Capítulo X

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Ambas sentían como sus pulsos se aceleraban, podrían jurar escuchar low latidos de su corazón en sus tímpanos, eran sus nervios, estos estaban presentes en las chicas Luthor y Danvers. Sentían como si estuvieran arriesgando bastante estando una vez ahí, no se comparaba por supuesto a lo que ellas habían vivido en sus carreras.

En cambio sus padres y Lori eran todo lo que contrario, estaban tranquilos caminando de forma lenta, no tenían prisa, deseaban una cena en la que pudieran conocerse aún más entre ellos y que resultara amena para todas las partes, aunque estaban encantados con las rubias, Eliza era una mujer conocedora de sus productos farmacéuticos y tecnológicos. Y, por supuesto Kara era todo aquello que querían para su hija Lena.

El maitre hizo su aparición con una sonrisa cálida para preguntar a quien nombre estaba su reserva, esta lo estaba por Lionel Luthor. Él asintió invitando con su brazo extendido a que lo siguieran, sin mucha demora comenzaron a atravesar aquel lugar elegante. El señor Luthor había reservado una mesa para seis, pero solo habían cinco sillas y el campo especial de la rubia, lejos de molestarse la rubia estaba agradecida, no quería ser un medio distracción para lo demás, no le gustaba ser el centro de atención. La verdad es que, se sentía un poco incómoda, notó unas cuántas miradas y juraba escuchar algunos murmullos cuando se acercaban cada vez más a su mesa, se imaginaba que algunos de ellos la habían reconocido, o simplemente criticaban que ella estuviera en ese lugar en esas condiciones, suspiró pesadamente, pero siguió el camino sin volver a ver nadie.

Decidió concentrarse solo en el momento, ignorando por completo las miradas ajenas. Además, se sentía muy afortunada por estar acompañada de esa ojiverde tan despampanante, obvio, no lo admitiria en voz alta, pero sentía como su ego se elevaba un poco, aunque no le gustaba sentirse más alta que los demás, sin embargo, ella no podía evitar, ni negar que se sentía un bien ser la envidia de muchos hombres que estaban viendo a Lena con descaro, hasta ella en una situación ajena a esa estaría en la misma posición que ellos, eso la hizo preguntarse si la hubiera podido conocer de otra, como cuando era actriz quién sabe, eso no lo averiguaría nunca, porque el hubiera no existe. No obstante, ¿cómo podría quejarse?, estaba agradecida con Dios y con la vida por haberlas topado en su camino, tampoco iba mentirse ella misma, porque sabía que quería alejarla de su vida, pero esa pequeña Luthor fue el medio, ahora ella a como de lugar debía mantener una relación muy buena con la ojiverde y ella sabía que no iba a ser difícil, estaba siendo muy fácil conocerse mutuamente, con ella nada es difícil, con solo mirarla a los ojos me deja en blanco, como si las palabras no fueran necesarias. Quizá nos podamos realmente hacer amigas, pensó Kara acomodando su silla a la par de su madre dándole una sonrisa.

Por el lado de Lena, también había notado las miradas desde que llegaron, pero no sabía a quién iban dirigidas precisamente, ya que Kara era una actriz muy reconocida, prácticamente una estrella y ella, bueno, se estaba conviertiendo en una modelo muy reconocida. Solo esperaba que no se topara a alguien que pudiera dejarla mal vista ante las Danvers y principalmente su familia. Ellos no conocían ningún detalle exactamente del por qué decidió salirse del mundo de la moda, más por el contrario, solo les había dicho una mentira piadosa, de que ella no pertenecía ahí y demás. Sabía que no debía por qué darle tanta importancia a lo que pensara la sociedad sobre ella, sin embargo, de alguna forma seguía afectándole con creces, estaba mal, muy mal, pero cuando se trataba de ese tema, ella se convertía en un desastre emocional.

Detuvo unos instantes su divagación para poder calmarse un poco, sentía que sus piernas estaban flaqueando, varias veces sintió que iba a caerse, pero con disimulo pudo sostenerse momentáneamente de lq silla sin que la rubia sospechara o se diera cuenta de lo que hizo. Miraba de reojo a sus padres que llevaban de la mano a su hija, parecían enfrascados en una ligera conversación con la señora Eliza y sonrió ligeramente, ¿quién iba a decir que se comenzarían a llevar tan bien?, quizá era predecible por su amor a la ciencia, o quizá por intenciones ocultas que con el tiempo ella se daría cuenta. Miró de reojo nuevamente, pero esta vez hacia la dirección de las miradas, en su mayoría eran hombres y ella trató de no rodar los ojos, le recordaban tanto a Morgan Edge, ese misógeno que no hacía más que acosar a sus empleadas.

El Renacer De Una EstrellaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant