23.

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Al día siguiente no pude bajar a los laboratorios, tuve una reunión impostergable, pero les hice llegar la comida que tanto disfrutaban.

A las seis de la tarde Jack hizo acto de presencia, esa noche teníamos la dichosa cena con los chinos, cuando él entraba a la empresa, el personal se revolucionaba, se mostraba amable, cercano, gracioso y por demás simpático, su verdadera cara solo la conocía yo, y muy probablemente mi padre y para mi desgracia mi madre.

-Grace, de verdad que cada día te ves más linda, no se como lo haces- lo escuchaba a través de la puerta, estoy segura que más de una vez se le debe haber insinuado de verdad a mi secretaria, pero ella siempre lo ha eludido, no sé si por respeto a mi, o porque intuía su verdadera esencia.

-Gracias señor Spheer, su mujer lo espera, ya lo anuncié- en tu cara imbecil.

Abrió la puerta con fuerza, cerrándola con la misma velocidad, desapareciendo así la sonrisa falsa de su rostro. Ya con solo verlo se me revolvía el estómago del asco.

-Tienes una hora para estar lista- se encaminó a la pequeña mesa del costado donde había whisky, se sirvió un vaso tomándoselo en seco. -Necesito todo lo que pueda tomar para soportarte-

-Ni que tu fueras algo soportable- le contesté sin poder evitarlo.

-No me toques los cojones Lena, porque te estampo el vaso en la frente, no tuve un buen día y tener que terminarlo viendo tu rostro de mierda es lo peor que me puede pasar, así que evita joderme- solo lo miré y evite responder algo impulsivo, porque de verdad que iba a terminar con el vaso incrustado en la frente.

Busqué el vestido que Grace había ido a buscar a mi casa más temprano, lo tomé y me encaminé al baño para cambiarme. Le había pedido que me trajera un vestido verde, entallado al cuerpo, que llegaba hasta mis rodillas, elegante, clásico y a la vez gritaba profesionalismo. Un par de zapatos altos color negros. Me retoqué apenas el maquillaje y a la hora señalada estaba lista. Demoré todo lo que pude en el baño para no tener que estar ni un minuto más con Jack a solas.

-Vamos- dijo ni bien me vio salir.

En la empresa ya no quedaba nadie, o eso creía.

El ascensor se detuvo en el segundo piso, en los laboratorios, y como no podía ser de otra forma, era ella quien lo había llamado.

Kara estaba ahí parada, luciendo un vestido negro, sin mangas ajustado a su cuerpo, tenía el pelo tomado en un rodete elegante y desprolijo, estaba maquillada. Nunca la había visto de esta manera, no estaba hermosa, estaba espectacular. Y por supuesto que la vista de esta mujer no pasó inadvertida para mi marido, no podría pasar inadvertida para nadie.

-Hola- saludó ingresando incómodamente.

-Buenas noches, soy Jack Spheer- no perdió el tiempo y le tendió la mano, regalándole una sonrisa llena de dientes e intenciones. Tenía ganas de carcajearme, él nunca tendría ni la más mínima posibilidad con ella. -Un gusto-

Los ojos de Kara me buscaron con urgencia, me estaba preguntando sin decirlo, si este era el animal que me había golpeado hasta empujarme al suicidio cinco años atrás. Mi respuesta fue apartar la mirada de sus sinceros ojos azules.

-Kara Danvers-

-Oh, tú eres la nueva biotecnóloga, osea que vamos a la misma cena- ¿a la misma cena? de que me estaba perdiendo.

-He no lo sé, solo sé que me avisaron hace una hora que debía ir en representación del equipo a una cena con un grupo inversor de China-

-Exacto, ahí vamos mi mujer y yo- me miró con desdén cuando me nombró -Que por cierto no siempre es tan mal educada, por lo general saluda a la gente- me reprendió simulando una sonrisa, pero apretó mi brazo de tal manera que di un salto.

-Oh, no no, la señora Spheer es muy amable, suele bajar y ayudarnos en todo lo que necesitamos-

Por fin el ascensor llegó a la planta baja, necesitaba salir de allí ya mismo y respirar. Me estaba asfixiando.

