Extra II

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Una semana después

Las esposas iban de la mano a través de la feria de National City, pero iban solas, no estaban los niños. ¿La razón?, querían tener una cita, no necesitaban que fuera su aniversario para hacerlo, tenían once años de estar juntas y ocho desde que contrayeron nupcias frente a las personas que amaban. Todo ese tiempo también había pasado desde la operación de Kara, siendo una de las que logró recuperarse casi al 100%. Pero, no podía mentir, a veces tenía molestias en su lumbar, por eso había optado por ir dos veces al mes con Kate para una buena sesión de terapia. También esos ocho años llevaba siendo profesora en la secundaria Saint Patrick High School, se llevó dos consecutivos el mérito a profesora del año. Y, sin olvidar desde que tomó el mando del coro había sido cinco años consecutivos como campeona de las Nacionales, sin embargo, desde su embarazo de Jeremiah había decidido renunciar a ese cargo para dar únicamente clases tanto de música como de teatro.

Si hablamos de su relación con sus compañeros (mejores amigos), estaba completamente sólida. No obstante, habían llegado algunos nuevos, tanto hombres como mujeres, entre ellos, uno llamado Willian Dey, profesor de literatura que no perdía tiempo en tratar de ligarla, o cortejarla. Era demasiado molesto, pero siempre recibía la ayuda inmediata de todos. Porque gracias a un mal entendido se había peleado con Lena fuertemente, pasaron días sin hablarse, tanto que todos temían un divorcio.

Recuerdo

Narrativa de Kara

Me encontraba en la solitaria biblioteca buscando un libro de teoría musical para uno de mis estudiantes que había sido víctima de bulliying por parte de un estudiante avanzado, este le había roto su libro, ¿por qué?, por el simple hecho de que era gay. Estaba tan molesta que, inmediatamente fui hacia la oficina de John para contarle la situación, pero, gracias a Dios esta institución es cero tolerante ante cualquier acoso. Tenía el ceño fruncido, con un increíble ardor en mis ojos, si fuera la mismísima Supergirl estaría segura que usaría la visión calórica para quemar todos los libros por la impotencia que tengo.

A tal punto que no me di cuenta que William, mi compañero nuevo, había ingresado a la misma, pero no le di importancia, ya que sabía sobre su clase de literatura, por obviedad deduje que necesitaría un tomo de algo. Sin embargo, no contaba con lo que pasaría después, me encontraba extrañamente acorralada por sus brazos. Sabía que tenía interés en mí, pero creía (ingenuamente), que le había quedado en claro sobre mi matrimonio con la mujer de mi vida, Lena Luthor.

— ¿Qué haces William? — le dije con enfado tratando de empujarlo, desgraciadamente él tiene mucha fuerza corporal.

— Kara, tú sabes lo que quiero. No contestas mis mensajes, no recibes mis flores, ni mis galletas. Ya no sé qué hacer para conquistarte, no me importa que estés casada y, menos con una mujer, no soy celoso — me dijo el muy descarado haciéndome enfadar enormemente, ¿cómo se atrevía a decirme semejantes aberraciones. Saqué fuerzas de donde no sabía que tenía para empujarlo y lo logré golpeándolo contra una góndola de juegos. Él se veía molesto, pero mis pies no querían responder y me volvió a atrapar dándome un beso a la fuerza, por inercia coloqué mis manos en su pecho para empujarlo de nuevo.

— Mi amor, tus alumnos me dijeron que estabas... — escuché la voz de mi esposa junto con sus zapatos de tacón, no podía creer la mala suerte que estaba teniendo en ese momento. El imbécil de Dey se separó fingiendo una sonrisa apenada para salir corriendo inmediatamente llevándose con él su libro.

Lena me veía con sus ojos vidriosos, con sus mejillas sonrojadas, pero de la ira que estaba teniendo contra mi. Y yo comencé a negar varias veces acercándome corriendo a ella, no quería que pensara lo peor, aunque lastimosamente parecía lo contrario.

— Lena... Mi amor, no es lo que parece — traté de tomar sus manos, pero ella me las quitó con un movimiento sumamente brusco, dándome consigo una cachetada que, por supuesto me sacó las lágrimas.

— ¡No te me acerques, Danvers! — me gritó con lágrimas en sus ojos, todo el carácter Luthor — ¡Jamás lo creí de ti! — me empezó a empujar y los gritos comenzaron a escucharse en toda la biblioteca, pero cuando trataba de hablar me negaba la palabra. Después salió corriendo y quise ir tras ella, pero me enredé con mis propias piernas cayendo fuertemente en suelo rompiendo mi ceja golpeando mi frente quedando inconsciente. Lo último que recuerdo es escuchar la voz de James y Barry corriendo hacia mí.

Desperté unas horas después en la casa de mi hermana. Me había ido a recoger Alex, donde me aseguró que fue Lena quién la llamó para pedirle que me buscara. No quería verme, ni que estuviera en la casa. Por supuesto, Alex creía en mi al igual que Sam cuando les conté lo que realmente había sucedido, hasta la misma Sam había pedido por medio legal el video de seguridad, ni siquiera yo sabía que habían cámaras, o quizá sí sabía, pero no lo recordaba.

— Alex, necesito hablar con Lena. No puedo perder el amor de mi vida — le dije con la voz entrecortada y con lágrimas cayendo como un grifo abierto — ¡Estúpido, Dey! — gritó aferrándome a los brazos de mi hermana mayor.

— Desgraciadamente, Kara. Lena no quiere verte ni en pintura — escuché a Sam decirme mientras acariciaba mi espalda — Pero, ya verás que cuando ella veía con sus propios ojos el video. Conozco a la perfección el orgullo Luthor — la escuché suspirar y yo asentí varias veces con una sonrisa triste.

Fin de la narrativa de Kara

Fin del recuerdo

Esa vez pasaron casi dos semanas sin hablarse. Al principio Kara se encargaba de mandarle flores, chocolates la primera semana, se sentía culpable, apesar de ser más bien la víctima de Dey. Lo cierto es que lo hacía porque tuvo un inmenso miedo de que su matrimonio terminara y al no recibir respuesta decidió dejar que todo siguiera su curso, comprendió que nada era su culpa. Era Lena que no confió en ella, aún conociendo su lealtad y su amor, desde que vio todo con sus propios ojos. Sabía que ella estaría en la misma situación, pero estaba más que segura de creerle, porque la conocía a la perfección.

Se sintió muy herida al saber que solo le creyó cuando vio el video de seguridad. Habían vuelto una semana después ha estar juntas, pero seguía un poco el resentimiento en su ser. Ya no podía abrazarla, besarla, o hacerle el amor sin dejar de recordar la cachetada y la desconfianza que tuvo. Así que, tomaron la decisión de ir a terapia para que superan todo eso. Tampoco pasó mucho tiempo para que John lo despidiera sin derecho a nada, al igual que una demanda por hostigamiento y acoso sexual con una restricción de por vida.

Después de ahí todo el amor volvió con fuerza. Lena, hoy en día se sigue arrepentiendo de que su orgullo le ganara, pero la terapia en serio las había ayudado muchísimo, por eso, empezó a ser más detallista, más cariñosa, más comprensiva y, ambas se invitaban constantemente a citas. Ella comprendió que, apesar de que L-Corp estaba en la cima, su prioridad debía ser siempre su familia.

— Amor, ¿con cuál juego quieres empezar? — le preguntó la rubia rompiendo el silencio entre ellas. Lena sacudió lentamente su cabeza contagiándose de su sonrisa.

— En el que quieras, cariño. Esta noche es nuestra — le agarró con cariño su rostro para darle un sentido beso saboreando en los mismos el azúcar de la manzana caramelada. La rubia sonrió en medio del beso dejándose llevar, se separaron dándose un mordida mutua en su labio inferior.

— Entonces, vamos. Quiero ganar ese enorme panda para ti, esta noche no seremos esposas, seremos dos amantes disfrutando de una primera cita — le dio un pequeño beso en su frente tomando su mano para llevarla justo al juego de tirarle al blanco. Lena se dejó llevar sintiendo como su cuerpo desarrollaba cosquillas, porque también comenzaba a sentir como Kara lo describió, dos amantes conociéndose en una primera cita — Por cierto, Len. Te amo con todo mi ser — le dijo acariciando su mano acercándose cada vez más al vendedor de las fichas.

— Te amo con locura y con todo mi ser, Kara Danvers, eres mi héroe, nunca lo olvides — le dijo con mucho cariño acercándose a ella para darle un beso en su mejilla. El vendedor les sonrió ofreciéndoles las fichas, las cuales la rubia compró casi su mayoría para poder ganar sí o sí el panda grande.

Como a la décima oportunidad lo ganó, así que, pasaron disfrutando de la noche pasando por casi la mayoría de juegos mecánicos entre risas, carreras, besos y abrazos. Sin duda, el amor entre ellas seguía sin envejecer, era más maduro eso sí, pero seguía intacto.

El Renacer De Una EstrellaWhere stories live. Discover now