Capítulo XI

6.3K 512 115
                                    

Eran las 8:00 A. M. Una pelinegra se encontraba dando vueltas en su cama tratando de dormir un poco más, pero no podía hacerlo más, se dio por vencida y decidió dedicarse a pensar. Sonrió dándose cuenta que ha pasado un mes desde aquella cena llena de sorpresas, habían visitas constantes por ambas familias, hasta Kara se había aventurado a conocer su hogar. Lo quería significaba que ya no habían desconfianzas, aunque nunca lo hubieron, entre los Luthor y la familia Danvers, solo faltaba que el mismo Lex Luthor y Lana Lang Luthor y ya estarían todos. La pelinegra se sentía diferente, como si aquel ambiente en aquella residencia hubiera cambiado, en realidad, todo comenzó a cambiar para bien entre la CEO y la actriz. Especialmente para Lena, no dejaba de recordar aquellas palabras de aliento de la rubia calaron muy profundo en su ser, eran como el pequeño impulso para que esta de empezara a seguir adelante sin dejar que ese pasado le diera una zancadilla, también trataría de no tropezar con sus propios pies si se volvía a encontrar frente a frente con algún conocido del modelaje, porque eso era lo que tanto la atormentaba, porque como la rubia le dijo, ella era más que eso.

La ojiverde desde ese momento, esa noche en ese jardín y recordaba con especial ternura su atrevimiento a darle ese beso en esa suave mejilla, entendió que ahí la actriz había ganado un espacio importante en su corazón (aparte de todo lo que hace por Lori), porque a como se comportó esa noche en especial tratándose de algo que dejaba por fuera a su bebé la marcó y se volvió a dar cuenta que Kara era distinta a todas las personas que dijeron en su momento ser sus amigos (Samantha era aparte de ese grupo), tuvo miedo de que la juzgara por haber sido modelo o que le preguntara, pero no lo hizo, no le preguntó qué había pasado, respetó su silencio, más al contrario, la apoyó pese a no tener conocimiento de todo lo gris casi oscuro que vivió cuando cuando estaba en ese mundo tan superficial y dejar de lado el tacto de su mano con la suya fue reconfortante, suave y cálido.

Llegó a la conclusión de que sería tonta si esperaba más para tener la oportunidad de establecer por completo una hermosa amistad con la rubia, podría decirse que ya lo eran, sin embargo, no eran tan íntimas. Quería que más allá de lo que fue y de lo que es, se iba a ganar más su confianza, para que se sintiera libre de hablar con ella cuando lo necesitara ya sea conversaciones sin sentido, al azar, o bien, de lo que más le apasionaba el teatro y la música.

No había conocido nunca esa necesidad constante de intentar estar presente en la vida de alguien que no fuera su familia, o de su morena amiga. Así que, comenzó a escuchar su corazón un poco y este le dictó una de las tareas más interesantes e integrantes de su vida, hacer lo que fuera para empezar a ganarse su confianza, hacerla reír, hacerla sentir que ese accidente no debía hacerla infeliz. Y para ello sabía cómo a empezar exactamente, lo primero qué haría era pedirle la ayuda especial a su hija. Porque ella sabía como madre que esa niña curiosa había ganado su corazón antes, ¿le molestaba?, no, para nada, más bienle dio gracias a Dios por ello y por saber que vivían a la par.

No esperaría más, quitó la pereza de su cuerpo (esperaba que eso no le afectara por mucho tiempo), y se levantó de la cama estirando lo más alto que podía sus brazos, se dirigió al baño, lavó su rostro haciendo su pequeño ritual facial mañanero, lavó sus dientes correctamente, para finalmente entrar en la ducha. Sintió como cada uno de sus músculos se iban relajando conforme el agua fría recorría su piel y soltó una pequeña risa recordando como la envidiaban por eso, la decían que era perfecta, no habían diferentes tonalidades en ella, toda era completamente del mismo color, como si fuera una condesa de Drácula, si fuera condesa de Drácula, ¿a quién mordería primero?, pensó con diversión y, curiosidamente, la primera que pasó por su mente fue Kara Danvers, ante aquel pensamiento su corazón comenzó a latir descontrolado, sintió como su sonrisa se iba apagando y suspiró negando avergonzada, como si fuera un delito haber pensado en todo aquello, pero para ella lo era, ¿cierto?, ya que estaba buscando ser su amiga, no una amante, ni mucho menos, al menos eso creía ella.

El Renacer De Una EstrellaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora