Libro 1 Capítulo 40

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Elizabeth caminaba, o más bien bailaba, por uno de los amplios pasillos cuando un guardia la llevó puesta poco antes de que ella doblara en una esquina rumbo al corredor principal de la corte. Reprochó, en un tono bastante histérico, y el joven soldado se disculpó sin disminuir la marcha lo que le llevó a pensar que este debía ser un inepto al que pronto debía despedir por la falta total de respeto a su persona.

¿Tratar a una princesa de aquella forma? Pensó mientras una risa molesta se hacía paso por su garganta.

Poco fue el tiempo que tuvo para seguir enfadada, al llegar a la escalera para descender por la misma se percató de la gran concentración de guardias alborotados que se encontraban al pie de esta. Desde que era una niña solía esconderse y espiar a las personas, y aquel entonces no fue una excepción. Se escondió tras una de las columnas cuando divisó la espalda de su padre, reconociendo al mismo por la corona de oro sobre su cabeza.

Elizabeth nunca se había caracterizado por tener buena visión, y se encontraba a varios metros como para poder identificar a todo mundo.

- ¿Cómo es que esta sigue viva? ¿Cómo es que se encuentra vagando por los pasillos de mi corte? -El monarca gruñó al tiempo en el que tomaba del cuello a uno de los soldados, aquel que lamentablemente se encontraba más cerca de su mano.

Su padre siempre había sido dramático, y no era la primera vez que Elizabeth presenciaba la violencia del mismo. Era un hombre manipulador, y en múltiples ocasiones había violentado psicológicamente a su esposa e hijas por asuntos que las gemelas no comprendían.

- Su majestad, por favor -El chico que debía estar de guardia, con su mano sobre la muñeca del rey, trató de disculparse encontrando que su lengua no cooperaba con la situación- Se cree que la chica obtuvo ayuda para escapar -

- ¿Escapar? ¿Cómo es que ha podido escapar estando bajo sus narices? -Alaric II volvió a alzar la voz, perplejo ante la inoportuna noticia ya que esta solo desarmaba todo su plan- Perderán la cabeza si la chica no regresa a mí -

Desde hacía meses todo iba cuesta abajo para su cuestionado reinado; el mismo era tan frágil como un recién nacido por lo que era la oportunidad perfecta para otros monarcas ambiciosos.

El compromiso de su primogénita con Lord Kirby, aquel compromiso que el monarca esperaba aflojara la soga en su cuello, traía algunos inconvenientes importantes que retrasaban la unión puesto que el contrato a firmar aun debía ser modificado a favor de Francia; dando a estos el poder de manejar a completa voluntad las nuevas tropas adquiridas.

- Hope Mikaelson fue vista junto a la princesa Josette, señor -Había sido un suave murmullo de origen desconocido, y lo que siguió a este fue un silencio más frío que el mismo invierno.

Elizabeth frunció el ceño, sus pálidos dedos se aferraron a la columna y luego se inclinó hacia adelante tras temer haber escuchado mal.

¿Hope Mikaleson? ¿Hope? ¿Hope Marshall? ¿Mikaelson como la familia real de Inglaterra?

Lizzie siempre había sido una chica muy inteligente, su madre se lo solía decir con regularidad adjuntando a aquello que no siempre era algo muy bueno. La princesa de Francia no tardó en unir las pequeñas piezas que tenía de información, lamentándolo a la misma velocidad puesto que la deducción no era muy prometedora.

- ¿Josette? ¿La Delfina? -Su padre cuestionó sin poder ocultar la sorpresa que bañó al tono, su mano abandonando el cuello del soldado mientras su cuerpo parecía sucumbir ante la reciente noticia- ¿Mi hija es una traidora? -

Hija, Lizzie rodó los ojos una vez repasó la palabra utilizada por el mismo. Tensó la mandíbula a causa de un enfado que logró reconocer, siendo este aquel que la acompañaba desde hacía ya un largo tiempo.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Where stories live. Discover now