distante, como ausente, ¿hay algo en tu mente que quieras compartir?-

-Si y no-

-Explícate-

-Si hay algo en mi mente, pero no estoy segura de querer compartirlo, creo que es demasiado pronto para eso- fui sincera.

-Osea que lo que pasa por tu mente tiene que ver con tu estancia aquí dentro y no algo de afuera- Dios a este hombre no se le escapa una, maldije.

-Se puede decir que si-

-Y eso que pasa por tu mente, ¿crees que es algo positivo o negativo?-

-Bueno, no lo sé, es algo nuevo, eso seguro-

-¿Y tiene que ver con alguien o con algo?- él no paraba de escarbar, y yo comenzaba a ponerme nerviosa.

-Con alguien, pero como dije, todavía no quiero hablar de ella- genial Lena dijiste ella, felicitaciones, genia.

Una especie de sonrisa escapó del rostro de mi psicólogo, pero para mi alivio se dió por satisfecho con mi desliz y cambiamos de tema.

Los días pasaron más lentos esta vez, me propuse dejar un poco de espacio entre Kara y yo, y ella parecía más relajada ante esto. No volvimos a tener ningún contacto físico, pero si hablamos mucho.

Cada noche cuando nos encontrábamos después de las actividades que nos tocaban, nos contábamos los detalles de nuestro día. También aprendí que le fascinaba la biotecnología, que antes de que todo lo de su ex pasara, estaba investigando una tecnología de nanobots que podían revolucionar todo el sistema médico, supe que su familia estaba compuesta por su madre, y por su hermano, que eran muy unidos, y que los extrañaba todos lo días. Me contó que soñaba con recorrer el mundo en un motorhome antes de los 35 años, además descubrí que era infinitamente dulce y romántica.

Irremediablemente cada día me gustaba más. Y eso me aterraba, este encierro no iba a durar para siempre, y en algún momento iba a tener que salir a enfrentar al mundo real, y lo que más miedo me daba es que iba a tener que hacerlo sola, Kara no iba a estar en mi futuro.  

Impulso - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora