Libro 1 Capítulo 19

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Josette decidió sabiamente ignorar las indisimuladas insinuaciones de su hermana, volviendo a centrar su atención en la chica sentada en el suelo.

- ¿Estás bien? -La castaña volvió a preguntar, la palma de su mano sobando la cabeza de Hope por sobre el colorado y sedoso cabello de la misma.

¿La Delfina de Francia no sabía leer expresiones faciales? Hope tenía el rostro arrugado en una clara mueca que denotaba dolor; aquel que de todas formas jamás iba a confirmar en voz alta frente a alguien. Sentía un ardor intenso ahí por donde se había golpeado; como si estuvieran colocando una brasa caliente directamente en su cabeza.

Retiró sus pálidos dedos de entre su cuero cabelludo, examinando si no se encontraban manchados de alguna sustancia carmesí que indicara tener que acudir al único médico de la gran corte.

- Nada de qué preocuparse -Restó importancia, desestabilizándose de forma notoria cuando se puso de pie demasiado rápido.

Mierda, algunas veces simplemente era una idiota.

Una mano de Josie se envolvió en la cintura de la pelirroja, la otra se aferró a su antebrazo para prevenirle de una caída que habría sido monumental.

- ¿Estás segura? -Cuestionó en un tono preocupado, su rostro a escasos centímetros del de Hope- Luces aturdida, puedo llamar al médico de la corte para que te revise -

Hope se sentía aturdida pero aquello no tenía nada que ver con el reciente golpe, por lo menos no en este preciso momento. Su desorientación tenía que ver con la cercanía del rostro de la Delfina, el embriagador aroma de su cuerpo y la calidez de sus manos rodeando su cuerpo.

Sentía los delgados dedos de Josette presionados muy alto a nivel de sus costillas, Hope Mikaelson juraba que si la chica los estiraba un poco más podía llegar a tocar un punto muy sensible bajo su pecho derecho.

- No es nada, lo prometo -Forzó una sonrisa, tirando de su camiseta hacia abajo para cubrir su abdomen ya que la prenda se había subido de forma atroz con su inesperada torpeza y la sorprendente atajada de la heredera al trono de Francia- Las dejaré a solas para que puedan hablar, si eso está bien -Se aclaró la garganta con incomodidad cuando por error sus orbes claros volvieron a recaer en la hermana de Josie; quien valía recalcar lucía todo menos complacida con la presencia de Hope en la habitación.

La castaña le dio un pequeño asentimiento, en silencio dándole permiso para abandonar los extravagantes aposentos, mientras la veía colocarse las botas.

Cuando Hope se dispuso a partir, pasando junto a la menor de las gemelas Saltzman ya que la misma estaba a escasos centímetros de la entrada, sintió como un par de fríos e inestables dedos se cerraron sobre su oreja izquierda tirando de esta hacia atrás para impedir así que cumpliera con su propósito de huir de la incómoda charla que se avecinaba.

Debía haber supuesto que no era una chica lo suficientemente afortunada como para bañarse en el lodo y salir limpia del mismo.

- ¡Elizabeth! -Josette protestó de rodillas sobre el colchón, sus ojos saliéndose de órbita ante el inapropiado e inesperado comportamiento de su hermana- Suéltala, ¡ahora! -Siseó tras recuperarse de la sorpresa, su ceño arrugándose con fastidio.

Por amor de Dios, esto era un completo desastre.

- ¿Me lo pides como mi hermana o como mi futura reina? -Se burló de forma juguetona, sus dedos aun pinzando la pálida oreja de Hope quien se removía bajo su meditado agarre.

Elizabeth la escuchó soltar un alarido cuando la pelirroja se retorció de forma inoportuna haciendo que el agarre de la princesa doliera un poco. Tal vez era de esa forma que iba a aprender a quedarse quieta.

Si solo fuera Hope -Hosie 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora