Capítulo 16

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Los ojos de Sakura se abrían un poco más ante cada párrafo que devoraba. Kakashi la observaba de reojo, simulando que leía su propio libro. Le encantaban todas esas pequeñas expresiones que se formaban en el rostro de su niña rosa a medida que se adentraba en la historia, sobre todo en las escenas sexuales.

Como se le encendían esas mejillas resaltando el jade de sus pupilas, mientras la respiración se le aceleraba. Si él casi podía adivinar el escozor que ya debía sentir en su centro, o esa presión en el abdomen por tan sólo traducir las caricias descritas en sensaciones sobre la piel, sensaciones que bien ella iba conociendo gracias a sus hábiles manos.

No podía más que fascinarlo cuando una temblorosa sonrisilla se asomaba en esa pequeña boca, anticipándose a lo que él gustosamente le haría después, saciando esa curiosidad hambrienta que despertaba en ella y calmando sus propias ansias en el camino. Porque ya no podía conformarse con el simple placer de observarla gozar. No, ella era demasiado apetitosa para sólo verla, debía probarla, necesitaba devorarla cada vez que quedaba entre sus manos.

Y después de que Sakura le expresara tan insistentemente que quería estudiar más sobre la dominación y sumisión, a pesar de que él tenía en mente otras ideas para el día, había decantado por consentirla ofreciéndole uno de sus libros eróticos en donde se daba una relación de dominación muy intensa, con escenas sexuales menos vainillas que lo que le recomendara para iniciarse, pero no tan impersonales como el libro que ella había osado leer sin su dirección.

Era un buen método y no le molestaba en absoluto disfrutarla así alimentando esa inquieta curiosidad de a poco. Que ella se sintiera atraída a experimentar era su principal objetivo. Que abriera primero su mente con la imaginación, quitando con palabras el sesgo del juicio decoroso que habían impuesto en ella, para que fuera con hambre de placer a la práctica. Prefería que cada nuevo paso se diera de forma natural, más espontánea, tal como habían sucedido las cosas entre ellos hasta ese momento.

Era una forma de instruirla, una que se le había ocurrido en medio de esas improvisadas lecciones y que podía considerar como el mejor método como para su niña rosa. Porque además de incluirla de a poco en su mundo, podría disfrutarla plenamente, saboreando cada reacción, degustando esas dulces muecas de placer que se le dibujaban en el rostro cada vez que algo nuevo la hacía temblar en goce. Porque realmente le fascinaba como ella le pedía experimentar, sin decírselo directamente y con esa pena que la caracterizaba y que no hacía más que enloquecerle.

Y así se tomaría todo el tiempo del mundo con ella, porque aun sentía que todo lo que estaban viviendo le sería arrebatado por sus propios principios en cualquier momento, y aun sabiéndolo peligroso e incorrecto, quería vivirlo. Y no quería soltarlo.

La detalló nuevamente ya sin ocultar que sólo se estaba dedicando a observarla, y una dulce sonrisa adornó sus labios. Era hermosa. Toda su presencia le hacía sentir que no importaba su pasado o sus errores. Ella ahí en su cama, leyendo junto a él, hacía que todo lo vivido no hubiera sido en vano.

¿Y que más daba si se permitía tenerla?

Por primera vez en su vida podía estar para ella, dedicarle todo su tiempo y experiencia, y brindarle lo mejor de él. Y hacerla feliz en el camino. ¿Porque no?

¿Acaso él no podía corregir sus defectos por ella? ¿Acaso no podía convertirse en el hombre que ella necesitaba en su vida? Por primera vez en años, consideró que tal vez el destino que había considerado como el único posible para él no era necesariamente así. Que tal vez se había equivocado.

El jadeo que se le escapó a Sakura lo sacó de sus cavilaciones.

—Esto ...¡dios!— se abanicó el rostro —Kakashi... ¿se pueden tener tantos orgasmos seguidos?

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora