Capítulo 5

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Las tardes de meditación en su pequeño oasis, "el santuario del sexto" tal como lo nombrara Sakura, se convirtieron en una cita diaria casi obligatoria para ambos. Situación que no le molestaba en absoluto a Kakashi. Siempre procuraba estar libre para la hora en que Sakura salía del hospital y, sino, sabía que la encontraría en el páramo esperándolo.

Por fortuna, el clima de ese verano los acompañó con tardes cálidas y apacibles, que parecían querer continuar en el caluroso otoño que ya se había asentado, tiñendo de amarillo las hojas de la mayoría de los árboles. Y si por alguna razón se descomponía, las charlas en la casa del té favorita era una opción que ella aceptaba con gusto.

Poco a poco los demonios de Sakura se fueron calmando. El dolor aún seguía ahí, regresando cada vez en que debía controlar el embarazo de Karin, pero ya no la torturaba quitándole la calma.

Ella decía que la meditación le había ayudado mucho, pero que más lo hacía la compañía que él le ofrecía, su paciencia, esos juegos de desafío mutuo que le devolvían las sonrisas cada vez que debía desbaratarlo.

Kakashi no podía sentirse mejor.

Y si bien era desinteresado en sus actos, no podía decir lo mismo de sus intenciones. Tenerla cerca, sin la necesidad de saber de ella por un ANBU y hacerla feliz, es todo lo que siempre había querido. Sin mencionar de cómo disfrutaba de la kunoichi que, día a día, se relajaba más en su presencia, reaccionando a cada uno de los juegos que él proponía con tal picardía que lo retaba a más.

Claro que no le era gratis lo que estaba haciendo. Las noches terminaban siendo un infierno con dolorosas erecciones que apenas si lograba calmar algunas veces a fuerza de pajas. Parecía un adolescente por momentos.

Ya ninguna sumisa estaba a la altura de complacerlo, o al menos aplacar un poco sus ansias. Él quería más, todo el tiempo más. Más intensidad, más sabor, más de todo. Lo peor de ello es que lo conseguía, sus sumisas siempre eran muy serviciales para con él, pero nada le era suficiente porque en realidad lo único que quería era a ella.

Y era lo único que no podía tener.

A pesar de las frustraciones y las noches de insomnio, por primera vez en su vida podía estar con y para su niña rosa, sin necesidad de ejercer como su superior midiendo las formas o de relegarse a observarla desde lejos.

Y si lo ponían a elegir, elegía esto con Sakura una y mil veces. Por más que le costara muy caro.

.

Sakura exhaló lentamente relajando sus hombros para dar por terminada la sesión de meditación de la tarde. Kakashi apenas si alzó la vista de su libro, sólo para girar a la próxima página.

— ¿Kakashi?

— ¿Mhm?

— No meditaste conmigo hoy.

— No necesitabas que te guiara. — respondió sin abandonar su lectura.

— No es eso lo que dije — arremetió utilizando un tono juguetón antes de inclinarse acercándose a él.

Él ni se inmutó, provocando cierta molestia en la pelirosa, la cual no demoró en inclinarse para enganchar el dedo índice en la ceja libro bajándolo, husmeando rápidamente el texto cuando quedara a su alcance, aunque realmente no pudiera apreciar nada desde su posición.

— ¿Es más interesante tu libro que yo?

Él sabía a lo que se refería y no pudo evitar el escozor que lo recorrió al cruzar su mirada con esos traviesos ojos jades.

— ¿Y tú qué crees?

—Ummm...que sí.

— ¿Y qué vas a hacer al respecto?

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora