Capítulo 34

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Seiyi gruñó molesto cuando sintió que le movieran bruscamente el brazo que cubría sus ojos. No había escuchado a nadie entrar, ni siquiera percibido, señal de que se encontraba profundamente dormido, algo inusual en su persona.

—Vete —se oyó suave pero no menos autoritario, por encima de él.

Un nuevo golpe al codo le hizo caer el brazo hacia atrás, impulsado por su propio peso muerto. Y allí al fin lo vio, sin llegar a detallarlo del todo, pero ya su tenue conciencia le permitió saber quien era. Los ANBUSs que dispuso en la entrada no lo hubieran dejado pasar sino.

—Hatake.

La mirada asesina que el aludido tenía sobre él le hizo sonreír. No esperaba menos, considerando que entre sus brazos y sobre su pecho, acostados en el sillón de la oficina del hokage, tenía nada más ni nada menos que a la joven rosa que tanto su amigo estimara.

—Te dije que sólo la cuidaras.

Seiyi bostezó, evitando desperezarse para no moverla.

—¿Y qué te crees que estoy haciendo?

Hablaban entre susurros para no incomodarla, pero no pudieron evitar que algo de sus voces llegaran a ella. Cuando la chica se removió quejosa, silenciaron cualquier palabra hasta se sumiera en el reparador sueño nuevamente. Y en ese momento, el Hyuga emprendió la tarea de retirarla suavemente desde sus brazos, para pasarla por completo sobre los mullidos almohadones, bajo la atenta mirada del peliplata que parecía estar contando las veces que la tocaba con las manos al moverla.

Sólo cuando al fin estuvo de pie, ambos se dirigieron hacia las ventanas, el punto más lejano desde donde se encontraba la chica.

—¿Qué carajos fue eso Seiyi?

—No empieces —y se frotó los ojos para terminar de despertarse. Realmente había sido el sueño más reparador que tuviera jamás.

—Te dije que-

—Tenía frío. Y estaba desesperada por quedarse sola. No se tranquilizaría sin contacto, y lo sabes.—Se encogió de hombros ante la mirada incrédula de su amigo.— Me importa una mierda lo que pienses, ella lo necesitaba y voy a darle todo lo que me pida, cuando lo pida y la cantidad de veces que lo pida.

Kakashi lo midió unos segundos antes de meterse las manos en los bolsillos y desviar su atención hacia las oscuras calles. Era de madrugada y pronto vería salir a los ancianos acompañados de sus escoltas.

—Que te dijeron.

El peliplata chasqueó la lengua con algo de disgusto, respirando hondo cuando el primero de los miembros del consejo, salió envuelto en su abrigo oscuro.

—Los convencí de que fueron medidas de contraofensiva que se siguen perfeccionando.

—Les dijiste la verdad.

—Sí, pero no están tranquilos con la cercanía del último ataque. Dicen que la información que tenemos no es concluyente.

—Envíe espías.

—Hiciste bien.

—¿Cuántos días nos dieron?

—Tres.

Ahora Seiyi respiró hondo.

—Suficientes.

—Van a tener que ser.

—Serán. El martes tendrás mis datos.

Kakashi asintió, observando al segundo anciano salir caminando lento, apoyado en su bastón de tridente y un escolta que lo sostenía del otro brazo caminando a su misma velocidad. Admiraba la entereza y lucidez que esos sujetos tenían, considerando la edad que ya cursaban.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Where stories live. Discover now