Libro 1 Capítulo 8

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Hope caminaba varios pasos por detrás de Josette, quien mantenía una animada charla con una joven morena que había presentado como Penelope Park; nombre que Hope había escuchado antes en una de sus primeras conversaciones con la Delfina.

Según la información que la pelirroja había logrado recopilar, luego de un corto cuestionario a lo que ella había denominado "preguntas de rutina por la mera seguridad de su alteza real", ambas se habían criado juntas y gracias a eso mantenían una estrecha y muy próspera amistad donde predominaba la confianza. La joven Mikaelson se encontró a si misma abrumada de una extraña emoción que pronto identificó como celos, culpando de aquello a que jamás había podido socializar al mismo nivel que Josette; lo que no tenía nada que ver con el hecho de que fuera más o menos tímida que la castaña sino con el que a esta nunca se le permitió estar en algún lugar más allá de su propio castillo, donde valía recalcar que muy poca gente había de su edad.

Se tomó un par de minutos para recordar las escasas amistades que había entablado a lo largo de su vida, una de ellas con un joven soldado llamado Edmund Pevensie; quien resultaba ser el hijo de Thomas, el general de las tropas. Habían entrenado juntos un par de veces, gracias a ello se habían vuelto lo suficientemente cercanos como para poder considerarse "amigos". Recuerda también, de forma muy vaga, cuando conoció a Maya Machado ya que la familia de esta había sido invitada al palacio cuando Hope recién cumplía sus siete años de vida. Ella y su hermano, el Lord Ethan Machado, se habían vuelto de las personas más cercanas para la pelirroja; su madre en varias ocasiones los había llamado "El trío caótico". Hope estaba segura que tal título había sido otorgado debido a los múltiples jarrones que habían roto en sus travesías corriendo por los pasillos, aquellos que de seguro aún guardaba recuerdo de los mismos. Trató de recordar alguna otra persona que considerara cercana, probablemente Lady Nora o el noble Roman Sienna; aunque con este último solo había compartido calurosos besos en una etapa de su vida que preferiría no recordar.

Un joven, mucho más alto que Hope, se acercó por su derecha y comenzó a caminar a su lado como si la conociera de toda la vida; coordinando su paso con el de ella en los escasos segundos que le llevó a Hope procesar la situación.

- ¿Puedo ayudarle en algo? -Ofreció con poca cortesía, habiendo gruñido aquello de una forma que solo hizo sonreír a su misterioso acompañante de sonrisa brillante y cabello revuelto.

Tenía una palidez inhumana, de esa que hacía cuestionar a la pelirroja si el mismo formaba o no parte del mundo de los vivos.

- He de creer que es usted Hope Marshall, ¿no es así? -

Definitivamente este no estaba muerto, de hecho estaba molestosamente hablándole como si hubiera encontrado en la expresión de la chica algo que lo alentara a hacerlo. Hope estaba segura de que el chico era tonto si es que este no podía leer la mirada indiferente que le estaba dando o el pequeño bostezo aburrido que se colaba por su boca antes de siquiera poder evitarlo; aunque ni siquiera trato de hacerlo.

Hope asintió de poca gana, volviendo su vista al frente una vez consideró que el muchacho no era lo suficientemente interesante como para robar su atención de su trabajo; de Josette Saltzman.

- ¿Usted es? -Volvió a demandar que el mismo se presentara, poniendo fin al misterio que tanto envolvía al joven de cabello oscuro y ojos claros.

- Sebastian, prometido de Elizabeth -

Hope no se sorprendió con lo último, Josie ya se lo había mencionado antes y el hecho de que las princesas estuvieran comprometidas desde temprana edad era algo espeluznantemente común. Además, aunque le costara mucho admitirlo en voz alta, Sebastian era un hombre sumamente atractivo que bien podría atraer la atención de cualquier persona.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Onde as histórias ganham vida. Descobre agora