Libro 1 Capítulo 3

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Durante la primera semana de Febrero Hope se vió sometida a lo que Alaric denominaba rigurosas pruebas que tenían el fin de descubrir si las habilidades de la joven le permitían a esta calificar para el solicitado puesto; lo único que verdaderamente motivaba a la pelirroja a soportar tan estúpidas pruebas era la desagradable expresión que el rey ponía a sus sirvientes cuando una vez más otro de sus bien entrenados guardias terminaba en el suelo por culpa de una pequeña niña insolente a la que claramente había subestimado.

Durante esa tortuosa semana, donde Hope se jugaba el puesto que más tarde la ayudaría a poder cumplir con la misión a la que su padre la había enviado, se la mantuvo aislada en un pequeño recinto en la planta baja de la majestuosa corte de Francia; a dicho recinto, que Hope juraba parecía un calabozo, le habían llamado "su habitación". Al menos, pese a que parecía ser de roca, tenía una cama y una pequeña ventana desde la cual veía al personal del lugar ir y venir a causa de sus atareadas rutinas.

Con total determinación, poco después de presentarse el primer día, se le prohibió tener mayor contacto que las meras pruebas llevadas a cabo con los guardias así que fue normal, durante el correr de toda esa semana, que no volviera a ver a la carismática princesa que sin saberlo le había otorgado pase libre a su misión.

Aquella mañana del jueves el sabor metálico inundó su boca, con su muñeca derecha limpió la gota de sangre que resbaló por su labio inferior.

Volvió su atención al hombre frente a ella, en lo único que recayeron sus orbes celestes fue en el emblema que condecoraba el peto de su armadura. Aquella sensación de repulsión, como la que había surgido el primer día cuando tuvo que hacer reverencia al rey, volvió a formarse en el centro de su estómago tras dar con la reconocida flor de lis grabada en la impoluta armadura.

Apretó tanto su mandíbula que logró escuchar cómo sus dientes crujían a causa del enfado monumental que estaba a punto de dejar liberar, aquel que siempre había sido una maldición para el linaje Mikaelson.

Esquivó el próximo golpe mientras se hacía un segundo para escupir la sangre acumulada que tenía en su boca, en cuanto tuvo oportunidad asestó una estocada que el guardia real logró evitar por tan solo escasos centímetros. Lo que este no pudo evitar fue el puñetazo que la pelirroja lanzó a aquel sitio que la armadura no lograba cubrir; sitio entre su tercera y cuarta costilla que hizo que el mismo se doblara sobre sus rodillas a causa del dolor. Lo que le siguió a aquella calculada acción fue un casto golpe que la chica le dió en el rostro con la empuñadura de su espada; era así como otro soldado terminaba recostado en el suelo mientras se tomaba la nariz para detener la hemorragia en esta.

- Suficiente -El rey dió un alto a la pelea pese a que Hope yacía con su espada apuntando al suelo, lejos de buscar asestar algún otro golpe- La prueba de hoy finaliza aquí, lleven al soldado a la enfermería -Gruñó con aquellos ojos cargados de una emoción que Hope no pudo descifrar.

El rey, quien hasta entonces se encontraba bajo un gacebo para protegerse del inestable clima, se dió la vuelta para volver a sus aposentos mientras maldecía con el general de sus tropas con respecto al entrenamiento de los soldados.

Hope contuvo la sonrisa engreída que amenazaba con aflorar en sus labios cuando uno de los guardias se acercó con una expresión seria, algo que de todas formas no la intimido.

- Hora de volver a tu habitación -Le informó con pocas ganas, alzando su vista al cielo para ver que pronto se largaría a nevar otra vez- Mañana tendrás tu última prueba, deberás luego esperar por la decisión de su majestad -

Por lo menos no era que la arrastraban hasta el lugar, tenían la decencia de dejar que esta hiciera su camino.

- Me estaba preguntando si podría comer algo -Hope preguntó en un tono suave cuando su estómago gruño, delatando su hambre.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Where stories live. Discover now