-Señorita Davenrs, vamos al mismo sitio, por favor acompáñenos, tenemos el auto esperándonos- Kara me busco con la mirada, pero yo no podía hacer nada para evitar esta situación, él tenía siempre el control.

-No es necesario, tengo mi auto, y después lo voy a necesitar para retirarme, así que mejor nos vemos allí- ella ya se encaminaba hacía su vehículo.

-Lo espero con ansias- susurró él sin que ella lo escuchara. No le importó en lo más mínimo que estuviera a su lado.

-Vamos, y espero que te comportes mejor en la cena, si estas así de autista es mejor que te lleve a casa, o vuelves a tu estúpido sillón en la oficina-

Subimos al auto y el chofer nos llevó a destino, no hablamos de nada durante el viaje, él se la pasó con su celular, y yo con mi mente en ella.

El lugar era obviamente el más elegante y caro que se pudiera encontrar, siempre que había una cena importante este era el lugar elegido, nada de esto me sorprendía, todo era tan sin sentido.

Nos dieron la bienvenida como siempre, por nuestros nombres y acompañándonos a nuestros lugares, éramos los primeros en llegar.

-Tráigame un whisky para esperar a los demás por favor-

-Señora Spheer ¿usted que gusta?-

-Lo mismo que él- le contesté sin mirar a Jack, ya sabía la que se venía. Cuando el camarero se retiró, la mano de Jack apretó mi rodilla por debajo de la mesa con fuerza.

-No se te vaya a ocurrir embriagarte Lena, porque te juro que te rompo la cabeza cuando estemos a solas- no pudo seguir con su amenaza porque la silla a mi lado se corrió con fuerza.

-Hola de nuevo- Kara se sentó a mi lado forzando una sonrisa. Se debe haber dado cuenta de lo que estaba pasando.

-Señorita Danvers, que desea tomar, así se lo consigo- siempre tan amable el hijo de mil putas.

-Lo que sea que hayan pedido, por mi estará bien-

-Whisky será, ya regreso- Jack se fue con una sonrisa de publicidad pintada en su rostro.

-Lena, ¿estás bien?- su preocupación me sorprendió, claramente vio o escuchó todo lo que estaba sucediendo.

-Si no te preocupes, no es nada fuera de lo normal-

-¡¿Te parece normal, que te amenace con romperte la cabeza?!- sus ojos se salieron de órbita.

Ahí me puse a pensar ¿Qué habría creído ella todos estos años, que yo me había ido a casarme con mi príncipe azul, que la había olvidado por elección propia, que vivía una vida de cuentos de hadas, que de golpe la persona que me golpeaba hasta el cansancio había cambiado?.

No pude evitar enfadarme.

-Así es mi vida Kara, y tú lo sabes, siempre lo supiste- le contesté enojada.

-No, por todos los demonios, yo no sé nada de tu maldita vida Lena- nuestros ojos se desafiaban, era fuego lo que había en nuestras miradas.

-Si, Kara si lo sabes, tú siempre supiste de la violencia que me envolvía, no te hagas la sorprendida ahora, porque me ofendes-

-Pasaron cinco malditos años Lena, cómo demonios quieres que sepa algo de tí- cuando vi por el rabillo de mi ojo que Jack abandonaba la barra para volver a la mesa, apreté la rodilla de Kara suavemente por debajo de la mesa para alertarle. Por suerte ella entendió y cambió el semblante y de tema tan rápido que me dejó descolocada. -Bueno como te decía Winn logró que el sistema funcione- y me sonrió.

-Bueno señoras, mejor que dejemos los temas laborales para cuando lleguen los inversores- él tomó asiento a mi lado, sin quitarle los ojos de encima a ella.

Jack habló de él y más de él los restantes treinta minutos hasta que llegaron los chinos, Kara no pudo disimular un bostezo mientras el animal de mi marido hablaba de sus progresos en la política, mi interior estaba revolucionado totalmente, ahora más que nunca necesitaba un tiempo a solas con ella para hablar, para gritarnos, para decirnos todas esas cosas que llevábamos atoradas en el interior desde hacía tanto tiempo. 

Impulso - SupercorpWhere stories live. Discover now