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Hoy es 25 de septiembre, y han pasado exactamente cinco años de la única cosa verdadera que viví en mi existencia, lo único que aún hoy recuerdo con una sonrisa en mi rostro, y que todavía después de todo este tiempo me hace bombear el corazón con mayor velocidad, recordar a Kara y mi tiempo en el psiquiátrico me llena de nostalgia, de sentimientos que se contraponen, soy feliz de haberla conocido, de haber sabido lo que era amar a alguien gracias a ella, pero también soy la persona más miserable que pueda existir, porque nunca más sabré lo que es ese sentimiento.

El día que mi padre apareció y me llevó con él fue el último día que sonreí de verdad, pasaron cinco años de ese día, y los días como hoy en lo único que puedo pensar es en ella. Me carcome saber qué habrá sido de ella, será feliz, se habrá casado, tendrá hijos, me habrá extrañado en algún momento. Nunca pude ir a verla, nunca más supe algo de ella, y aunque podría haberla buscado, me pareció que no era justo, esta vez sí que no tenía nada que ofrecerle, lo que más quería en la vida, o lo único que esperaba era saber que ella era feliz. Mi felicidad ya no existía y ya ni siquiera peleaba para conseguirla.

A los tres meses que me arrancaron de sus brazos me casé con Jack, la boda estaba completamente planeada, Lionel y él habían organizado todo, el futuro político de Jack necesitaba de una esposa en su brazo, a los seis meses de casarnos él se convirtió en senador nacional, si mi vida era una pesadilla cuando el estaba en la empresa no había palabras para describir la tortura en la que se convirtió desde que él se dedicó a la política. Ya no solo tenía que ser la esposa trofeo perfecta, sino que debía acompañarlo a todos lados, siempre tenía que lucir arreglada, hermosa, impecable.

Con el pasar de los años nos detestábamos cada vez más, agradecía cada vez que el se acostaba con otra mujer, cada vez que desparecía por días, y el agradecía que cada tres noches durmiera en la empresa. Ya ni siquiera compartíamos habitación.

Los golpes siguieron, de vez en cuando coincidíamos y el llegaba borracho e ingresaba a mi cuarto a cualquier hora de la noche descargaba su ira y su infelicidad sobre mi cuerpo, pero siempre golpeando en lugares donde no quede evidencia, mi estómago era un mapa de manchas moradas. Las peores noches que por suerte no han sido tantas, es cuando llega a desfogarse conmigo, no solo recibo sus golpes, sino también sus envestidas, me ha violado diez veces en estos cinco años.

Por momentos vuelvo a considerar el suicidio como una opción, sobre todo esas noches, donde la humillación y el asco que siento hacia mi misma me doblegan, pero freno los impulsos de hacer algo. Siempre que esas noches están a punto de superarme pienso en dos cosas, en el rostro tierno de Kara, y en las palabras de Phil.

Escucho la puerta de la casa abrirse, son la una de la mañana, se que es Jack, y por el sonar de sus pasos está ebrio, solo cierro los ojos esperando que no ingrese aquí. Sus pasos frenan fuera de mi puerta, puedo ver la sombra de sus pies por la hendija, tiemblo y me escondo debajo de las sábanas como los niños cuando tienen miedo. Eso era yo, una mujer de 28 años con terror, siempre con terror.

-Lena- abre la puerta con fuerza, no salgo de mi escondite. -Cariño- dice socarronamente. -Estoy con ganas de jugar- tira de mis sabanas y comienza a tocarme.

-Jack, por favor, hoy no- le ruego, porque esta fecha no quiero tacharla en el calendario con otro recuerdo que no sea el de ella.

-Lena, después de todos estos años no has aprendido todavía que se hace lo que yo quiero- un nuevo golpe a mi ya maltratado cuerpo.

Cerré los ojos, y deje que haga lo que quiera conmigo, cada vez que esto pasaba intentaba viajar al pasado en mi mente, siempre buscaba esos ojos azules que tanta alegría que me habían dado, su pelo rubio cayendo por sus hombros, la cicatriz de su frente, el tono alegre de su voz, hacía fuerza para rememorar sus besos, intentaba recordar cada una de sus caricias a mi piel.

No sé el tiempo que pasó, pero cuando el se tumbo satisfecho a mi lado en la cama, me levanté como pude, con las piernas adormecidas de dolor, con el cuerpo sangrando, y el asco haciéndome vomitar.

Con esta eran onces las veces que me violaba.

Me fui de la casa a la empresa, dormiría allí.

Lo único bueno que me ha sucedido, es que cuando Jack dejó la empresa yo pude comenzar a trabajar en ella, Lionel me dio la posibilidad de manejar el área de investigación y desarrollo, gracias a eso mi tiempo al menos se perdía en cosas útiles, trabajaba todos los momentos que podía, y evitaba ir a la fría casa que compartíamos todo lo posible. A ellos les parecía estupendo, porque así podían vender a la mujer empoderada, empresaria, que lograba cosas por ella misma. Si tan solo la gente supiera la clase de monstruos que son en realidad.

Con mi madre la relación se estancó, cada vez que nos veíamos solo nos gritábamos, necesitaba con locura que ella quiera alejarse de esta vida, aún estaba amenazada por Lionel, y de verdad que creía que sería capaz de cualquier cosa con tal de tenerme aquí. El plan de mi padre siempre fue que Jack entre a la política, de esa forma él se forró cada vez de más dinero, Jack arreglaba cualquier negocio sucio que Lionel tenga entre manos, el poder político de mi esposo le daba todos los contactos que mi padre quería, y encubría todas las cosas ilegales que hacían.

Me quedé dormida en el cómodo sillón de mi oficina.

-Señora Spheer- escuché los golpes en la puerta. Me levanté sobresaltada, miré la hora en mi reloj de muñeca y me sorprendí al ver que eran las nueve de la mañana, me acomodé rápidamente la ropa, había dormido vestida, no era mi ropa usual de oficina, pero no me iba a ir a las tres de la mañana de mi casa con mi traje de tres piezas, así que estaba de jean y una camisa de seda, presentable.

-Si, Grace, qué sucede? - dejé entrar a la secretaria, me miró de arriba abajo, seguramente intentando entender qué hacía así vestida.

-Solo... solo quería recordarle que a las diez son las presentaciones de los nuevos en el laboratorio- lo había olvidado completamente, hoy comenzaba un grupo de biotecnólogos nuevos para desarrollar una idea innovadora en el campo de salud.

-¿Tienes los nombres o algo para que pueda tener alguna información sobre ellos?- confiaba totalmente que Dox haya hecho bien su trabajo seleccionándolos, pero quería saber los nombres al menos.

-No, lo siento, todo lo tiene Querl Dox-

-Ok, no importa Grace, ya los conoceré-

-¿Puedo preguntarle algo?- miré a Grace levantando mi ceja derecha, Grace era mi secretaria desde hace tres años, era una mujer de 32 años, muy bonita, pelirroja y de ojos verdes que transmitían confianza, era lo más cercano a una amiga que he tenido en todo este tiempo.

-Ya van tres años diciéndote que me tutees de una vez, por Dios- ella se rio, todos los días teníamos esta conversación, creo que lo hacía de gusto solo para tocarme las narices. -¿Que quieres saber?-

-¿Qué haces vestida así, dónde están tus Armani Lena?

-Dormí aquí- levanté mis hombros restándole importancia, si bien ella nunca había preguntado, estaba segura de que sabía que mi matrimonio era una completa farsa, lo que dudaba es que sospechara todo lo que se escondía por debajo.

-Ok, no te voy a preguntar nada, pero te voy a traer un café doble- y se fue.

Las diez de la mañana se hicieron rápidamente, por suerte no había tenido noticias de Jack, y seguro que no las tendría por unos días, no pensaba volver a casa al menos en una semana, solo recordarlo me revolvía el estómago.

-Buenos días a todos- saludé entrando a los laboratorios, y mi respiración se cortó.

No, no puede ser. 

Impulso - SupercorpOnde histórias criam vida. Descubra agora