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Cuando subimos al ascensor la adrenalina abandonó mi cuerpo, y comenzó el dolor agudo que sentía en mi pecho. Las puertas se cerraron con las tres adentro, me recosté contra uno de los laterales, ellas me miraban.

-Tenemos que ir a un hospital- Kara rozaba con unos de sus dedos las marcas en mi cuello.

-No... no... al hospital no...- me costaba respirar de la presión.

-Estás loca Lena, y no te dejaré opinar en esto- Grace, miraba los números del ascensor nerviosa y fuera de sí.

-Chicas... no... podemos- Kara no me dejó terminar.

-Cariño, necesitas urgentemente que te vea alguien, apenas puedes respirar- me abrazó a su cuerpo con completa suavidad sin hacer presión, haciéndome notar de que no estaba sola. Grace se giró para vernos, mire por el espejo que era lo que tanto llamaba su atención. Kara me tenía recostada sobre su pecho, con sus manos colocadas suavemente sobre mi abdomen y mi cabeza se recostaba en su cuerpo.

Sí llamaba la atención. 

A pesar del dolor tuve ganas de sonreír, pero ni siquiera logré hacer una mueca, una nueva punzada en las costillas, estaba transpirando en frío del dolor y el miedo, lo que acaba de pasar había sobrepasado todos los límites, Jack nunca se extralimitaba de esta manera, conociéndolo su cabeza en estos momentos debía estar girando a cien mil kilómetros por ahora, buscando que hacer para que nadie se entere de la verdad. Lo peor de todo para él es que esta vez no se le iba a ser fácil escapar, la mentira de Grace solo lo tomó de pronto y sin tiempo a reaccionar, era obvio que no estaba yendo a recursos humanos, ni a una urgencia en los laboratorios, sumado a mi dolor ahora sentía miedo por mi secretaria y más aún por ella, Kara era todo para mi, desde que me enamoré que ha sido así, y ahora sintiéndola a mi espalda lo era aún más, nada podía pasarle o moriría a su lado.

El ascensor llegó a los estacionamientos. Las tres bajamos, me aferré al cuerpo de Kara para facilitarme la tarea de caminar. Grace frenó a medio camino, se veía que su cabeza estaba funcionando a mil por horas, la mía apenas razonaba para respirar.

-No puedo irme de aquí, necesito ver qué hace Jack, yo te cubro Lena, no te preocupes por nada... señorita Danvers, no se que es lo que tienen ustedes dos, pero por favor cuídala- no podía ni siquiera agradecerle por todo lo que hacía por mi.

-Llámame Kara, y la cuidaré con mi propia vida, no te preocupes- Grace le sonrió.

-Kara avísame cómo está... ya márchense- mi secretaría dejó un beso en mi frente y salió disparada hacia los ascensores nuevamente.

Kara volvió a caminar conmigo colgada de su cuerpo, mis ojos se cerraban a cada punzada de dolor, no sé qué diablos había pasado esta vez, pero nunca había sido tan fuerte el dolor. Al menos no el físico.

-¿Dónde están las llaves de tu auto?-

-Tú... tú.. no .. no puedes manejar... tu mano- Kara se paró frente a mi, y revisó los bolsillos de mi pantalón encontrando las llaves.

-Mi mano no es nada, no duele y hoy me deberían sacar los puntos, así que no lo pienses, y por favor no perdamos más tiempo- abrió el auto y me ayudó a subir de copiloto, no tenía fuerzas para luchar con ella, toda mi voluntad estaba concentrada en respirar despacio para no sentir que las costillas me rompían los pulmones.

Salimos del estacionamiento del edificio, en un semáforo, se giró para mirarme, sus ojos denotaban una preocupación que nunca le había visto a nadie en la vida, y mucho menos por mi.

-Cielo, te voy a llevar a un hospital, necesitan verte ya mismo, pero necesito que estés tranquila, ya veremos como hacemos con lo demás- su mano lastimada se aferró a mi pierna, como pude entrelacé mis dedos con los de ella.

Cerré los ojos el resto del camino, concentrándome en su mano y en mi respiración, ella me daba calma. 

Pero no duró mucho, el sonido de mi celular, interrumpió justo cuando entrábamos en el estacionamiento del hospital.

Me moví para sacar el teléfono de mi bolsillo.

-Déjalo, o dámelo... por favor Lena, no puedes alterarte- estacionó el auto y me miró suplicante. Le entregué el aparato.

-Quien.. quien es..- sin contestarme bajó del auto y corriendo abrió mi puerta. Con su ayuda baje, y me aferré a ella para poder caminar, el dolor se incrementaba cada vez más.

-No miré quien era, eso ahora no importa, apenas puedes respirar- su brazo me sujetaba con fuerza por la cintura, podía sentir el miedo y la preocupación fluyendo por su cuerpo. Quería tanto que esta no fuera nuestra realidad, que sus brazos no tengan que sujetarme para poder caminar, deseaba tanto intentar ser feliz a su lado, sin toda estas circunstancias que me rodeaban, anhelaba tanto ser valiente y hacerla feliz.

Caminamos juntas hacia la puerta, ni bien nos vieron entrar un enfermero se acercó.

-Tiene un fuerte dolor en las costillas, sufrió un golpe fuerte, le cuesta respirar- Kara enumeró mis dolencias, el enfermero me sentó en una silla de ruedas.

-Por favor.. ven conmigo..- le supliqué.

-No pienso volver a dejarte sola en la vida, me entiendes, en la vida Lena- el enfermero se alejó para realizar mi ingreso por urgencias, Kara se agachó a mi altura frente a mi. -Se que no es el momento, y Dios esto es horrible, pero me tienes cariño, desde que volví a verte, volví a ser tuya, si me dejas no me voy a despegar de ti- con mucho esfuerzo levanté mi mano para acariciar su mejilla y acercar su rostro al mío. Ella se dejó hacer, y suavemente rocé mis labios con los de ella, sentí que el aire volvía a mi, y una nueva fuerza crecía en mi interior.

-Soy tuya Kara-

No pudimos seguir, el enfermero regresó y me empujo por el lugar, Kara sujetaba uno de mis hombros manteniéndose firme a mi lado. Mi conciencia de la realidad se había evaporado, no solo por el dolor de mi cuerpo, sino que me sentía entrar a un delirio desconocido, Kara estaba a mi lado, me había dicho que nunca me iba a dejar, y estaba siendo ingresada a un maldito hospital.

El sonido de mi celular retumbando en el lugar me volvió a jalar al presente. Jack debía haber llamado a Lionel, mi madre podía estar en peligro.

-Kara... mira... quien es... por favor- nos habían dejado esperando para hacer unas radiografías en el tórax. El enfermero me explicó que hasta no ver bien que tenía no podían darme calmantes para el dolor, así que todavía seguía resistiendo.

-Creo que eso puede esperar-

-No... mi madre... por favor- le supliqué con el terror ya inundando mi ser otra vez, ella me miró y sacó el celular de su bolsillo.

-Es tu padre, pero cariño, no puedes hablar- los nervios volvieron a subir, y mi respiración se alteró, el dolor se volvió insoportable, lo último que vi fueron los ojos de Kara frente a mi con un brillo desesperante en ellos y todo se volvió negro. 

Impulso - SupercorpOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz